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KILL ME THIS LIFE⚔

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Blurb

Las calles de Estambul significa poder, ambición, terror y rencor o al menos eso recorre por las venas de la Organización Eminof.

Ismail el primogénito de una de las mafias más fuertes de Turquía, está en busca de una esposa y no terminar su legado por órdenes de su padre.

Pero lo que no sabe, esque una noche llena de alcohol y drogas le hará cometer un gravísimo error en el cual estará vinculado con aquella mujer desconocida con un nombre para nada peculiar en su territorio llamada Selene.

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PRÓLOGO 1
⚔TRAICIÓN ⚔ La oscuridad de la noche cae sobre el cielo nublado de Estambul, el sol se había oculto al oeste del edificio antiguo en unas de las urbanizaciones viejas de los Eminof. Por el otro lado la luna destilaba destello de su iluminación a través del cristal roto y sucio del sótano, abandonado hace algunos años. El sonido de la suela de los zapatos tocan con ímpetu el frío y húmedo suelo con una mezcla del llamado de aquellos insectos que descansan sobre algún árbol fuera del edificio en la oscuridad. Los dientes amarillos de aquel hombre traquetean del frío y miedo ante la amenaza que se le aproxima. Su rostro cubierto por una bolsa de tela negra y manos atadas a su espalda mientras su débil y golpeado cuerpo reposaba en una silla metálica. La brisa fría rodeaba el cuerpo sucio y tembloroso del hombre. Apesar del miedo que sucumbia sus adentros intentaba controlar su respiración, porque tenía miedo de que alguien lo escuchara. Pero sabía muy bien que nada le funcionaría estando en ese estado y mucho menos a quien había traicionado. Él presentía que esa persona estaba frente a él, y lo confirma ante la reacción de su cuerpo que se estremece al sentir esa voz que le causa tanto miedo —¡Veamos a quien me trajo, mi querido Ahmed!— su voz es gruesa y tosca que sucumbe sus agudos y sensibles oídos. El chillido del metal arrastrándose por el suelo angustiaba al hombre inmóvil mientras que aquel que lo ocasionaba sentía una satisfacción. Satisfacción dije, pues me retracto porque para Ismail hijo de Sęrkan Eminof nada lo satisfacía al contrario su corazón era como un hielo a temperatura bajo cero. Los sentimientos no emergían de él en absoluto porque al contrario era ese rencor, poder y odio lo que mantenían fuerte ante los demás. Los Eminof, una familia con mucha influencia, fuerza y poder en toda la ciudad e incluso en el país. Todos temían ese apellido en primordial, al de experiencias más antiguas como es su padre. El lavado de dinero, drogas y armas son su fuerte en el negocio ilegal. Nadie tenía el derecho de competir porque lo iba a lamentar y mucho sí, se atreverían a traicionar su lealtad. Y eso lo sabía demasiado aquel hombre en la silla. El sonido del metal se detiene justo en frente de él —Hermano, ¿Cuál prefieres?—está vez es la voz de Ahmed, quien inundó los oídos de Murat. El miedo y terror invaden su cuerpo de inmediato al escucharlo, sabía muy bien que sí la mano derecha de Ismail estaba allí el castigo va a ser doloroso y lento. Porque era conocido como el "psicópata", por sus aterradores y horribles crímenes y torturas. Él, era el indicado para encargarse del trabajo sucio de la organización porque no había nadie más demente que el mismo. El incómodo silencio que por un momento inundó la sala,alerta a Murat —¡Porfavor, hermano! ¡Déjame ir!— ruega, el tono de su voz se sentía ahogado, débil e incluso grave por las altas horas de no beber ni un solo sorbo de agua pero eso era lo que menos le importaba. Él sólo necesitaba escapar de ese lugar. —¿Hermano?— vuelve hablar Ahmed más cerca que antes, un jalón de cabellos no tan fuerte lo toma por sorpresa al sentir que la pequeña capucha de tela se deslizaba y dejando al aire libre su arrugada y sucia piel—¿Acaso, acabas de decir hermano? Maldito traidor— aunque su visibilidad no estaba del todo recuperada, podía percibir la molestia y el rencor que pertenecía al dueño de la voz. —Puedes encargarte de eso luego Ahmed, ahora lo que quiero saber por parte de nuestro pequeño palomo es ¿Dónde está mi dinero?— aunque no veía el dueño de aquella voz gracias a la oscuridad, estaba seguro que se encontraba allí con ellos. Lo escuchaba demasiado cerca. —No se de que dinero me están hablan...— un seco golpe en su rostro, lo deja perplejo y Ahmed se había encargado de ello. Dolor, ardor y un cosquilleo se apoderan de su mejilla golpeada y rojiza. Como si el golpe lo hubiera despertado del todo, ahora puede ver con más claridad a quien lo atacó— Eres demasiado frágil, palomo ¿Porque estás sangrando?— el tono burlesco de esa voz eriza su piel. —Mi querido Murat, quiero que me respondas algo con toda la sinceridad del mundo ¿Cuánto tiempo tienes trabajando para nosotros?— vuelve a escuchar ese sonido grave que sale de la garganta del primogénito. Ismail Eminof siempre se tomaba las cosas en calma, cuando sentía que los problemas no son mayores y este era uno de esos casos. Solo se dedicaba a preguntar y si no obtenía la respuesta que él quería la situación cambiarían para mal. Y nadie quería estar en manos de un Eminof y mucho menos de un Psicópata como lo es Ahmed. Ambos habían crecido juntos con las mismas enseñanzas y castigos pero Sęrkan Eminof siempre decía 《El que tiene el poder tiene sus límites pero su perro tiene que estar dispuesto a traspasarlo》. La sangre azul del primogénito de la familia desde el día que nació llevaría las cadenas atadas a sus pies, incluso hasta el día de su muerte. Ese día sería libre. —Tre... treinta años, hermano— susurra. —No te escuche, ¿Qué dijiste?— las manos del castaño aprietan su mandíbula tan fuerte que comienza a doler. Un quejido sale de su boca pero aún así, continúa — Treinta años— vuelve a repetir. —¡Bingo! Entonces sabes muy bien lo que le sucede a un traidor, ¿verdad?— esta vez, la suela de sus zapatos vuelven a tocar suelo. Aquellos pasos no eran tan largos pero en sí muy elegantes. Aunque apenas el reflejo de la luna ingresaba al sótano, pudo observar el traje elegante de color azul que traía puesto la persona que había traicionado. Aquel que pertenecía a la gran familia que le había dado de comer por casi treinta años y que no habia dudado en traicionar. El soplo del viento era lo único que se escuchaba dentro de aquel sótano. Existe alrededor de diez kilómetros de esa vieja urbanización que se encontraba en completa remodelación, y Murat lo sabía muy bien que aunque escapara de sus manos en este momento no lograría avanzar ni dos calles porque era seguro que una bala atravesaría su cráneo. Y no quería correr esa suerte. —Así que te volveré a preguntar, ¿Donde está el dinero que me robaste?— esta vez, ambos podían verse. Uno acorralado mientras que el otro en completa libertad. — No se de que dinero me...— otro golpe impacta pero esta vez en su estómago, dejando sin aire al pequeño traidor. Ahmed sabía muy bien porque no quería hablar pero tenía un truco bajo la manga, siempre lo tenía. Él siempre se mantenía un paso adelante de los demás e incluso de su propio amigo. El castaño se levanta de la silla metálica, sacando una navaja de unos de los bolsillos traseros de su pantalón — No quería hacer esto, pero no me dejas otra alternativa mi pequeño palomo— el miedo invade el débil cuerpo de Murat que solo se limitaba a mirar. Ni siquiera sabía lo que le rodeaba por su mente aún maniático como lo es Ahmed pero tenía claro que no era nada bueno. Todo lo que salía de esa mente psicópata eran ideas despiadadas, despreciables e incluso sádicas y crueles. Por el contrario, Ismail siempre había sido frío similar a un témpano de hielo, su corazón de piedra jamás se desvaneceria por nada o nadie. Su padre siempre le había inculcado que los sentimientos son las debilidades de uno y que ese error se tenía que cortar de raíz. Lo vivió cuando su madre murió y él apenas era un niño y también aquella fue la última vez que derramó una lágrima Desde ese momento se convirtió en el hijo de sangre pura de Sęrkan Eminof, uno que no tenía miedo a la muerte ni a nada. Él sería el mismo infierno si fuese el caso. —Vamos— observa hacia atrás y aunque esta demasiado oscuro, Murat confirmó al escuchar la puerta de metal abrirse de que más hombres lo acompañan dentro. El rostro atónito y perplejo de Murat al ver lo que sus ojos captan, cada nervio de su interior comienzan a descontrolar su cuerpo— ¡Dejalos, por favor! Ellos no tienen nada que ver con esto — su mandíbula comienza a temblar de lo asustado y aterrado de ver a su esposa e hijos con los ojos y boca vendados frente de él. El castaño de nuevo hace una señal, a lo que de inmediato se llevan a su familia, habían tocado lo más importante en su vida y esta vez estaba dispuesto a hablar. Tanto su esposa e hijos eran su razón de ser y por ellos tuvo el valor de traicionar a su jefe. — Ese incentivo, fue muy duro de encontrar pero creo que valió la pena, no mi querido palomo — Ahmed es un hombre sin sentimientos ni escrúpulos, siempre jugaba con sus víctimas antes de hacerle algún daño. Un largo suspiro sale de lo más profundo de Ismail, no estaba del todo contento con la situación que había preparado su amigo porque desde un principio él tenía que seguir una sola regla. Mujer y niños no se tocan y él lo había hecho. —Ahmed— el dueño del nombre le da una mirada, sabe muy bien porque Ismail lo ha llamado así que solo se encoge de hombros. De seguir reglas era lo que menos le importaba porque siempre serán para romperse. Pero a él, le queda muy en claro que no tenía el derecho de dañar el cuerpo de aquella familia, no al menos bajo el mando de Ismail. Esa regla era la única que no podría romper y si llegase a suceder el castigo no era ni más ni menos que la muerte. Pero como dijo el castaño, solo es un incentivo hacia Murat y era su única ventaja de tener una respuesta. —Murat es tu última oportunidad de responder, porque sino lo haces sabes lo que le pasaría a tu familia, cierto— el miedo no deja de invadir el cuerpo de aquel hombre en la silla. Ahora siquiera le importaba su propia vida. ¿Porque debería hacerlo?, si detrás de aquella puerta metálica están las únicas personas que son importantes para él. Ahmed jugaba con el miedo de sus víctimas era tan excitante verlos sufrir en sus últimos momentos. Su respiración se comenzaba a sentir más pesada y una opresión en el pecho lo invadía— No... no que... quería hacerlo— tartamudea. —Esa no es la respuesta que esperaba, pero continúa — esta vez es Ismail quien se pronuncia. —Me amenazaron con asesinar a mi familia, si no hacía lo que ellos me decían —. El cuerpo de Murat se eriza al sentir el frío metal de aquella navaja en su garganta mientras que el castaño sólo camina a sus espaldas y cuestiona—¿Quién es aquel hombre que te amenazo?—. —No... no lo sé —balbucea, cansado. —No lo sabes o solo estás jugando conmigo— Murat, niega asustado.

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