El Amor que me Guardabas

EL PRESENTE

—¡Mamá!— Escucho la voz de Ilan haciendo que me desconcentre del cuadro en el que estaba trabajando.

Volteo para verlo, y allí están sus preciosos ojos azules mirándome llenos de lágrimas mientras que corre hacia mí y debo agacharme para tomarlo en mis brazos —¿Qué paso hijo?— Pregunto abrazándolo con fuerza para que se tranquilice.

—Mi dedo— Habla entre sollozos y me separo un poco para tomar su pequeña manito y mirar el dedo que me muestra y me doy cuenta de que se ha cortado.

—Ven iremos a ponerle una bandita para que se sane, ¿sí?— Le propongo y limpio sus lágrimas con mis dedos.

—¿Una de Spiderman?— Pregunta con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Si, una de Spiderman— Respondo mientras que lo llevo al baño.

Con mucho cuidado, lo siento sobre la encimera del lavamanos y busco las banditas en el botiquín que guardo en el mueble —Mami— Vuelve a llamarme.

—¿Si hijo?— Pregunto mientras que abro la caja del botiquín.

—¿Y papá?— Cuestiona a su manera y creo que desde que empezó a hablar no deja de preguntar por él, y la respuesta sigue siendo la misma.

—Papá está lejos, está trabajando— Le vuelvo a explicar y no sé por cuanto tiempo más pueda mantener esa versión. Me paro delante suyo, y con mucho cuidado limpio su dedo y luego le doy un beso —Ya está, ahora sanara— Le digo mirándolo a los ojos.

—¿Lejos?— Pregunta y debo respirar profundo.

—Si, vamos, te lo mostrare en el mapa, ¿te acuerdas de que te mostré donde vivían tus abuelos y tus tíos?— Le digo mientras lo tomo en mis brazos.

Yo sé que mi hijo tiene apenas tres años, pero quiero que sea un niño muy educado y aprenda de todo en esta vida —Si, a un costado del mapa— Responde haciéndome sonreír.

—Exacto, en Estados Unidos, allí viven tus abuelos— Digo y beso su frente cuando vamos llegando frente al inmenso mapa del mundo que cubre una de las paredes de mi estudio —Mira, aquí estamos tú y yo— Le explico y señalo la ciudad de Roma en el mapa.

—¿Y papá?— Insiste —¿Dónde está?—

Me encantaría tener una respuesta clara a su pregunta, pero sinceramente no la tengo —Tú papá y yo nos conocimos aquí— Le cuento y señalo la ciudad de Viena —Fue hace casi cuatro años— Continuo y él sonríe —Esta ciudad se llama Viena— Le dejo saber y noto como su mirada se ilumina.

—¿Podemos ir a Viena?— Averigua y ni siquiera sé que responderle.

—Hijo, para eso deberíamos mudarnos. Además, ni siquiera sé si tu padre esta allí ahora, como te dije, él viaja mucho por trabajo— Trato de explicarle, pero al verlo tan triste, siento que mi corazón se me hace pequeño. De repente, nuestro momento se ve interrumpido cuando alguien llama a la puerta y mi corazón se acelera —Espérame, debe ser tu tía— Le digo mientras que apoyo sus pies en el suelo y asiente.

Rápidamente voy a la entrada de la casa, y abro la puerta encontrándome con mi cómplice frente a mí y una pequeña maleta —¡Hermanita!— Exclama sonriente y sin darme tiempo a nada, me abraza con fuerzas.

—¡Gracias por venir!— Le digo emocionada.

—No sabes todo lo que me toco hacer para que mamá no viniera conmigo, yo no sé cómo es que todavía no lo han descubierto— Comenta mientras que nos vamos soltando y me mira a los ojos.

—Perdóname, odio ponerte en esta situación, pero ya tengo demasiado con Ilan preguntándome por su padre como para que ahora papá y mamá sepan todo y comiencen a buscarlo por todas partes— Digo bajito para tratar de que mi hijo no me escuche.

Ella me da una tímida sonrisa de aliento —Tranquila, este será un secreto entre tú y yo hasta que tú decidas lo contrario, no me voy a meter en tu vida— Me asegura y sonrió.

—Gracias, pero ven, tu sobrino se muere de ganas de verte— Le digo ayudándola con su maleta y hago que entremos a la casa.

—¡Tía!— Exclama Ilan al llegar al salón y agradezco al cielo que mi hermana haya sido mi cómplice en los momentos más difíciles de mi vida y que lo siga siendo ahora respetando mi silencio en toda esta situación.