Capítulo 2

2559 Words
No puedo sacar de mi mente el momento en que le dispararon a mi madre, la mirada en sus ojos cuando me vio en las escaleras, la manera en que aquellos hombres me vieron cuando se percataron de mi presencia, pero sobre todo el momento en que encontraron a Jonathan en el armario. Cierro los ojos durante unos segundos, por mi mente pasan algunos buenos recuerdos con mi familia y mis amigos, supongo que tuve una buena vida mientras duró, respiro lentamente enfocándome en el ahora, ya ni siquiera siento dolor, solamente un hormigueo en mis brazos y piernas. — Lo lamento. — Digo entre sollozos. — No es tu culpa, intentaste salvarme. — Dice Jonathan haciendo su máximo esfuerzo al levantar su cabeza para mirarme. — No fue suficiente. — No te culpes por eso. — Dice con una voz muy débil y entrecortada. — Te amo Halley, no olvides eso. — Yo también te amo. — Jonathan cierra los ojos un instante — No te duermas. — Digo asustada. Agito su mano enérgicamente para hacerlo reaccionar. Jonathan tose y suelta mi mano para ponerla en su abdomen, ha perdido mucha sangre, está helado y pálido, creo que está entrando en estado de shock. Alguien abre la puerta, levanto un poco mi cabeza para ver quien ha entrado, un policía está en la puerta, se queda un segundo observando aquella escena, yo solamente suspiro aliviada al verlo. — ¡McDowell! — Finalmente el oficial reacciona llamando a alguien, supongo que a su compañero. Se acerca a mí para examinar mi tórax, hace presión en dos de las heridas con la intención de parar el sangrado, hago un gesto de dolor en el instante que las manos del oficial hacen contacto con mis heridas. El otro oficial entra apresurado a la habitación, se pone de rodillas junto a Jonathan tomando su muñeca para verificar si tiene pulso. — Su pulso es débil. — Le dice el oficial McDowell al primer oficial en tono de preocupación. A lo lejos se escucha una ambulancia, los policías intercambian una corta mirada, el segundo oficial que entró sale de la habitación, imagino que él va a avisarles donde estamos ubicados. — ¿Cómo te llamas? — Pregunta el oficial que tengo a mi lado. — Yo soy el oficial Lawrence. Hago un intento de hablar, sin embargo, me ahogo con mi propia saliva, trato de nuevo, pero es inútil. Cada respiración es más agoniosa que la anterior, el dolor se torna cada vez más intenso, veo a mi hermano e imagino el inmenso dolor que siente en ese instante. — Ayúdalo a el primero. — Me esfuerzo mucho para poder decir esas palabras. Se escuchan pasos en el pasillo, entran dos paramédicos a la habitación, uno me evalúa a mí mientras el otro examina a mi hermano. — Su pulso es muy débil y está inconsciente - Indica el paramédico que revisa a mi hermano. — Ella tiene el pulso débil, pero está alerta y continúa sangrando. — Entonces ella primero. — Decide el que revisa a mi hermano. — No, no. — Me niego. — El primero. — Les indica el oficial al recordar mi petición. Otra ambulancia se escucha llegando a la casa, así que los paramédicos deciden hacer caso a mi petición. — Nos lo llevamos. — Le dice un paramédico al otro. Me quedo más tranquila al escuchar eso, los dos paramédicos comienzan a estabilizar a Jonathan para llevárselo de allí, al sacarlo de la habitación entran los otros dos paramédicos para ayudarme. — Tranquila, pronto estarás mejor. — Dice el oficial en un tono muy dulce mientras soy atendida por los paramédicos. El oficial toma mi mano, poco a poco comienzo a sentir un pesar en mis parpados, me siento muy débil, todo comienza a nublarse, las palabras del oficial retumban en mis oídos una y otra vez. — No te duermas. — Dice el oficial Lawrence agitando mi mano. Ahora todo está oscuro, en lo único que puedo pensar es en mi hermano, tengo la esperanza de que va a estar bien, ya estamos a salvo, pero... ¿Y mis padres? ¿Qué hay de ellos? ¿Están... muertos? ¿Por qué no puedo despertar? Intento moverme inútilmente. Vamos Halley abre los ojos, me repito a mí misma. Ahora no siento dolor, solo angustia y desesperación. Abro los ojos finalmente, miro a mi alrededor confundida, todo me da vueltas, mi vista está un poco nublada, estoy en un lugar muy extraño, hay aparatos en todos lados, siento un poco de resequedad en la boca y en la garganta, toso un poco, lo cual me provoca algo de dolor en el abdomen. Mi visión se aclara paulatinamente, veo unos cables saliendo de mi brazo, algunos en mi tórax y en mi pecho, hay un tubo de oxígeno debajo de mi nariz, lo retiro de un solo tirón, saco una aguja flexible de mi brazo muy lentamente para no lastimarme, pongo mis manos en la camilla e intento sentarme, pero nuevamente siento un fuerte dolor que me lo impide, me quedo estática un segundo mientras analizo la situación, un policía entra por la puerta, al verlo intento sentarme de nuevo, sin embargo, me detiene poniendo sus manos en mis hombros. — Señorita Messer, por favor no se mueva, iré por el doctor. — Dice el oficial muy nervioso. — Jonathan. — Digo mientras veo nuevamente a mi alrededor buscando a mi hermano. El dolor en mi abdomen se hace más fuerte, escucho un sonido que va al ritmo de mi corazón, este sonido se vuelve cada vez más fuerte y rápido, llevo mis manos a mi abdomen, siento algo húmedo en ellas, levanto una de mis manos para ver porque las siento mojadas, hay algo de sangre en ellas, entro en pánico, mi primera reacción es descubrirme el abdomen para poder ver que sucede, tengo algunos vendajes empapados en sangre. — Buenas tardes, señorita Messer, soy el doctor Perkins. — Dice un sujeto con bata blanca entrando en la habitación. — Veo que se ha quitado la vía de los medicamentos, está bien se la pondremos en un momento. Al verlo entrar me cubro nuevamente con la sabana para evitar que me vean, me siento sumamente vulnerable, no conozco a esta persona y estoy en esta camilla solamente vestida con una bata y cubierta por una sabana, no parece nada a mi alrededor con lo que pueda defenderme y aun si lo hubiera no tengo las fuerzas para hacerlo. — Tranquila, aquí está a salvo. — El doctor intenta tranquilizarme al notar que estoy nerviosa y bastante tensa. — Nadie va a lastimarla. — Agua. — Digo con dificultad al sentir mi garganta completamente seca. El oficial toma una botella de agua de la mesa junto a la camilla, la abre antes de dármela en la mano, tomo la mitad de la botella de un solo trago, ya satisfecha se la devuelvo al oficial, limpio mis labios y mentón con el dorso de mi mano. — ¿Puede por favor seguir la luz con sus ojos? — Pregunta el doctor muy amablemente sacando una linterna de su bolsillo. El doctor ilumina mi rostro, sigo la luz con los ojos, como me lo indicó. — Perfecto. — Dice apagando la luz. — Voy a revisar tus heridas ¿Está bien? — Si. — Digo insegura. El radio del oficial hace un ruido por lo que sale de la habitación para poder contestar. El doctor me quita las sábanas de encima y abre la bata, retira delicadamente las gasas una a una, limpia mi abdomen para poder ver las heridas, al bajar la mirada me doy cuenta que hay una enorme herida que recorre verticalmente mi estómago y tórax casi por completo, siento ardor por el antiséptico, flexiono los dedos de los pies muy fuertemente y dejo escapar un pequeño gemido de dolor. — Lo lamento. — Dice el doctor apenado. — Este corte de aquí lo hicimos para poder operarte. — Me explica al notar pánico en mi rostro al verlo. — Te apuñalaron ocho veces, varios órganos fueron afectados, las dos operaciones que realizamos fueron un éxito, tuviste mucha suerte, una de las puñaladas estuvo bastante cerca del corazón; ahora lo único que debes hacer es quedarte en reposo por un tiempo para evitar que las heridas se abran de nuevo. El doctor intenta ser más delicado al revisar los puntos, en cuestión de minutos acaba la inspección, coloca unas gasas nuevas y posteriormente cubre de nuevo mi abdomen con la bata y la sábana. — Estas sangrando un poco, es normal ya que, estas estresada, la enfermera vendrá a limpiar las heridas de nuevo más tarde y a canalizarte, necesitas continuar con algunos antibióticos para evitar infecciones. — ¿Cómo está mi hermano? ¿Puedo verlo? — Digo sin siquiera prestar atención a lo que el doctor acaba de decir. El doctor cambia el gesto sonriente de su rostro y se pone muy pálido, piensa por un momento aclarando su garganta antes de contestar. — Por ahora concentrémonos en ti, aún estás débil. — Replica evasivo. — ¿Y mis padres? ¿Están aquí? ¿Sabe algo de ellos? — Pregunto ansiosa. — No, lo lamento. El doctor evita a toda costa el contacto visual, sin más sale de la habitación lo más rápido posible, aquella acción me deja anonadada. ¿Eso significa que mi familia ha muerto? No, intento convencerme a mí misma, no debo sacar conclusiones apresuradas, seguramente no puede hablar del estado de salud de otros pacientes por el secreto profesional, eso debe ser. Cuatro días han pasado desde ese desdichado día, he preguntado tantas veces por mis padres y mi hermano que para este momento las enfermeras y el doctor me dicen lo mismo siempre que entran en la habitación "concéntrate primero en tu salud." Lo cual me pone de muy mal humor, eso no es una respuesta, es evasión, no entiendo porque nadie puede contestar a una pregunta tan sencilla, a veces imagino lo peor, que mi familia ha muerto, sin embargo, aún tengo esperanza, estoy consciente de que existe una pequeña posibilidad de que aun estén con vida, tal vez en un estado delicado, pero con vida. La puerta de la habitación se abre, entra el doctor junto con dos hombres vestidos con ropa completamente negra, en la puerta se asoma un rostro conocido, es el policía que estuvo a mi lado hasta que quede inconsciente, esos recuerdos invaden mi mente por un instante, comienzo a recordarme a mí misma tendida en el suelo y a mi hermano a mi lado. — Halley. — Dice el doctor sacándome de mis pensamientos. — Ellos son el detective Gutiérrez y el detective Carter, están aquí para hablar contigo. — Señorita Messer, es muy difícil tener que comunicarle esta noticia, pero no voy a andar con más rodeos, sé que quiere respuestas y las tendrá, lamento informarle que sus padres y su hermano — El detective aclara su voz y prosigue. — Murieron, los doctores hicieron lo que pudieron para salvar a su hermano, sin embargo, falleció ese día en el quirófano. Lo lamentamos, si hay algo que podamos hacer por usted sólo pídalo. Mi corazón comienza a palpitar cada vez más fuerte mientras se rompe en mil pedazos, siento que me falta el aire, las lágrimas brotan de mis ojos incontrolablemente, llevo mis manos a mi pecho y lloro aún más fuerte. — No mi hermano. — Digo con la voz temblorosa. — Él no... — Encontraremos a los responsables. — Dice el otro detective intentando reconfortarme, aunque es inútil. Grito y lloro tan fuerte que las máquinas que están conectadas a mí comienzan a hacer ruidos muy fuertes, en un ataque de pánico me hiperventilo, lo que me hace sentirme débil y mareada, aprieto mis manos tan fuerte que los nudillos me duelen, mis uñas cortan mi piel ligeramente haciendo que mis manos sangren. — Enfermera, hay que sedarla. — Ordena el doctor. El oficial observa la escena desde la puerta, lleva su mano hacia su boca al verme en ese estado, se hace a un lado para dejar pasar a la enfermera, cuando ella llega hasta mi hago lo posible para qué no me inyecten, quito la vía de administración de medicamentos de mi brazo, entre los dos logran detenerme, siento un fuerte pinchazo en mi brazo cuando la enfermera logra inyectarme el sedante, mis parpados se sienten demasiado pesados, lucho para no quedarme dormida, sin embargo, todo se desvanece en ese instante. °°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°° Los detectives salen de la habitación, observo a Halley mientras el doctor y la enfermera la revisan detenidamente. — Necesito suturar nuevamente dos heridas. — Dice el doctor tirando el vendaje a la basura. La enfermera sale a buscar el equipo, entro en la habitación sin apartar la vista de ella. — ¿Va a estar bien? — Si, muy pronto. — Dice el doctor sin dejar de limpiar las heridas. Salgo al pasillo, me siento en el suelo sintiéndome bastante mal por ella, tomo mi celular del bolsillo de mi chaqueta, lo veo unos minutos sin siquiera tener la pantalla encendida. — ¿Qué hay Lawrence? Levanto la mirada rápidamente, McDowell está parado frente a mi sosteniendo dos cafés, últimamente él ha sido bastante amable a pesar de que jamás se ha comportado de esa forma conmigo. — El detective Carter me dijo que estabas aquí ¿Quieres uno? Me ofrece uno de los cafés, tomo el vaso sin dudar mientras McDowell se sienta junto a mí. — Gracias. — Digo tomando un sorbo. — No hay de qué. ¿Cómo está la chica? — Tuvieron que sedarla. — ¿Así de mal? No imagino lo que sintió al enterarse, es demasiado para una chica tan joven. — Nadie la entiende más que yo, creo que me conecte emocionalmente con ella. — Sacudo levemente mi cabeza. — Lo mejor será que trabaje en otro caso. — ¿No quieres ayudarla? — Levanta una ceja. — Claro que sí, lo hare no interfiriendo en el caso, no lo sé McDowell ¿Y si omito algo? ¿Qué pasa si me involucro tanto que no pueda dormir pensando en ello? ¿Si me equivoco y alguien inocente va a la cárcel? ¿O si no logro atrapar al responsable? ¿Cómo me sentiré con todo eso? ¿Podré lidiar con eso? — Creo que he mareado a McDowell con tantas incógnitas. — Encontraremos a los responsables Lawrence, nos asignaron a este caso, tenemos que hacer las cosas bien, aunque no me agrades. — Gracias. — Digo con sarcasmo. — Desearía saber dónde está Joseph, ha faltado mucho al trabajo últimamente. — Debe estar de viaje con su hija. — No lo creo, me lo habría dicho de ser así. Es muy raro, somos amigos desde la academia, siempre hablamos, sobre todo. — ¿Comparten sus secretos de chicas? — Se burla.  — Cállate McDowell. Ya vámonos, necesito dormir un poco y pensar en todo esto.
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