Capítulo 2

2008 Words
Narra Artur Miré al pequeño sofá que estaba a mi derecha, Fellner se encontraba profundamente dormido, sonreí sin poder evitarlo. Me sentía raro desde que llegó a casa. No puedo dejar de fijarme en sus hermosos ojos celestes y en su forma tan cálida de hablarme, es casi como si se olvidara de que es un soldado. Me senté contra el respaldo de la cama y me quedé observándolo un tiempo hasta que escuché su despertador, lo apagó rápidamente y se sentó en el sofá. —¿Qué haces despierto tan temprano? Creía que los niños dormían más —apartó las sábanas que tenía encima—. ¿No podías dormir? —preguntó dirigiendo su mirada hacia mí, negué con la cabeza. —¿Es muy temprano? —pregunté como si no me hubiera fijado ya unas cincuenta veces la hora para saber a qué hora se levanta exactamente. —Sí, son las seis y media —contestó levantándose. Se acercó a su bolso y buscó un par de cosas. Me quedé observándolo hasta que se encerró en el baño, solté un pequeño suspiro mientras volvía a recostarme. Cerré los ojos unos instantes con un poco de sueño. Anoche, Fellner me pidió que nos acostásemos temprano, pero, una vez que apagó la luz, di un par de vueltas en la cama antes de quedarme dormido. Luego, me desperté realmente temprano y terminé quedándome todo este tiempo mirándolo. —¿Por qué no te alistas? Podemos ir a desayunar —me sobresalté al escuchar su voz, me senté rápidamente y lo miré para luego asentir. —No me tardo. Me levanté rápidamente, tomé mi ropa, mi toalla, mi cepillo de dientes y me dirigí al baño. Solté un pequeño suspiro, me desvestí y me metí en la ducha. Una vez que estuve listo, salí del baño y me dirigí directamente a donde se encontraba mi bolso y guardé mis cosas. Lo miré, él se levantó del sillón y me hizo una seña para que lo siguiera. Ambos salimos del cuarto, nos dirigimos al restorán del hotel, Fellner me indicó que me sentase y me extendió el menú, lo miré extrañado. Mi padre nunca deja que pida algo, siempre escoge él lo que Noah y yo tenemos que comer. —Elige lo que quieras, yo lo pagaré —me dedicó una sonrisa, rápidamente volví mi mirada al menú, el cual miré por un rato sin leer realmente lo que quería. Solo quería deshacerme de aquella sensación tan extraña que me hacía sentir—. ¿Ya elegiste algo? —bajé un poco el menú asintiendo. Ambos nos quedamos callados durante el desayuno, mantuve mi mirada fija en mi plato, aunque ocasionalmente levantaba la vista para encontrarme con sus ojos claros y su sonrisa, cosa que hacía que mis mejillas comenzaran a arder. —Con que aquí estaban —de repente sonó la voz de mi padre, rápidamente levanté la vista hacia él encontrándome con su mirada fría—. Ve con tu madre, la tenías preocupada —asentí, me levanté y me volví hacia Fellner. —Gracias por el desayuno, señor Fellner. Me dedicó una pequeña sonrisa, haciéndome sonreír instantáneamente, aunque no duró mucho, ya que mi padre comenzó a apartarme a empujones, rápidamente me dirigí con mi madre, ella aún se encontraba en su habitación ordenando lo que mi padre había dejado tirado. —Hola, mamá —la saludé cerrando la puerta—, papá me dijo que venga, ¿estabas preocupada? —mi madre asintió, para luego acercarse a mí. —Fui a buscarte al cuarto del señor Fellner y no estaban allí. ¿A dónde fueron? —preguntó un poco más aliviada. —Me llevó a desayunar. Nos levantamos temprano ambos así que fuimos al restorán —mi madre soltó un pequeño suspiro para luego sonreír. —Tengo que darle las gracias, entonces. Siguió con lo que hacía. Por mi parte, me senté en la cama fijando mi vista en la ventana. —Veo que te llevas bien con el señor Fellner —asentí—. Seguramente se hagan amigos —asentí una vez más sin mucho interés. En realidad quería estar con Fellner y mi padre, saber de qué hablaban y, sobre todo, saber más de Fellner. La mañana fue realmente aburrida, estuve todo el tiempo con mi madre. No sé cómo Noah se la pasa con ella, es realmente aburrida a veces, sin contar que me compara con mi hermano constantemente. A la hora del almuerzo, mi madre y yo nos reunimos con mi padre, Fellner y un par de soldados más. Mi padre llamó a mi madre para que se sentara junto a él, mientras que a mí me enviaba lo más lejos posible de ellos. Supongo que no quería que terminase interrumpiendo la conversación. Una vez en mi lugar, noté que había un asiento libre junto a mí, miré hacia donde se encontraba mi padre, Fellner le susurraba algo a lo que mi padre asentía, luego se levantó y se dirigió hasta donde me encontraba yo, para sentarse en el lugar que se encontraba libre a mi lado. Lo miré recibiendo una pequeña sonrisa de su parte, desvié la mirada rápidamente de su rostro sintiéndome un poco idiota. El almuerzo fue tranquilo, a pesar de tener a Fellner junto a mí y que él me hablara cada tanto, me mantuve en silencio. Cuando el almuerzo terminó, tanto los soldados, como mis padres y yo nos quedamos en la mesa. Mi padre mantenía una larga conversación con los soldados de alto rango, es decir, la mayoría de los presentes en la mesa menos los cinco soldados que se encontraban al final de la mesa conmigo. —¿Estás aburrido? Escuché a Fellner susurrarme, lo miré rápidamente sintiendo mi cara arder al notar lo cerca que se encontraba de mi rostro. Asentí tímidamente bajando la mirada a mis manos. El suboficial tomó una de mis manos y colocó en ella la llave de su habitación, volví a mirarlo, él sonrió. —Seguramente tu padre te envíe a otro lugar, tenemos otra reunión antes de la gala, así que, antes de que termines perdiéndote en el hotel, sería mejor que estés en la habitación. Miré a mi padre, él seguía hablando con sus colegas, intuí que aún faltaría para aquella reunión de la que hablaba Fellner. El tiempo pasó lentamente, mientras esperaba a que mi padre me dejara irme de la mesa. Ya me encontraba bastante aburrido, no quería seguir escuchando los chistes sin gracia de los soldados. Para mi fortuna, luego de largos minutos intentando distraerme con lo que podía, mi padre me ordenó que me fuera por ahí remarcándome que tenía que estar listo una hora antes de la gala. Ni bien dejó que me vaya, corrí hasta las escaleras y subí los escalones de dos en dos intentando no caerme como idiota. Una vez en la habitación, me encerré y me acosté en la cama; por alguna razón me había agotado quedarme allí con ellos. Miré a mi alrededor buscando algo que hacer, lo único que tenía en mi mochila eran un par de libros que había puesto mi madre que no me atraían mucho. Paseé la vista por la habitación, una vez más topándome con el bolso que había traído Fellner. Pensé por un momento en revisar que traía, pero si se enterara me regañaría, o, peor aún, iría con mi padre y él sería el encargado de regañarme. Medité unos cuantos minutos más, pero cuanto más miraba el bolso, más me intrigaba lo que podría llevar. Me acerqué al bolso, lo abrí y comencé a revolver las cosas. No estaba siendo realmente cuidadoso, no creía recordar cómo había dejado las cosas. Fellner tenía muchas herramientas similares a las que usaba mi padre, o al menos las que llevaba normalmente. Luego tenía un par de camisas y su uniforme de gala. —Muero por verlo en este uniforme. Rápidamente me volví hacia la puerta cuando sentí mi cara arder ante mi comentario. Quería estar seguro de que no había dejado la puerta abierta, no me gustaría que me escucharan diciendo algo así, menos mientras revolvía las cosas del subordinado de mi padre. Seguí revolviendo un poco más. Miré uno de los bolcillos en lo que no tenía más que lo esencial para la estadía. Abrí el otro bolcillo, en este solo había un sobre, lo saqué y saqué lo que traía en su interior, eran unas cuantas fotos, en algunas se encontraban una pareja con una niña y un niño, en otras solo se encontraban los niños, en otras solo aparecían la niña con la mujer o solo la niña. Eran bastante fotos y seguramente eran fotos familiares de Fellner. Me detuve en una que parecía ser de él cuando tenía mi edad, sonreí al ver su rostro joven y aquella sonrisa que de vez en cuando me dedica. —Tenía quince o dieciséis años en esa foto. Me sobresalté al escuchar la voz de Fellner, me giré rápidamente encontrándome con su rostro. —L-lo siento —desvié la mirada avergonzado sintiendo el rostro arder como nunca lo había sentido—. Y-yo... s-solo sentí curiosidad. —Lo imaginé —dijo sentándose en la cama—. No te preocupes, sé que te llama la atención todo lo que tenga que ver con los soldados, pero realmente no tengo más que un traje de gala y un poco de ropa —bajé mi mirada hacia mis manos, aún tenía las fotos en una y el sobre en la otra, volví a meter en este las fotos y se las extendí. Fellner me miró dedicándome una pequeña sonrisa—. ¿Has visto todas? —negué con la cabeza—. Ven, ¿quieres que te cuente? —asentí rápidamente, me levanté del piso y me senté a su lado. Comenzó a contarme cosas sobre su vida antes de la guerra y antes de entrar en la milicia. Me habló sobre su hermana y su madre, pero de su padre casi no habló. No parecía que le tuviera mucho aprecio, en cierto modo me recordaba un poco a mi hermano, él siempre prefirió a mi madre antes que a mi padre. —Aquí tenía dieciséis años, como ya te había dicho —dijo cuando llegó a la foto en la que solamente se encontraba él. Nuevamente me quedé admirándola con una sonrisa en el rostro—. Parece que te gusta esta foto —sin perder un segundo desvié la mirada sintiendo las mejillas arder. ¿Por qué me tenía que comportar como un idiota cuando estaba con él? Realmente no podía evitar sentirme o actuar así—. ¿La quieres? —preguntó acercando la fotografía a mis manos. —N-no quisiera sacarle una de sus fotos. Tomó mi mano y la colocó en ella. —Si la quieres, tómala, no tiene sentido que conserve una fotografía en la que solo me encuentro yo. Tomé la foto y me quedé observándola, mientras él acariciaba lentamente mi cabello. —Gracias —lo miré sonriendo, pero no duró mucho, ya que me percaté de lo cerca que se encontraban nuestros rostros Al instante sentí mi cara arder. —No agradezcas. Se acercó un poco más a mi rostro y sonrió. Nos quedamos unos instantes mirándonos. Fijé mi vista en sus hermosos ojos celestes. Él acortó la distancia que nos separaba y me besó en la mejilla. —Ya es hora de que comiences a alistarte. Volví a la realidad cuando habló. Parpadeé un par de veces y asentí, me levanté, tomé la ropa que usaría y me dirigí al baño para bañarme y arreglarme. Cuando terminé, me miré en el espejo. Aunque habían pasado unos cuantos minutos mi cara seguía roja y se enrojecía más cuando recordaba el beso que me había dado un rato antes. Toqué mi mejilla con una sensación realmente extraña. ¿Por qué me siento así con él? No, aún más importante: ¿por qué me besó en la mejilla?
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