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Los Bertram

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Blurb

Vlad y Dimir Bertram los gemelos primogenitos de Gea y Vladimir, ( Protagonistas de Casada por accidente con un millonarios), se han convertidos en todos unos hombres.

Uno esta a punto de casarse , el otro atesora la soltería, sin embargo el destino les juega una mala pasada provocando lo inimaginable, que estos dos titanes se enfrenten uno al otro a causa de una mujer.

Descubre en esta apasionante historia los sucesos que transcurren alrededor de los gemelos Bertram.

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CAPÍTULO I
Hola de nuevo, esta historia trata sobre la vida de los gemelos Bertram, para todos aquello que me la pedían, una disculpa por la tardanza, para ser sincera no tenia la intención de escribir una secuela, sin embargo en agradecimiento por el apoyo a Casada por Accidente con un millonario, decidí hacerla. Espero le den el mismo que cariño. saludos a todos, disfrútenla. CAPÍTULO I -¡Ay por dios!, ¡salgan ya de ahí!- una mujer furiosa gritaba tras la puerta del baño de mujeres. -Es mejor que salgamos, la loca de allá afuera va a tirar la puerta- el hombre que no era otro que Dimir Bertram, luchaba por quitarse de encima a la mujer rubia que parecía ser muy ágil con las manos, en segundos ya le había tocado hasta el alma. -No, cariño, déjala, se cansará y terminará por irse, vamos continuemos en lo que estábamos- volvió a pegarse como sanguijuela al cuello del joven. Era muy cierto que Dimir a lo largo de sus 27 años el joven había desarrollado una personalidad arrasadora con las mujeres, debajo de aquella actitud seria e imponente que siempre mostraba. Gustaba del placer que las mujeres le brindaban; pero siempre con limitaciones, que dejaba muy claras a las damas que tenían la fortuna o la desgracia de llegar hasta su cama. Sus relaciones no iban más allá de algo físico. -Me encantaría; pero es mejor que nos vayamos, me parece un poco inapropiado hacer esto-  se señaló a ambos - en la fiesta de compromiso de mi hermano- aclaro Dimir. La rubia con tentáculos abrió los ojos con sorpresa - ¿hermano?- preguntó con preocupación. -Eso dije- A Dimir no le gustaba perder el tiempo dando explicaciones. -¡No puede ser!- chillo escandalosamente la mujer separándose al mismo tiempo abruptamente de Dimir. Él la miró extrañado, aun así agradeció al cielo que al fin dejara de tocarlo. -Creíste que era Vlad, ¿cierto?-  al notar la reacción de la chica fue tan obvio para él darse cuenta de que una vez más lo habían confundido con su hermano. Vlad y Dimir eran idénticos en apariencia, altos, pelo n***o, cuerpo atlético y definido, de hombros anchos, piel blanca y mirada azul hechizante. La viva imagen de su padre. Era complicado saber quien era quien, sobre todo por separado, para quienes los conocían de manera cercana, que eran solo los miembros de su familia, existían ciertos detalles, como algún gesto, la manera de sonreír, de vestir y sobre todo el cómo se expresaban, lo que los ayudaba a distinguirlos, de ahí en fuera era todo un reto.  -Perdóname- contestó la chica apresuradamente - No vayas a pensar mal de él, es solo que..-  -No, no te preocupes- la interrumpió de inmediato, lo último que quería después de verse envuelto en una situación tan bochornosa era conocer las historias detrás de los corazones rotos  que dejaba su hermano. -Lo siento- dijo una vez más la rubia, se echó a llorar cuál damisela y salió corriendo del baño. Dimir no hizo más que rodar los ojos, acomodo su saco, se disponía  salir cuando una mujer extremadamente hermosa le bloqueó el paso en la puerta. Como buen amante de las mujeres, Dimir paseo su mirada azulada por todo el cuerpo de la chica frente a él, sin ningún atisbo de discreción. Recorrió desde los finos rasgos de su rostro, la nariz respingada, ojos color miel, pestañas tupidas, labios carnosos. Las curvas de la mujer de cabellera larga y negra, se enmarcan de manera exquisita dentro de un vestido color vino de corte sirena con los hombros destapados. -Vaya, vaya, ¿pero qué le hiciste a la pobre mujer?- dijo la joven de manera burlona. -¿Quieres tu turno también?, estaría encantado de mostrarte- dijo Dimir de manera descarada, acercándose  ella, cerrando el espacio entre los dos. La joven abrió los ojos con sorpresa, lo miró detenidamente unos segundos, y después movió la cabeza en señal de negación.  -Gracias por la oferta; pero yo paso,- miro el reloj pulsera que abrazaba su muñeca antes de decir - Precoz y malo- señaló. Dimir se carcajeó - Estás muy equivocado cariño- aseveró cerca de  su rostro. -Después de ver cómo salió esa pobre chica, no lo creo, hasta la hiciste llorar. Cariño- remarco la última palabra, antes de empujarlo fuera del baño cerrándole la puerta en la cara. Confundido por la situación en la que se había visto envuelto, se quedó de pie frente a la puerta. -¿Pero qué demonios?- Pensó para sí mismo. Sin embargo una maliciosa sonrisa broto de sus labios al pensar en la mujer de pelo n***o que estaba dentro del baño. Sin duda lo había cautivado y cuando una mujer llamaba la atención de Dimir Bertram, terminaba de una u otra forma gritando extasiada su nombre. -¡Dimir!- gritó Vlad tras de él - te estaba buscando por todo el lugar , mamá me dijo que habías llegado, ¿por qué no me buscaste idiota?- señaló su hermano mientras se encaminaba hacia él. Los jóvenes se fundieron en un fuerte abrazo fraternal, eran la mitad uno del otro, cuando estaban juntos se sentían completos, se convierten en uno solo. -Me estás asfixiando- dijo Dimir, él era quien menos demostraba sus sentimientos, a diferencia de Vlad que había heredado la parte cariñosa y sociable de la personalidad de su madre. -Prometo que no le diré a nadie que me has abrazado- respondió divertido Vlad, era con el único que con el poder de derrumbar las barreras de seriedad que mostraba Dimir. -Pues deberías hacerlo por tío, fuiste el que se lanzó encima de mí- lo molestaba Dimir, divertido. -Eres un exagerado-  -Soy irresistible- presumió Dimir - Eres el segundo que se lanza a mis brazos esta noche- -¿En serio?- preguntó su hermano. -Si, una de las damas de honor, estaba muy decidida a darte tu despedida de soltero- -¿A mí?- quiso saber mientras se señalaba a él mismo con la mano. - Me confundió contigo- explicó con tono indiferente Dimir. Las sonoras carcajadas de Vlad se escucharon por todo el pasillo. -No deberías casarte, si sigues teniendo tus aventurillas por ahí- señaló Dimir mientras se encaminan al gran salón donde se llevaba a cabo la fiesta. -No tengo aventurillas- recalcó Vlad - Estoy enamorado- aseguró. -Si sabes que siento lo mismo que tú ¿verdad?, y no estoy muy seguro de que sea amor- advirtió Dimir. -Tú no sabes lo que es estar enamorado hermano, y no se te olvide que yo también siento lo que tú sientes. A veces me da la impresión que me perderé en la soledad- rebatió Vlad. - La conoces hace tres meses- señaló con un poco más de seriedad Dimir, era el único que se atrevía a decir en voz alta lo que toda la familia Bertram pensaba sobre el apresurado matrimonio de Vlad. Vlad siempre fue un enamorado empedernido, había tenido muchas novias y de todas dijo estar enamorado, cuando no eran otra cosa que deslumbramientos fugaces, al igual que todas sus relaciones. La verdad era que ninguno de los gemelos conocía en realidad lo que era el amor, ni mucho menos las artes del sufrimiento por entregar el corazón; pero eso estaba por cambiar. Las ironías de la vida son infinitas y justamente en el momento en que los jóvenes Bertram se jactaban de conocer al revés y al derecho lo que significaba el amor y estar enamorado. Esta les lanzaría un balde de agua a la cara despertándose de sus ilusas e inocentes creencias sobre el amor. -¿Dónde están Vlad y Dimir- preguntó Vladímir a Gea. -Vlad huyó y Dimir lo está ayudando- respondió con Luba, la hija menor de los Bertram. -Por favor Luba deja de decir eso, Natalia podría escucharte- reprendió Gea. -Le haría un favor, no finjan que están de acuerdo con todo esto- Luba señaló todo el salón. -Es decisión de tu hermano- dijo con serenidad Vladímir. -Eso no significa que sea lo mejor- contradijo la joven, encogiéndose de hombros. -Cariño, nosotros no sabemos como es en realidad su relación- Nicole, la mejor amiga de su madre, le acarició el hombro. -Tía, puedo aceptar que ellos no lo acepten; pero tú no, eres la más cuerda de todos- -Como sea querida tu hermano es quien debe darse cuenta de si sus decisiones son las correctas o no, nosotros no podemos hacer nada- le respondió ella. -Pueden por lo menos hablar con él, está a punto de arruinar su vida- dijo la joven con frustración. Para todos era una locura que Vlad decidiera casarse tan rápidamente, Natalia su prometida era una chica aparentemente educada, de buenos modales, algo caprichosa y consentida; no terminaba de convencerlos, no encajaba para nada con la personalidad de Vlad. -Luba- la llamó su padre tomándola de las manos- Aunque para ti no lo parezca es un momento importante para tu hermano, por favor deja tus suposiciones de lado cariño, hazlo por él, sé que los amas y quieres lo mejor para ellos; pero no podemos decidir su vida cariño. -Ahí viene Natalia- advirtió Nicole. -¡Suegros!- saludo con entusiasmo -¿han visto a mi prometido?- quiso saber. Natalia era una chica exageradamente refinada, era hija única de una familia con renombre, desde su nacimiento fue consentida en todos sus caprichos y al parecer Vlad era uno de ellos. -Está buscando a su hermano- respondió con amabilidad Gea. -¡Me muero por conocer a mi cuñado!- chillo entusiasmado. Dimir tenía un par de años viviendo en el extranjero, fundó su propia empresa dedicada a la producción de recursos sustentables. Vlad también eligió un camino independiente al de su familia formando su propia empresa en el ámbito automotriz, el joven era aficionado a las carreras de autos y todo lo que tenía que ver con ello, e incluso tenía su propia colección de vehículos y corría como pasatiempo. Al contrario de lo que muchos pensaron, fue Luba, la más joven de los Bertram quien se quedó al frente del gran conglomerado de empresas de la familia, esa muchacha era demasiado inteligente, contaba con el temple para manejar el gran consorcio Bertram con una mano en la cintura, e incluso era aún más intimidante y despiadada en los negocios, que sus hermanos y su propio padre. El humor n***o la caracterizaba, a pesar de tenerlo todo en la vida, la joven no era engreída, ni caprichosa. No, ella había heredado la personalidad fría e imponente de su padre. No demostraba tener sentimientos, creía fielmente que dejarse llevar por ellos era una pérdida de tiempo. -Eres afortunada- señaló Luba - Ahí vienen- Todos en la mesa giraron para ver a Vlad y Dimir acercarse a ellos. Era todo un espectáculo para la vista femenina ver a ese par juntos. Los jóvenes millonarios más sexis del momento. A más de una se le rompió el corazón al enterarse de que Vlad se había comprometido, sin embargo otras no perdían las esperanzas, aún quedaba Dimir, no obstante era más fácil que los cerdos volaran a que alguna obtuviera el corazón del joven  Dimir. -Es impresionante- murmuró Natalia embelesada mirando a los hermanos. Todos la miraron confundidos por su comentario. -La prueba de fuego Natalia, ¿Cuál de los dos es tu prometido?- inquirió con malicia Luba. -Luba, querida- la llamó Gea. Natalia no respondió a la pregunta, en ese momento Vlad y Dimir llegaron a la mesa. -Cariño, no te encontraba- dijo melosamente colgándose del cuello de Vlad. -Estaba poniéndome al día con Dimir- explicó- Dimir ella es Natalia mi prometida. -Al fin nos conocemos- dijo la chica acercándose a Dimir abrazándolo. Dimir no fue el único que se sorprendió por la confianza demostrada por la prometida de su hermano. -Un gusto conocerte Natalia- dijo serio Dimir alejándose discretamente de ella. -Vaya, hasta la voz es idéntica, ¿Cómo es posible?- Luba rodó los ojos ante los comentarios imprudentes de su futura cuñada. -Tonta- murmuró. Nicole fue la única que la escuchó. Le apretó el hombro para que se controlara. -Si, bueno, la magia de ser gemelos- respondió con incomodidad Dimir. Dimir se dedicó a saludar a todos en la mesa, ignorando por completo a su cuñada. -Que bueno que regresaste Dimir, me dijo tu padre que planeas quedarte- lo saludo Nicolás. Él junto a su esposa Naomi se encontraban también en la mesa de la familia Bertram. Era uno de los mejores amigos de su padre. -Si, la empresa ya está bastante consolidada en Australia, mi intención es crear la matriz aquí- el joven fue interrumpido por Naomi. - Ahí viene Odessa, le va a encantar saludarte- dijo emocionada. -No creo que le dé ningún gusto- pensó el joven Dimir. Odessa había sido su némesis durante toda su vida, competía con ella por la atención y cariño de Vlad. Siempre había sido molesta con él y jamás se llevaron bien. A Dimir se le fue el alma hasta el suelo al darse cuenta de que Odessa no era otra que la chica sexy que lo mandó al diablo en el baño después de sus descaradas insinuaciones. ¿Pero cómo podía él reconocerla?, si la última vez que la vio, un par de años atrás, aquella chica que era la mejor amiga de su hermano, usaba un estilo gótico para vestir, traía piercings por todo el cuerpo y usaba demasiado maquillaje. -Es hermosa- dijo Nicolás. -Sí, ha cambiado- respondió fingiendo indiferencia Dimir, no pensaba admitir que aquella mujer poseía una belleza hipnotizadora. -Cariño, que bueno que apareciste, ven saluda a Dimir- la animó su padre. -Lo sé, lo siento, tenía acaparado el baño, el virus del amor anda haciendo de las suyas- se burló, mirando divertida a Dimir, este último la atravesó con la mirada, sabía que lo torturara hasta el cansancio por lo que sucedió una par de minutos atrás entre ellos. -Que bochornoso- respondió Natalia. -Lo bochornoso es que no duró mucho- dijo Odessa sin apartar la mirada de Dimir, disfrutaba ver su rostro frustrado por las ganas de ahorcarla y no poder hacerlo. -Un placer verte Dimir- dijo con tono sarcástico tendiéndole la mano. - El placer es mío- dijo dándole un apretón de más fuerte. -Ustedes pueden ser pareja en esta velada- sugirió Natalia, ajena a la enemistad eterna que se profesaban Dimir y Odessa. - Yo ya tengo pareja- se apresuró a decir Dimir. -No me dijiste que traerías a alguien, ¿Quién es?- inquirió Vlad. Antes de que Dimir tuviera la oportunidad de responderle a su hermano, la mirada de los presentes se dirigió hacia la entrada, una joven de cabello rubio con facciones refinadas y delicadamente bella, apareció. Vlad se quedó boquiabierto, el corazón comenzó a latirle rápidamente y no pudo evitar despegar la mirada de aquella hermosa joven, tampoco es como si pusiera mucho empeño en hacerlo. La vio acercarse con paso angelical hasta ellos. -¡Daria!- la llamó animada Gea, quien le dedicó una mirada de reproche a Nicole. -Era una sorpresa- dijo ella. -Daria- logró pronunciar Vlad  embelesado por ella. Daria no era otra que la hija de Nicole e Ian, aquella chiquilla que vivió su adolescencia muerta de amor por Vlad y que fue vergonzosamente rechazada por éste al pedirle a su hermano que saliera con ella por él. Si era aquella jovencita que tuvo su primer beso con Dimir, creyendo que era Vlad. Vlad sintió un malestar extraño en el estómago al ver como Daria se acercaba cómodamente y abrazaba a su hermano. -Ella es mi acompañante cuñada- dijo Dimir presentando a Daria a Natalia, que al notar cómo Vlad se había perdido del mundo cuando ella apareció, la saludo con muy poco entusiasmo. -Hola, Vlad- dijo la joven regalándole una hermosa sonrisa que hizo sentir al joven Vlad que se le iluminaba la vida. - Daria, hola- respondió él torpemente aún aturdido por la presencia de la joven. Y así fue como el amor decidió hacer presencia en la vida de los afamados gemelos Bertram. Como lo dijo Odessa, el virus del amor andaba suelto y al parecer  también contagió a los hermanos, se implantó dentro de ellos y los invadiría lentamente por completo.

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