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Betty

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Blurb

Betty se verá involucrada en un interesante triángulo amoroso, apasionante y excitante con un hombre contemporáneo con ella y uno mayor que ella. Lidiando con situaciones de la vida. Independizándose, siendo una buena hermana mayor. Intentando darle el ejemplo a su hermana menor. Una joven mujer que tiene aspiraciones y amigas increíbles. Lo que no experimentó en sus veintes o antes, lo hará comenzando sus treintas.

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Capítulo 1, primera parte
Betty Al ritmo de Shakira, me encuentro celebrando mi cumpleaños número treinta. Y aquí estoy, yo, bailando: te aviso, te anuncio. No estoy pendiente de mi público, tan solo celebro un año más de vida con mis amigas. Sí, la temática fue idea mía. Bromeando me vestí muy parecido a Shakira, como salía en el video clip de: Te aviso, te anuncio. Por supuesto, ese temazo tenía que sonar esta noche, sí o sí. Pero esta historia no trata de mis gustos musicales, sino de un hombre que casi me dobla la edad. Tiene cincuenta y cinco años. Él es tan, elegante, jovial, y jodidamente sensual. —¡Betty!, ¡Betty!, ¡Betty! —gritan en coro mis amigas. Me termino el chupito de gelatina con vodka. —Nenas, voy al baño. Ya vengo —digo y relamo mis labios llenos de gelatina, sabor a cereza intenso, mientras camino hacia el baño de damas. El baño queda en dirección hacia la barra, y el lugar está bastante lleno, ya que es sábado por la noche. Me bloquean el paso, por lo tanto tengo que alzar la vista porque el hombre es bastante alto. —Hermosa, ¿quieres que te invite un trago? —dice el hombre que me ha detenido. Sonrío sin mostrar los dientes. —No, gracias —respondo y me muevo para poder seguir mi camino, pero el sujeto me frena sujetándome por la cintura. Le doy un pisotón con el tacón de una de mis botas. Por supuesto, el tipo me suelta. —¡Oye!, solo estaba siendo cortés —se queja con mala cara. —Y yo te dije: «no gracias». Además, te desubicaste al agarrarme —digo mirándolo fijamente. —¿Todo en orden? —pregunta el barman. —No sé, pregúntale al caballero —digo mirando a Pedro, quien es el barman de turno. Lo conozco, es buen tipo. El idiota que me había sujetado por la cintura, sorpresivamente se disculpa y se aleja. —Gracias, Pedro —digo cuando el abusador se ha ido a su mesa. —No te preocupes. Tendré un ojo sobre ese tipo. Por cierto, te estás comiendo la noche —dice y me guiña el ojo. Sonrío y cuando al fin me dirijo al baño, me detengo al verlo. Por un momento pienso que es el mismo Johnny Depp en persona. Admito que lo estoy mirando de frente, sin disimular. Él está saliendo del baño; me mira a los ojos y me regala una sonrisa de medio lado. Sigo mi camino hacia el baño. Al salir, regreso a la mesa con mis amigas. —¡No!, No no no. No te sientes. Vamos a bailar esta —dice Jess agarrándome por el antebrazo. Frunzo el ceño. —¿Cuál? —pregunto. —Espérala. Esta —dice y comienza a sonar “Señorita”, de Shawn Mendes y Camila Cabello. Jess, Carina y yo, nos ponemos a bailar. Mis ojos se desvían hacia la barra, y ahí está el clon de Johnny viéndome. ¡Joder! Tan solo su mirada es más que suficiente para quedar a su merced. Sus ojos son muy expresivos y esa boca. ¡Joder! Solo había oído una vez esta canción, pero oírla por segunda vez con él mirándome bailarla, pues parece una canción hecha para nosotros dos. Después de una noche bastante movida, me voy en taxi hasta la casa de mis padres. Al llegar, subo las escaleras y me dirijo a la que siempre ha sido mi habitación por veinte años, ya que hasta mis diez, vivimos todos con mis abuelos. Lizzy llama a la puerta de mi habitación, la cual he dejado medio abierta. Sé que es ella, porque vi que tenía encendida la luz de su habitación. La habitación de ella y la de mis padres, tienen ventanas hacia el frente de la casa. —Hola, ¿qué tal la fiesta de cumpleaños/despedida? —pregunta entrando. —Hola, bien. La verdad me hacía mucha falta salir a divertirme. ¿Qué te mantiene despierta? —le contesto. —Estaba terminando algo de la universidad —responde sin mirarme a los ojos. Está distraída mirando hacia la amplia ventana que hay en la habitación. A Lizzy le encanta sentarse en las tardes en el asiento bajo de la ventana. Puede pasar un rato largo mirando el jardín trasero de la casa. Sonrío y alzo una ceja mientras saco de mi vieja cómoda una blusa holgada para dormir. —Y ¿cómo está Chad? —digo. Me mira con un brillo en los ojos al mencionar su nombre. Lizzy está muy enamorada de Chad, su novio. Comenzaron a salir hace un año. Sé conocieron en el cine. —¿Eh? Bien, visitando a su abuelo. —Lizzy —digo y me apresuro a ponerme a su lado, ya que veo que se le han empañado los ojos.—. No llores. —No lloro por ti —responde sorprendiéndome. —¿Entonces? —Me gusta aquí, tanto que elegí estudiar en la universidad estatal. —Lo sé... —comienzo a decir. —No. Tú crees que es por Chad que elegí la estatal, pero no —dice interrumpiéndome. —. No solo es por él, no soy el tipo de chica que perdería la oportunidad de ir a la universidad que desea por un chico. Me encanta mi trabajo en el centro comercial. Me gusta mucho esta casa. La universidad está muy cerca, podría ir hasta en bicicleta; pero ahora que te vas, mamá y papá tendrán toda su atención sobre mí. Sé que sueno egoísta. Sé que tienes treinta años de edad, y que tienes planes en Bronx, pero al irte, siento que no tendré la libertad que he tenido hasta ahora. —Lizzy, no tienes que sentirte mal. Puedes dormir en la universidad. Sabes que mamá y papá tienen cubierto todos los gastos. —Sí, aunque nunca he compartido habitación. Toda la vida he dormido sola —admite. —Lo sé, pero tendrás más libertad. Al menos que tengas ahorros para pagar un lugar, pero tendrías que igual compartir sitio con alguien, sino, mírame a mí. —¡¿Qué?! ¿Lo dices en serio? —pregunta mirándome sorprendida.— ¡Oh!, vamos, Betty. La abuela te dejó ese tremendo apartamento de regalo. Está recién remodelado. Cuando vi las fotos me enamoré. Sonrío con gracia. —Espera, no me estoy quejando. Me encantaría vivir sola allí, pero no me puedo quejar. Jess es demasiado generosa al pagar el condominio y servicios. Yo tan solo tengo que colaborar con la comida y limpieza del apartamento. Pero mi punto es, aunque desee vivir sola, pues, por ahora no será así. Sin embargo, el paso que estoy dando es gigantesco. Es mi apartamento, me dedicaré a trabajar en lo que me gusta, y... —Estarás a más de trece horas de distancia —dice con tristeza. —Lizzy, sabes que no me voy por lo lejos. Los amo, a ti y a mamá y a papá. —Lo sé —dice y sonríe más animada.—. No puedo creer que ames más el dar masajes —dice chinchándome. Le sonrío y niego con la cabeza divertida. —Lo sé, pero soy muy buena en eso. El día que logre tener mi propio spa, hermanita, será un sueño hecho realidad. ************************************************************************* Una semana después, me bajo del camión de mudanzas. Una hora después, me despido de la gente de mudanza y admiro la amplia sala de mi nuevo apartamento. Observo el sofá/cama, el cual todavía tiene una envoltura de plástico cubriéndolo. Jess lo compró ayer, apenas tuvo un tiempo libre, ya que es lo que le faltaba por comprar, y yo le hice el favor de pasar a buscarlo, hoy, para traerlo con mis cosas. La verdad, no tengo muchas cosas: mi cama, que también es nueva; fue un regalo de mis padres. Una cama King Size. Sí, es una cama grande de dos metros de ancho por dos metros de largo. Mamá y papá se sorprendieron de que quisiera una cama tan grande. La excusa fue que me encanta dar vueltas cuando duermo, pero la verdadera razón es que si llego a pasar la noche con alguien, pues quiero estar cómoda. Tengo una sola mesita de noche porque de tener dos, mi gran cama no cabría. De hecho, la mesita de noche está incluida con el apartamento. Mi abuela dejó unas cosas hermosas, todas nuevas a estrenar. Lo único que traje en el camión de mudanzas, fue la cama, el sofá de Jess, un mueble de Jess y sus pertenencias; por supuesto, mi ropa, libros y utensilios para la cocina. El apartamento tenía una cama nueva, pero no les dije nada a mis padres, porque de verdad el regalo que me dieron, me encantó. Lo que hice fue vender la cama, ya que tenerla en la sala, sería totalmente horrible; no pega con el ambiente y Jess ni siquiera necesita dormir como tal en el sofá/cama que compró, ya que no tiene necesidad de abrirlo. A ella le encanta dormir encima, por eso lo eligió, cuidando los detalles del mismo. Jess es enfermera anestesista. Tiene treinta y dos años de edad, y gana muy bien. Cuando supo que mi abuela me dejó el apartamento, me pidió vivir conmigo, porque el hospital donde trabaja queda cerca de aquí y no quiere rentar un apartamento. Está ahorrando para comprar la casa de sus sueños, sin embargo, me ayuda a pagar el condómino, es decir, los gastos del edificio, mantenimiento del mismo, más los servicios del apartamento. Como la sala es bastante amplia y la abuela no la amobló. Cosa que me parece bien, porque de verdad el apartamento parece como nuevo. La remodelación, más todo lo que tiene el apartamento, cocina, nevera, etc.; sin duda es bastante dinero invertido. Pero la abuela quiso que yo le diera mi toque personal. Por lo tanto, Jess compró un mueble muy bonito que sirve como cómoda para ella, en donde puede guardar todas sus cosas.

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