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Mi Capricho Favorito

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Blurb

Anna Coleman es una chica caprichosa y orgullosa que siempre ha tenido lo que quiere, lujos, ropas de marcas, viajes, toda una vida repleta de ostentaciones hasta que su padre decide ponerle fin a los despilfarros de su hija que ha costado todo el ahorro para su vida universitaria, por ello el señor Ignacio junto a su mejor amigo de la infancia Luciano ingenian un plan para que esa niña aprenda a valorar las pequeñas cosas y saber que no todo en la vida se trata de caprichos, para ello Anna tendrá que trabajar en la cafetería familiar del amigo de su padre donde el encargado, su hijo Rodrigo Ribeiro la desafiará, allí se desencadenan una serie de acontecimientos que no te puedes perder, desde peleas, insultos, diferencias, travesías y por último entre ellos surge un bonito amor que luego se pondrá apruebas por ocurrencias del pasado.

Por otro lado una trabajadora de la cafetería familiar lucha por sus sentimientos que surgen cada vez que tiene cerca al hermano de Rodrigo, el popular brasileño Diogo, pero su pasado y el dolor que esconde no dejan que pueda aflorar todo ese sentimiento. ¿Aguantará tanta cercanía? ¿Demostrará sus sentimientos?, ¿logrará superar su pasado?

¿Pondrán soportar todas esas pruebas?

Sigue está vida de enredo.

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Capítulo 1 (Sorprendente Propuesta)
Ella se encontraba sumamente perdida, no se hallaba en el sitio de trabajo de su padre, sus reflexiones las tenían alejadas de la realidad, no entendía, no encontraba explicación alguna de lo que acababa de suceder, parecía todo un montaje, o quizás, pensó ella que la estaban grabando en cámara escondida, o simplemente querían ver su reacción ante lo que decía para luego burlarse de ella, sí, eso era, pensó, no hay de otra. Solo deseaba ansiosamente escuchar de la boca de su padre que todo era una especie de broma. Soy capaz de disimular que muero de risa solo para que al final me diga que es una ridícula burla y decirle a ese señor que tengo como padre que todo está bien, que me gustó su chiste mañanero, le daría un beso en la mejilla y me marcharía para la playa con mis amigas — Pensó Anna - ¿Hija? — Dijo su padre empezando a irritarse, este se pasó una mano por su nuca para calmar su comenzada agonía. - ¿Ah? — Anna se encontraba inmersa en un mar de sensaciones, dudas, que no dejaban de darle vueltas en su cerebro. - ¿Me estas escuchando hija? — dijo en un tono de cabreo. - Papá no puedes hacer eso, mis amigas y yo ya comenzamos el nuevo año en la universidad y tendría que estar con ellas ¡No puedes hacer eso! Me entiendes, ¡No puedes! — Anunció cada vez elevando la voz. Don Ignacio se levantó de un salto y la señaló con su dedo, ya se hartó de esa niña caprichosa, esta vez no se iba a salir con la suya, este estaba intentando no perder la paciencia, había estado explicándole cuales eran las condiciones de su trato, pero la rubia al parecer no hacía caso o simplemente estaba pasando de él. - Si puedo niña caprichosa, y harás lo que te diga, estoy cansando de escuchar tus improperios, por mucho que relinches no vas a lograr que cambie de opinión, ya te lo dije. Aprenderás a que no puedes andar por allí mal gastando dinero en disparates, vas a conseguir todo por tu propio medio, además me voy asegurar de que cumplas todo con el hijo de Luciano, él se encargara de vigilarte — Sentenció Don Ignacio, si dejar a replicas. - Eres lo peor, te odio, ¡Te odio! —  se elevó de un salto y se alejó del escritorio como un huracán que destruye todo a su paso, bueno así mismo era ella, un huracán humano. Don Ignacio, no se quejó ante lo último dicho por la boca de su única hija, esa joven le ha dado muchos problemas, no entendía en que fallaron, estaba visto que Anna no se parecía a él, aunque quizás copió eso de su amada esposa. Por otro lado su padre solo trabaja duro para mantener su imperio de lo cual tuvo que atarearse para lograr lo que tenía, es por ello que debía ponerle fin a los caprichos de su hija, y que se percatara que es trabajar duro para conseguir dinero, y no desperdiciarlo como lo hacia ella. Pensó en su momento enviarla a áfrica, para que se diera cuenta cómo se vive allá, y como las personas tienen que esforzarse para conseguir alimentos, sería buena idea, pero la desechó por su madre, no le quedó de otra, la señora Antonieta insistía mucho en que no estaba bien, que sería muy fuerte para su hija, que podría morir de una enfermedad y un sinfín de cosas que diría una madre a la hora de proteger a su chiquita. Su hija estaba haciendo gastos exagerados, en menos de 3 meses derrochó toda su cuenta de ahorros que les costeaba toda su carrera, ante eso el señor Ignacio no pudo tolerar más y comenzó a pensar en posibles soluciones, lo meritaba de forma urgente. Después de días reflexionando, cosa que no consiguió nada, su amigo Luciano le brindó una idea, puesto que él tenía una cafetería y necesitaba una mano ayuda, le propuso que su hija trabajara para él, Don Ignacio le pareció perfecto, ya que no era un gran sueldo que más adelante podría despilfarrar, sino que solo le daría para comprar lo necesario. Don Ignacio necesitaba que su hija aprendiera a ganarse las cosas, que viera desde su propia experiencia que la vida no es fácil, que hay cosas que simplemente no se pueden tener y que si se desean habrá que colocar todo el esfuerzo para poder conseguirlo. Es por eso que iba a empezar de cero, la iba a enviar a Ashland una pequeña ciudad que se encontraba cerca de donde Vivían, y allí tendría que plantearse muchas cosas, desde cocinar para ella, pagarse las cuentas, tener y costearse un lugar para vivir. En fin Anna tendría que independizarse. Don Ignacio salió de sus pensamientos, recogió su saco color n***o y una carpeta para luego terminar en casa, su día ya había finalizado. Vaya día — pensó don Ignacio. *** - Cálmate amiga te saldrán muchas arrugas y te cuento que el Botox no me gusta, aunque mi mamá ya va por la quinta sesión, bueno tenemos solución para ello porque solo tendríamos que ir...— Marcela no dejaba de hablar, gesticulando con las manos, dejando clara su voz chillona. - ¡Cállate Marcela! Puedes callarte, me tienes cansada, no te das cuenta que hay cosas más importante que mis posibles arrugas —  Anna estalló, su ira la demostraba caminando de un lugar a otro como un león enjaulado dentro de su cómoda habitación. - Ains, lo se loquita, pero please, no grites que mis tímpanos lo quiero mantener en perfecto estado, ay amiga en serio no te amargues por eso —  Marcela se mantenía muy relajada, acostada con unos pepinos en sus ojos y cubierta de mucha crema verde en toda su delicada y perfilada cara. - Esto es serio Marci, tengo que escaparme, lo tengo todo calculado, solo necesito ir a la guarida para hablar con Richard —  le decía a su amiga mirándola como si esta la pudiera observar. - Pero porque no lo llamas y le dices, así sería más fácil —  dijo la chica cubierta con crema. - ¡No! Claro que no, tengo que decírselo de frente, así me entenderá mejor, porque si no va a pensar que puede ser un capricho y no lo es —  decía Anna con voz cansina y con una actitud psicópata, que mostraba su evidente desesperación. - Bueno pero puede que Richard se moleste, recuerda que no le... — Fue interrumpido el discurso de la chica con voz estruendosa. - Ya lo sé, sé que no le gusta que aparezca sin avisar, pero no me coge las llamadas, y no sé, siento que tengo que ir, entiendes, esto es una emergencia —  la rubia se sentó en su cama mirando un punto invisible dentro de su habitación, sentía todo un meollo en su mente y no sabía cómo proceder. - Comprendo amiga, bueno no te puedo acompañar porque mi papacito viene a recogerme para ir a el club —  Marcela se incorporó de un salto mientras decía eso, quitándose los pepinos que le cubrían sus ojos. Anna rodó los ojos al escuchar sobre el novio detestable de su amiga — Que fastidio, no me digas que otra vez tendrán sexo en los baños del club. - Pues sí, ya sabes que le gusta y tengo que complacerlo en todo —  Marcela hablaba con esa voz cantarina, tan chillona, tan cansina, mientras ahora le dio por atender sus uñas. - Puaj que asco, solo te digo que tengas cuidado, ese es un hombre muy mayor para ti, en fin no me da buena punta —  se paró de su cama para ir hacia afuera, mientras se dirigía a la puerta, llegó su madre interceptándola en su recorrido. - Mamá voy de salida, lo que tengas que decirme ya me lo dirás luego ¡okey!— su madre la observaba con adoración mientras se quedó postrada en el marco de la puerta junto con una bandeja de galletas recién horneadas. - hija es importan... —  Decía su hermosa madre, una rubia que apenas aparentaba tener cuarenta años. - Mamá dije luego, adiós —  le dio un beso simple en su mejilla. Y así como un huracán salió Anna en busca de solución a su vida de enredo. *** Anna iba conduciendo a una velocidad nada considerada, se encontraba en un manojo de nervios, estaba desesperada para estar en los brazos de Richard, él era el agua que calmaba su sed, necesitaba encontrarse protegida, huir de una semana catastrófica que había tenido, así mismo la definió ella, no podía con lo que su padre le estaba haciendo, era injusto. No me quiere, que clase de padre le hace eso a su hija, y a su única, lo odio, como podría trabajar de cajera en una cafetería para atender a mucha gentuza, no puedo, además tengo todo lo que quiero para vivir. Mi manicurista se esfuerza demasiado para que arruine su trabajo, que tanto me encanta, no le puedo hacer eso — pensó egoístamente Anna mientras se acercaba a su objetivo, estacionó su auto, un bellísimo Audi color rojo chillón, si rojo, ese es su color favorito. Anna se dirigía a la guarida, así los llamaban Richard y su grupo de amigos, era una especie de granja que quedaba en medio de unas casas tipo rurales, puesto que la granja se encontraba un poco alejada de la cuidad. Visualizó el auto de Richard, ese chico por el que ella se derretía cuando lo vislumbraba, o con su simple roce, se encontraba nuevamente nerviosa, pero esta vez sentía algo diferente, todo lo contrario a lo que profesaba cada vez que lo veía, era un miedo, algo que no podía explicar, pero definía como una sensación extraña y no le gustaba para nada. Continuó el camino con sus tacones que en ese mismo momento los detestó ya que no podía pisar fuerte por ese pasaje de piedras, se veía patética, pero así mismo siguió, dio con la puerta de madera, la empujó pero la encontró cerrada, era extraño, siempre que venía con Richard se disponía abierta o fácilmente con un empujón lograba abrirla, pensó rápidamente, el granjero solo tenía una ventana y se hallaba en la parte de atrás, prácticamente corrió y se situó en la ventana. Maldición — Pensó Anna cuando vio que estaba alta y no podría ni siquiera alcanzarla, miró a su alrededor buscando algo que la ayudase a subir, solo le falta algo para dar con la ventana, no estaba tan alta pero aún así no lograba ver, vislumbró una caja de madera, la tomó colocándola para luego subirse en ella, vislumbro, por fin pudo mirar. Observó a Richard, al fin, cuando se dispuso a gritarle para que la mirara, lo profesó extraño, con una mirada de lujuria, casi que llegaba al éxtasis, este se encontraba sentado en un viejo mueble, poseía su vestimenta, solo que su cabeza estaba echada hacia atrás, no entendía nada. Había varias personas que tapaban la visión. Después de varios segundos que para ella pudieron ser eternos. Observó bien. Ahora sí logró comprender. ¡No lo puedo creer! Esto no puede estar pasando — Anna tenía los ojos vidriosos, no podía creer lo que estaba viendo, si alguien se lo hubiese contado no lo juzgaría eso estaba segura, puesto que jamás pensaría que Richard pudiera hacer eso. Esta casi desfallece. Por otro lado Richard disfrutaba vislumbrar a un trío en acción, era como estar en su propia película para adultos, le encantaba puesto que le excitaba observar a otras personas tener relaciones sexuales o masturbarse, una rubia alta sacada de una revista de modelos se le aproximó, Richard le tocó su entrepierna mientras la miraba a los ojos, este siguió con su tarea para luego dirigir su mano a su boca y así saborear el jugo de su chica favorita, la rubia se agachó para quitarle sus pantalones, él se dejó, El rubio con mucho musculo la cogió por el cabello con fuerza mientras la devorada como si se le fuese la vida en ello, con tanta ímpetu, con tanta potencia, la modelo se sentó a horcajadas para luego danzar un vaivén sensual que recobraba fuerza, como si estuvieran corriendo un maratón y solo tendría que haber un ganador. La otra pareja seguía en lo suyo, el mejor amigo de Richard disfrutaba ahora una sola dosis de rubia ya que la otra seguía en la tarea con aquel fortachón. Desde la ventana dos ojitos Verdi-azules hacían el papel de cascada puesto que lo que contemplaba no lo podía asimilar, era su Richard, el que estaba allí, con una chica que no era ella, él no había sido así, nunca la trataba con esa fuerza y lo peor era que le encantaba, lo supo porque esa mirada jamás la vio en sus encuentros sexuales, el solo la besaba al terminar y listo, se vestía para luego irse, ella pensó que quedaba conforme, pero no, Richard le iba algo mucho más fuerte. Esto nunca te lo voy a perdonar Richard Scott, eres un desgraciado, la peor rata que puede existir, te vas arrepentir de todo esto. Dos miserables años engañada creyéndome esta falsa —Anna bajó de la caja de madera, se limpió de mala gana las lágrimas que desbordaban por sus mejillas, con pasos desesperado fue hasta su auto, lo abrió y de un portazo cerró, así mismo encendió su auto y salió como bala de cañón, estaba sola no tenía más opción que aceptar lo que su padre le proponía, mientras conducía sin rumbo, lo meditó muy bien, iba a cumplir con lo que su padre le indicaba, lo bueno de todo es que estaría alejada de ese malnacido, y nadie la conocía en la otra ciudad. Anna solo pensaba en alejarse de toda esa gente que consideró sus amigos, no quería permanecer un segundo más en esa ciudad, donde podía encontrarse con Richard y las cuerdas de traidores que le vieron la cara de estúpida por mucho tiempo. Ella ya no podía más con eso, quería alejarse. *********** Mi Capricho favorito By Melania G

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