CAPÍTULO 1 - Juntos de nuevo

1854 Words
Mendoza, Argentina – Junio Días después de que Diego viajó de San Diego a Mendoza. [Valle] Después de varias horas de viaje, de cerciorarme que mi equipaje esté completo y no haber olvidado nada en San Diego, y de darle a Benito Bodoque un poco de agua después de pasar el viaje encerrado en la transportadora. Por fin salgo por la puerta del aeropuerto para recibir el frío de mi nuevo hogar. Me siento increíblemente cansada y no tengo ni idea si es ayer u hoy, el cambio de horario me ha confundido, así como el cambio de clima; moría de calor en San Diego, ahora muero de frío en Argentina. El día antes de tomar el avión, me quedé platicando con mis padres hasta tarde, escuchando sus consejos y sobre todo riéndome de todas las cosas que recordamos sobre mí. Parece ser que ellos han aceptado que la Valle que viene a vivir a Mendoza es muy diferente a la que vivía en San Diego hace años atrás, y en parte eso les encantan. Han aceptado que Diego es mi destino y están felices de que sea parte de la familia. Camino hacia la salida donde los taxis están esperando y busco con la mirada algún letrero que tenga mi nombre o a algún chofer tal como me lo prometió Diego. Me dijo que, si no podía prestarme el avión para traerme de San Diego a Mendoza, al menos un chofer me llevaría hacia el departamento donde nos quedaremos momentáneamente. Escucho a Beni quejándose amargamente mientras rasca con la pata la puerta, quiere salir, supongo que está cansado de estar encerrado y me pide a maullidos que lo saque de ahí. ⎯Ya Beni⎯ lo consuelo en voz alta⎯ en unos momentos te sacaré de ahí y podrás caminar un poco. Sigo buscando al chofer pero no veo absolutamente nada, para mi mala suerte todavía no puedo usar mi celular y no puedo comunicarme con Diego para preguntarle dónde está la persona que iba a llevarme al departamento. Salgo del aeropuerto con el montón de maletas y me quedo de pie sobre la acera, tal vez alguien se dé cuenta que llevo mucho tiempo ahí y se acerque a preguntarme algo. Sin embargo, pasan los minutos y nadie se acerca. Beni se está desesperando más y yo muero de hambre, por ducharme y luego dormir, así en ese orden. Afortunadamente mi madre me ha enseñado a ser bastante precavida y antes de que Diego se fuera le he pedido la dirección del departamento, por lo que busco en mi bolsa de mano la pequeña libreta que siempre llevo con apuntes importantes y al sacarla la hojeo rápidamente buscando la dirección. Al encontrarla tomo las maletas, la transportadora de Beni y camino hacia la zona de taxis. Una persona me ayuda a subir la maleta y yo le pido que me lleve a la dirección que está escrita. Comienza el viaje hasta el piso y no puedo evitar sonreír al acordarme de la última vez que vine a esta ciudad y la cual, hoy, me da la bienvenida y me arropa con cariño. El chofer es bastante platicador, así que me va comentando sobre el frío infernal que está haciendo todo el día y cómo baja un poco más por las noches. Me pregunta de dónde soy y le respondo que de San Diego California, pero no me cree, supongo que es mi acento. ⎯La zona donde va es bastante bonita⎯ me dice mientras me ve por el retrovisor⎯ espero que se sienta bienvenida⎯ me comenta. ⎯ Le juro que ya me siento así⎯ le contesto mientras veo por la ventana ⎯ la agenda de mi marido me dará todo el espacio que necesito. ⎯ ¿Qué hace su marido que está tan ocupado?⎯ pregunta curioso. Es obvio que no le diré que es Diego D’angelo porque en primera sonará como que estoy loca y en segunda no puedo andar por la vida diciendo eso⎯empresario⎯ me limito a decir y Beni Bodoque maulla, supongo que no le gustó mi respuesta, está demasiado enamorado de Diego como para que lo niegue. ⎯Pues espero que sus negocios no lo mantengan lejos de usted ⎯ me dice, y yo sonrío. Él lo llama negocio, yo lo llamo Samantha⎯ esperemos⎯ contesto evasiva y continuo viendo por la ventana del auto. Minutos después llegamos al edificio y le lo agradezco tanto porque un dolor de cabeza me ha llegado ya que muero de hambre y sé que es mucho pedir que Diego tenga aunque sea una papa en el refrigerador, pero estoy feliz de haber llegado. ⎯Disfrute su estancia señora ⎯me dice amable y regresa al taxi dejándome con todas las cosas en la puerta. Tomo todo de nuevo y entro, tomo el elevador. Espero pacientemente a que suba. Las puertas se abren y salgo por el pasillo hacia la puerta donde vive Diego, o bueno, hacia donde vivo yo ahora. Busco la pequeña llave en el lugar donde él me dijo que estaba y al encontrarla sonrío, se acabó esta trayectoria, ahora a descansar. Abro la puerta y entro sorprendiéndome de nuevo. El piso está completamente cambiado de la última vez que vine acá. Adiós Diego soltero, hola Diego esperando a Valle, dejo mis cosas sobre el piso de la sala. Me acerco a la cocina y sobre la barra y leo una pequeña nota que me hace sonreír: Bienvenida Corazón, el shampoo de chile ya puede ocupar el lugar que le corresponde. Te veo después. Topi. No sé que me enternece más el hecho de que él se haya autollamado Topi o el hecho de que se acordó del shampoo de la ex que se encontraba en el baño. Estoy sonriendo como idiota cuando escucho la queja de mi acompañante peludo⎯ Sí, sí, ya te escuché⎯ me quejo y regreso a la sala, abro la transportadora y beni sale un poco indeciso. ⎯Bienvenido a tu nuevo hogar beni, si algo no te gusta le puedes reclamar a tu padre ⎯bromeo. El gato comienza a olfatear por los rincones del lugar y yo me aseguro de que no haya ventanas abiertas donde se pueda escapar y perder en la ciudad. Prendo la calefacción para que el lugar se caliente, después me quito los zapatos y los calcetines, comienzo a caminar descalza por el piso sintiendo el calor y llevo mi maleta hacia la habitación. La cama está perfectamente tendida y al ver uno de los zapatos de Diego junto a la cama sonrió, él estuvo ahí, así que mientras descanso podré oler su colonia. Dejo la maleta sobre el piso, la abro y busco una de mis nuevas pijamas calientitas que compré hace dos días atrás, entro al baño, abro la ducha y siento el agua caliente caer de inmediato. Al entrar siento como me quita el cansancio un poco y me da fuerzas para ir a prepararme algo de comer. Me doy una ducha rápida, me envuelvo en la toalla y salgo a la habitación, lo primero que veo es a Beni Bodoque acostado sobre la cama⎯ Ni creas que las reglas han cambiado⎯ le digo de broma mientras lo cargo y lo regreso a la sala. Beni en protesta vuelve a meterse a la transportadora. Cierro la puerta del cuarto, las cortinas y la habitación se calienta. Mi pijama está sobre una de las sillas del cuarto pero de pronto quisiera dormir así desnuda envuelta en las sábanas de lana, creo que mi piel ya no quiere más ropa por el momento. Me acuesto, me cubro, cierro los ojos y me dejo llevar por el cansancio. No sé en verdad cuántas horas han pasado pero un olor a comida provoca que abra los ojos, muero de hambre y el calor de la habitación me sofoca un poco. Volteo a ver hacia la ventana y la noche ha llegado a Mendoza. Me incorporo y veo en la mesa de noche un vaso con agua y un frasco de advil. No hago más que sonreír. Me levanto de inmediato, me tomo una píldora y después me pongo la pijama planeada, abro la puerta de la habitación y un delicioso olor a comida agita mis sentidos. Diego se encuentra en la cocina y como si estuviéramos coordinados él voltea a verme mientras yo camino hacia él. Diego se acerca a mí y me levanta en sus brazos mientras me da un beso en los labios⎯Te extrañé como loco corazón ⎯ me susurra y luego regresa besarme a "fuego lento" como lo dice él. Me lleva hasta la barra de la cocina y me sienta como lo hacía en San Diego, supongo que el lugar favorito no va a cambiar ⎯¿Estás bien?, ¿Cómo te fue de viaje? ⎯ me pregunta mientras los ojos le brillan⎯¿Tomaste el advil? ⎯¿Cómo adivinaste que me dolía la cabeza?⎯ le pregunto mientras acaricio su rostro. Él besa mis manos y sonríe. ⎯Cuando te duele la cabeza te quejas hasta en sueños, por eso cuando entré hace horas supe que te dolía, corazón. ⎯¿Hace horas? ⎯contesto sorprendida. ⎯Sí, llegué hace unas horas, afortunadamente no hubo retrasos en mi viaje y llegué tal y como lo planee, por cierto ¿por qué no dormías desnuda en San Diego? Te veías hermosa. ⎯ Basta Diego, sólo fue porque mi cuerpo no deseaba más ropa y el cuarto estaba calientito, moría de frío. ⎯No puedo darte gusto, te traigo la primera vez, mueres de calor y ahora de frío⎯bromea. Le doy un ligero golpe en el hombro y le sonrío. Tomo un poco de las papas que está haciendo junto al pollo y la coma⎯ dame ⎯ me dice y me quita de los labios un pedazo y se lo come⎯entonces ¿llegaste bien?, ¿el chofer te ayudó a subir las maletas?. ⎯ No quiero decirle nada pero mi expresión no miente ⎯ ¡mierda Sam!⎯dice enojado. ⎯Supuse que era ella, no te preocupes, ya estoy aquí. Llegué es lo importante⎯ le consuelo. ⎯No, se supone que debías venir cómoda y... lo siento, no fue mi culpa, sabes que yo hubiera ido por ti pero... ⎯No te tortures topi, mañana será otro día y podremos regañar a Sam a gusto⎯le bromeo. ⎯Podrías decirlo en broma pero yo sí lo haré. No puedo creer que se haya atrevido a hacer algo así sobre todo que ya está advertida⎯ Y sigue con una cara de enojo que me causa un poco de ternura. ⎯ Diego, yo veo a Sam capaz de todo, pero recuerda el trato. Él me vuelve a besar⎯ mmm papa – dice bromeando y se hunde en mis labios para besarme con todo su ser. ⎯ Mi amor ⎯ le digo entre respiraciones ⎯ Sé que mueres por estar conmigo y yo también muero por hacerlo pero, me estoy cayendo de sueño ¿podríamos comer y te prometo que te recompenso luego? ⎯Vale pero recuerda que... ⎯"A mi no se me olvida nada" ⎯ le imito. ⎯¡Ay mujer! Te amo⎯me dice entre risas para besarme de nuevo.
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