bc

Lo que hice para ayudarte

book_age18+
0
FOLLOW
1K
READ
BE
one-night stand
tragedy
mystery
loser
campus
like
intro-logo
Blurb

Azul Fernández creía que estando fuera de casa estaría mejor. Creía, también, que si se alejaba de todo y todos estaría más tranquila, mas segura de sí misma.

Pero como toda chica de veinte años, la idea que tenía estructurada en su cabeza no era ni por asomo igual a la realidad, y cuando se dio cuenta de ello, ya era muy tarde para cambiar la dirección de sus decisiones.

Su sueño de estudiar marketing era lo único que no le habían arrebatado, así que se aferró con las pocas fuerzas que le quedaban a ello. Era su boleto de salida para huir de su familia, de los problemas, de su agonía; la excusa perfecta.

Aunque le estaba yendo relativamente bien viviendo sola, la vida de Azul dista de ser estable y perfecta. La universidad se estaba volviendo cada vez más pesada, la ansiedad la estaba consumiendo, y el sentimiento de vacío crecía con cada día que pesaba, y ella no sabía la raíz de todo aquello. Ya no sabía qué hacer.

Dannel Giménez era todo lo que ella no le gustaba, pues odiaba a los que eran iguales a ella, y por supuesto que, como la más cliché de las historias, era su nuevo tutor en la Universidad.

Hay quienes te salvan cuando estás sumida en oscuridad, y otros... Otros solo son tu verdugo, aquellos cuyo propósito era destruirte.

¿Con cuál se topará Azul ésta vez?

chap-preview
Free preview
1| Dannel.
Dannel A Dannel Giménez no le gustaba asistir a la universidad por las mañanas, pues le resultaba muy agotador tener que pasar la mayoría del tiempo pidiendo permiso para pasar por los angostos pasillos de la Universidad. Además, era friolento, y el frío que hacía en la mañana provocaba que su nariz se congestionara. Ese turno era muy concurrido por personas jóvenes, llenos de torpeza y algo de nervios porque, la mayoría de las veces, eran personas que estaban apenas ingresando a la universidad. Por lo tanto, vivían aglomerados en cualquier rincón de la institución, buscando a sus profesores, y sus ambientes. Cerca de la entrada de la cafetería se encontraba un pequeño grupo de chicos del MESR —Movimiento Estudiantil Santa Rose—, Dannel al verlos quiso huir de inmediato. Quería evadir las preguntas a como diera lugar. —¡Giménez! —escuchó la voz de Anarella. Detuvo su caminar de inmediato, pero no volteó en dirección a su amiga. Sintió un pellizco en su brazo, y eso fue lo que hizo que girara. —¿Quién te dio derecho de hacer eso? —Nadie —sonrió, encogiéndose de hombros—. ¿Ya hiciste el trabajo final de historia? —preguntó. Resopló. —Justo iba a eso —murmuró entornando los ojos —. Si me permites, me voy. Revisó por tercera vez la información que le habían pasado en la oficina, para cerciorarse que estaba yendo al lugar correcto, no quería que dar vueltas de más. No quería equivocaciones. Memorizó la información mientras guardaba el aparato en los bolsillos del suéter que cargaba. Su cabeza dolía por la falta de cafeína, pues había salido con rapidez de su casa para llegar a tiempo a la universidad, para no quedar como irresponsable. Además que el MESR requería de mucha responsabilidad, y tiempo. Al ver la cantidad de personas atravesadas en las escaleras principales, decidió ir por las que estaban en el lado oeste, esas que casi nadie utilizaba porque estaban escondidas detrás de unos viejos baños. Cuando empezó a subir los primeros peldaños, un joven lo tropezó por estar con la mirada fija en el celular, ni siquiera por ese hecho levantó la vista de aquel aparato que parecía absorberlo. Dannel no quiso gastar su tiempo insultando a las personas, así que prefirió seguir su ruta hacia el aula correspondiente. Divagó en sus pensamientos por un momento, lleno de frustración y algo mortificado. ¿Por qué tenían que atravesarse justamente en los pequeñísimos pasillos de la Universidad? Quizás que fuese por motivos académicos, pero lo único de lo que hablaban era de fiestas, discotecas, y viajes a la playa o piscinas los fines de semana. —Buenos días, facilitador —saludó de manera cordial cuando entró al aula vacía. —Buenos días, Giménez —respondió de vuelta el profesor mientras ordenaba unos papeles, sobre el escritorio—. Tu no estás en esta clase. ¿Que te trae por acá? —Debo hacer un trabajo con una chica de esta clase, espero y no sea molestia el quedarme aquí —esperó pacientemente que la persona respondiera, pero solo recibió un asentimiento de cabeza. Dann tomó asiento en las últimas mesas del salón, junto a una de las ventanas que daba hacía la cancha del colegio que estaba a lado de la UNESR. Se sentía más tranquilo cuando escuchaba el sonido de las hojas moverse y la brisa acariciar su rostro. Se fijó en las flores rosáceas que se metían hacía el aula, detalló la textura de sus pétalos y lo suave que eran. Estaba tan absorto, que no se fijó cuando su mejor amiga tomó asiento junto a él. —¿Por qué tienes tantas ojeras? —le preguntó Kriss con algo de cautela. Sus manos, esas delicadas, piel suave, acarició las manos del chico, de manera inconsciente. Él se asustó ante la presencia de ella, pero no lo expresó. —Estoy algo agotado —confesó sin mirarla aún —. Me costó dormir anoche, tenía insomnio. —¿Tenías algo o alguien invadiendo tus pensamientos? —quiso indagar ella. No era normal que su mejor amigo tuviera insomnio, y las veces que había sucedido era por personas, o situaciones. —¿Conoces a Azúl Fernández? —prefirió decir a cambio. Revisó la hora en su teléfono y se dio cuenta que ya la clase estaba por empezar. —Estamos en la misma sección de Economía, pero llevo días sin verla —comentó la joven mientras buscaba la forma de mirarle las expresiones al chico junto a ella —. ¿Por qué? —notó un atisbo de frustración en la mirada del aquel joven. —Porque me han dicho que seré su tutor en algunas materias, para que pueda seguir estando en la cátedra exclusiva de la Universidad —informó mirando el reloj de nuevo. —Entiendo. Si la veo, te aviso —murmuró Kriss antes que el profesor le diese una mirada de advertencia por estar hablando en su clase y no prestar atención. Como no pertenecía a esa clase, aprovechó de hacer tiempo colocándose los audífonos y escuchando música por un buen rato. Observó cada persona dentro de aquellas cuatro paredes, buscando una chica de piel trigueña y cabello lleno de rizos, como el chocolate. Pero no la encontró, de nuevo. Era ya el segundo día que asistía a la Universidad fuera de su horario habitual, y como presintió en la mañana, ese día también sería una pérdida de tiempo, pues la chica que andaba buscando no había aparecido en ningún momento. Y tampoco hubo respuesta por correo electrónico, ni por w******p. Luego de un rato, el profesor de dio cuenta que su viejo alumno seguía estando allí, con cara de pocos amigos. —¿La joven no llegó? —le preguntó el profesor desde su escritorio, él negó suspirando. Las demás personas que estaban dentro del aula lo observaron de arriba abajo, como si Dannel fuese un bicho raro en un mundo normal. Él le dirigió una mirada de confusión y luego, una de hermetismo. Le daba absolutamente igual lo que los demás pensaran sobre él. —Volveré mañana, y si no asiste a sus tutorías, renunciaré de forma inmediata en la subdirección académica — informó colgando su bolso sobre el hombro y saliendo del aula con algo de molestia. No sé le pasaba por la cabeza aún el por qué la habían asignado a Azúl Fernández para darle tutorías. Tampoco sabía la razón del por qué había aceptado. Al pasar por el aula catorce, una chica con los cabellos fucsias y la piel pálida se posicionó junto a él, entrelazando sus brazos. —¿Qué te pasa? —preguntó la muchacha curiosa, pues vio la molestia reflejada en el rostro del muchacho. —Ella no vino, de nuevo. —¿Y que harás entonces? —se soltó del brazo del chico para recoger su cabello liso en una coleta alta, dándole un codazo en el hombro sin querer. Él la miró con mala cara. —La esperaré en la cafetería, y si no llega, pues me voy —Dan siguió caminando con rapidez, aunque, ser alto le daba cierta ventajas a la hora de caminar. —Yo debo entrar a Economía, así que nos vemos luego —la chica cruzó hacía unos de los salones, y se desapareció, sin despedirse siquiera de su mejor amigo. El muchacho iba bajando las escaleras del tercer piso cuando su mirada, de casualidad, se posó en los rizos chocolates de aquella joven. Achicó un poco los ojos para enfocar mejor a la chica, tratando de adivinar si era o no Azul Fernández. La muchacha tenía la piel trigueña, tal cual como la foto que le habían mostrado días atrás, esa que había pasado memorizando durante toda la noche. Azúl llevaba prisa, tanta, que tropezó con un par de personas, desparramando cartucheras y cuadernos sobre el suelo, pero no se detuvo a disculparse, solo siguió con su huida hacia los baños de chicas. Dann la observó de manera minuciosa. Se fijó en la mirada nerviosa, en sus manos inquietas, y por supuesto, en el suéter más grande que ella que ni por asomo pasaba desapercibido. Cuando Azúl se coló en los baños de chicas, el aprovechó el momento para caminar más rápido. Ella no se podía escapar de nuevo, él no lo permitiría. ¿Quién se creía Azúl Fernández para jugar con su tiempo? Irresponsable, eso la definía tal cual. Sin más opciones, metió las manos dentro de los bolsillos de su suéter y se quedó esperando a las afueras del baño, con la espalda apoyada en las rejas que servían de protección en la universidad. Si, cualquiera lo vería como un potente acosador, vigilando a su presa. Pero Dannel Giménez estaba lejos de ser aquello. —Asi que estás huyendo, ¿eh? —habló finalmente cuando el rostro de Azul se vio. Ella, aún cabizbaja, pasó junto a él y se dispuso a bajar las escaleras con rapidez. No quería hablar con nadie. Estaba débil aún después de los sucesos de días anteriores. Sentía que había fracasado en su estúpido intento de suicidio, por segunda vez en el año. —¡Azul Fernández, deja de ignorarme! —exclamó Giménez siguiendo a la chica, al escuchar el llamado del joven, se dispuso a caminar más rápido hasta la salida. Bajó los peldaños de dos en dos, sin pensar que podría tropezar, pues la torpeza era algo que la definía bastante bien. Y efectivamente, cuando estuvo por bajar el último tramo de escaleras, piso mal y perdió el equilibrio. Cerró sus ojos con ímpetu, esperando el golpe, el dolor, o al menos un raspón, pero lo único que sintió fueron unos brazos envolviendo su cuerpo, en modo de protección. —Ahora si no tendrás excusa para escaparte —susurró Dann en el oído de la chica, volviéndola una masa gelatinosa entre sus brazos, y con una respiración lenta, casi imperceptible. Pero Azul no reaccionó como él esperaba, cuando logró estabilizarse, le propinó un codazo en el estómago del chico y salió corriendo como niña pequeña. Ella odiaba el contacto físico.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Her Triplet Alphas

read
7.0M
bc

The Heartless Alpha

read
1.5M
bc

My Professor Is My Alpha Mate

read
465.5K
bc

The Guardian Wolf and her Alpha Mate

read
503.1K
bc

The Perfect Luna

read
4.1M
bc

The Billionaire CEO's Runaway Wife

read
604.5K
bc

Their Bullied and Broken Mate

read
466.3K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook