Fuera de Control

Rafaela es una mujer de 45 años. Está casada hace 30 con Mariano. Tiene una hija de 18, Carla y un hijo de 16, Francisco. Dos perros Golden Retriever dorados, Gala y Lolo. Ella es ama de casa. Prepara las mejores pastas caseras. Su padre siempre se lo dijo. «Te salen más ricas que a tu mamá, pero no le digas nada» Tiene una relación muy cercana y afectuosa con su padre. Su madre siempre fue su reflejo. Es igual a ella. El mismo color de pelo, las mismas facciones, las mismas curvas, la misma forma de ser. A veces cuando habla por teléfono con otra persona la confunden con su madre. No le molesta que la confundan pero tampoco es un orgullo. Nunca tuvo otro trabajo que no sea limpiar su casa, cocinar y atender a su familia. Con sus hijos tiene una relación normal. Siempre sabe dónde están y qué están haciendo. Ellos se preocupan por avisarle todo, para que se quede tranquila. No son chicos conflictivos, les va bien en la escuela, son amorosos y hacen lo que se les dice. Antes de irse al colegio le dan un beso, ella les da unas viandas saludables que prepara bien temprano, les dice cuánto los ama, y se van. Van a un colegio doble jornada así que hasta las 17hs Rafaela está sola en casa. Mariano es agente inmobiliario. Tiene 45 años, igual que ella. Conoció a Rafa en la escuela, iban al mismo curso. Se enamoraron perdidamente uno del otro. Después de 3 años de estar de novios, se casaron formalmente por civil y por iglesia. Muy tradicionales. Al terminar el secundario Mariano siguió estudiando en la facultad de Martillero. En cambio Rafa no tenía interés en ninguna carrera por eso tomó la decisión de atender a su marido y mantener la casa impecable. Él es una persona muy seria y responsable con su trabajo. Se va a las 8hs y regresa a casa igual que sus hijos, a las 17hs. Con Rafa tienen una relación equilibrada y armoniosa. Hacen el amor una vez por semana, los domingos. Siempre la misma pose, él sobre ella. Les gusta ver películas, salir a caminar por el barrio con los perros y hablar sobre cualquier cosa mientras toman café con chocolate. Parece que todo está en su lugar. Demasiado perfecto, demasiado limpio y ordenado. Las rutinas organizadas de manera que cada actividad y horario encajan. No hay baches. Pero a Rafaela algo le empieza a hacer ruido. Sus pensamientos empiezan a dar vueltas en su cabeza ¿Qué pasaría si un día decidiera no limpiar? ¿Levantarse una hora más tarde? ¿Comprar comida hecha? Cuanto más lo pensaba, mas espantaba esas ideas sacudiendo la cabeza. Una tarde, como cualquier otra, tocaron el timbre. Rafa estaba ordenando las habitaciones. El sonido la descolocó. Cuando abrió la puerta era una mujer hermosa, brillaba, tenía ropa deportiva, una cola de caballo muy prolija en su pelo y una actitud desenvuelta y relajada que le llamó la atención. -Hola, soy Vero. Me mudé a la casa de al lado y quería conocer a mis vecinos -Hola Vero, soy Rafa. Un placer ¿Queres pasar? Rafa no podía dejar de verla. La seguía con la mirada. Estaba encantada con su presencia. Le agradaba mucho su persona, su energía, no sabía bien qué, pero algo le atraía. Vero conoció la enorme casa y la vida predecible de Rafa. Tomaron un té juntas. Charlaron y se rieron. Rafaela no podía creer que estaba rompiendo su rutina. Por un lado sentía algo de culpa por no estar cumpliendo con sus deberes. Pero lo estaba disfrutando tanto que perdió la noción del tiempo. -Me separé el año pasado después de 10 años de matrimonio. Me siento libre. Hago lo que quiero, le dice mientras apoya su mano sobre la de Rafa -Yo estoy felizmente casa hace 30 años. No me puedo quejar, le dice mientras retira su mano. Mi marido trabaja todo el día y mis hijos no me dan problemas. Yo me quedo en casa. Estoy tranquila -Te siento un poco agotada. Tendrías que relajarte un poco. Podríamos salir una noche a tomar algo para que te despejes Las interrumpió el sonido de las llaves en la puerta. Era Mariano y los chicos. Rafa los presentó y despidió a Vero hasta la próxima. Era momento de volver a los quehaceres atrasados. - ¿Quién era?, preguntó intrigado Mariano - Vero, nueva vecina del barrio. Vino a presentarse ¿No te parece divina? - No lo sé, no la conozco. Pero parece que ya se hicieron amigas, le dice en tono de reproche. -¿Por qué me decís eso? -Por nada. Me voy a duchar ¿Qué vas a hacer de cenar?, le pregunta cambiando de tema. -Pensaba comprar unas pizzas, intentando romper la rutina. -¿Y a vos qué bicho te pico? -Quiero cambiar un poco la rutina. Siempre hacemos lo mismo ¿No te parece? -No me parece. Estamos bien así ¿Por qué no preparas unos fideitos caseros con estofado que te sale tan rico?, le da un beso en la mejilla. No seas mala, dale. Me baño y comemos, en tono manipulador. -Ok, le responde tristemente