Las noches sin Luna

1387 Words
Sombra parecía estar completamente cómoda allí rodeada de desconocidos, algo poco habitual en esa pequeña y huidiza felina, eso me hizo plantearme la posibilidad de que no fuera la primera vez que los veía. Yo sin embargo no terminaba de sentirme confiada en ese lugar, cada fibra, cada célula de mi cuerpo, tenía la impresión de no pertenecer a ese sitio. La sensación era como una mezcla entre estar en un barco en alta mar y en medio del espacio a gravedad cero, sabía que no pertenecía a donde fuera que me encontrara, porque a esas alturas estaba segura de que ese no era mi mundo. Seguía en la cama, sentía las piernas como flotando, me cubría una especie de vibración suave por toda la piel, no creía ser capaz de moverme en ese momento. El chico joven se acercó a mí y se sentó en la orilla de la cama. - Me llamo Fulgur, soy hermano de ese silencioso grandote de allí. No tienes que levantarte aun, el viaje entre las capas suele ser muy perturbador para los átomos del cuerpo humano. - ¿Capas? Todos ignoraron mi pregunta. Era una sala diminuta, apenas cavia una cama y esas tres personas en el suelo, allí solo estábamos Sombra y cuatro personas. La extravagante chica con el pelo por la cadera del color de la plata, alta, delgada y esbelta con unas facciones élficas, finas y puntiagudas, su edad era difícil de determinar, esa mujer tenía una voz casi de otro mundo, algo parecido a una grabación escuchada a menos velocidad de lo normal. También estaba ese hombre grande, corpulento como un armario de dos puertas, musculoso, moreno y de pelo oscuro, al que Fulgur se había referido como su hermano, un hombre que aún no había dicho ni una sola palabra ni se había girado a mirarme, no había podido verle el rostro. Y Fulgur, que parecía ser el más extrovertido de los tres, un chico joven que no tendría más de treinta años alto, corpulento, pero no gigante, moreno, de pelo n***o como su hermano y con unos ojos verde lima muy llamativos y expresivos. Miré a la chica, no había pensado en sus ojos, eran plateados como su pelo… Ella me miró de vuelta y sonrió. - Me llamo Luminia, encantada de conocerte Aura. Sombra nos ha hablado mucho sobre ti. - ¿Sombra? - Si, Sombra. - dijo el hombre gigante con una voz ruda y bobalicona, girándose y mostrando una cara inocente de ojos también verdes lima - Yo soy Tosco, amigo de mis amigos. - Encantada de conoceros a todos… Pero sigo sin entender que está pasando, yo salía de trabajar, llegué a mi apartamento y luego aparecí aquí… - No apareciste sin más. -dijo Luminia- Fuiste traída… Iluminé tu camino lo mejor que pude hasta que te asustaste, mi brillo dejó de hacer efecto en tus ojos y la noche oscura se apoderó de ti, como del resto de mortales… Entraste en tu antiguo apartamento y no pude hacer nada más por ti. - Por suerte Sombra supo guiarte de alguna manera a través de tus recuerdos hasta nosotros. -dijo Fulgur- - Estoy tan confundida… ¿Estoy soñando verdad? En ese momento Luminia se levantó, Tosco ves a por algo de comida y de bebida, Fulgur ves a ver a Santa, le gustará saber que la humana ha despertado y que parece seguir manteniendo todas sus facultades, dentro de unas horas la intentaremos hacer caminar. - ¡Si señora! -dijeron al unísono- Luminia se acercó, esa chica no caminaba, levitaba… Tenía una energía envolvente mucho menos humana que sus dos acompañantes, ella parecía un ser distinto, algo que no podría vivir en el mismo mundo en el que yo vivía… - ¿Qué tipo de ser eres? - Tranquila Aura, todo a su debido momento. Empecemos por ti y tu situación actual, si me muestras tus dudas podremos ir resumiendo en que punto de tu existencia te encuentras, aprovechemos estos momentos a solas. - ¿Qué preguntas te gustaría que fueran respondidas? - ¿Dónde estoy? - Intentaré explicártelo de la manera más sencilla posible, existen diferentes realidades y a cada una de ellas las llamamos Capas, la Tierra en la que tu vives es una de tantas y esta habitación se encuentra entre varias, a veces en un mismo lugar se interponen varias Capas, en tu Tierra por ejemplo hay unas cuantas Capas que comparten el lugar. Estás en una habitación que llamamos ficticia, creada con un poder muy grande. Esta habitación es un espacio entre varias realidades, desde aquí podemos ir a cualquier realidad que exista de una manera más rápida y los seres vivientes de cada Capa no pueden detectarnos, por eso es un sitio seguro, pero al ser inexistente, no podemos demorar mucho en él, ya que nuestros cuerpos se resienten y la energía que lo mantiene se va disipando. Si este sitio desapareciera con nosotros dentro, sería nuestro fin. No entendía muy bien esa situación, aunque Luminia lo explicó con toda la naturalidad y simplicidad del mundo, no creía que algo así fuera posible y seguía esperando el momento en el que el despertador me sacara de ese profundo y extravagante sueño, otras noches había tenido viajes similares, cosas que no tenían sentido, aunque parecían reales, pero eso se sentía demasiado real. - ¿Por qué estoy aquí? - Hace mucho tiempo los humanos fuisteis enviados a la Tierra como un complemento más en el que nos veríamos involucrados todos los seres vivientes de todas las Capas… Pero al igual que nosotros fuimos capaces de crear una simbiosis con vosotros, los humanos en su mayor parte, quisieron apoderarse de todo lo existente, perturbando el resto de realidades y rompiendo su equilibrio natural… En la Capa de la que yo provengo habitamos lo que vosotros llamáis creo que “astros”, la luna, el sol, las estrellas… - ¿Vosotros sois lo que en la antigüedad se llamaban dioses? ¡Existís de verdad! - Aura, déjame terminar -su voz sonó como una nana- - Perdona… - Desde vuestra llegada las noches sin luna se os hacen peligrosas, os achecharon todo tipo de peligros y si no fuera suficiente con las bestias y víboras que comparten terreno con los humanos, vosotros mismos también aprovechabais la oscuridad para heriros entre congéneres… Llevamos tantos millones de años intentando que el cielo sin luna no os suma en una oscuridad perpetua… Todos los meses, durante la noche sin luna casi todas las Capas trabajamos para proteger la poca inocencia que habitaba en los humanos, pero esta vez ha sido diferente… Esta noche no hemos podido hacer nada, ninguno de nosotros… - Pero yo hoy he visto la luna llena en el cielo… - Era yo… Iluminando tu camino hasta nosotros. Me quedé en silencio, era verdad que nunca había visto un brillo tan misterioso como esa noche, Luminia era un ser espectral, su pelo y sus ojos maravillarían al astrónomo más experimentado y su voz los dejaría anonadados, era como tener al mismísimo satélite lunar a escasos centímetros, con todo su esplendor. Poseía una belleza distinta a todo lo que antes había visto, una magia rodeaba su cuerpo y hacía ondear su pelo liso y plateado aun sin un atisbo de brisa en la sala. No sé cuánto tiempo estuve admirando su mágica hermosura, pero algo nos interrumpió. - Señora… Me he encontrado a Tosco en la cocina del palacio de Santa y hemos regresado juntos. -dijo Fulgur- Querida Aura, tu comida ha llegado. - Luminia, una última pregunta. -dije ignorando completamente la oferta de Fulgur-. - ¿Sí? -respondió de nuevo con una voz lenta y susurrante-. - ¿Podré volver a mi hogar? - Dentro de unos días, cuando la luna llena luzca en lo alto de tu mundo intentaremos visitarla, pero Aura… ese lugar ya nunca va a volver a ser el mismo al que tú llamas hogar… En ese momento Sombra, que había dormido plácidamente en una esquina del colchón en el que yo me encontraba se desperezó y se acercó curiosa a ver la cesta de comida que traía Fulgur y de paso, lo estudió con la mirada. Y este con una enorme sonrisa dijo: - Creo que es hora de comer para todos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD