Caída libre

1775 Words
April Sentía como mis piernas temblaban, el elevador se estaba deteniendo, sabia a donde iba, era la opción correcta, no había aplastado algún botón equivocado, era el acertado porque ahí quería ir, a medida que avanzaba los latidos de mi corazón eran más lentos. Sentía temor, cualquiera lo pudo haber sentido, pero nadie estaba en mi posición, nadie sentía lo que yo estaba sintiendo. Estaba por llegar, algunos segundos y estaría abriéndole la puerta al presente fatal. La puerta se abrió, caminé hasta el lugar donde sabía que se acabaría todo, hasta el más pequeño de mis problemas, el viento era cálido, pero no debía disfrutar de él, no iba por la linda vista, estaba dispuesta a morir. Me paré en la orilla del edificio, no había nadie por ningún lado, no fallaría nada hasta que de repente... - ¿Qué estás haciendo? -dijo un muchacho bajándome de la orilla del edificio- ¿estás bien? ¿qué pensaste? Me sobresalté ya que no había visto a nadie según yo y mi torpe vista periférica, tal vez era un intento desesperado de mi miedo creciente. -Si... eh sí, estoy bien -dije mirándolo aún confundida por lo que pensaba hacer- ¿quién eres tú? ¿dónde estabas? No te vi al llegar ¿me conoces? Pero seguía tambaleándome entre la vida y la muerte, no me atrevía a dar un paso al frente pero tampoco hacia atrás. -Mira -dijo mirándome fijamente, tan fijo como podía- no quiero que te mueras de un infarto así que vamos a una cafetería muy linda que conozco a dos cuadras ¿qué opinas? Solo aléjate del barandal. Camine con él, no sabía su nombre, no sabía nada de él, solo sabía que íbamos a la cafetería y que me había desviado de mi intención real, no me dejo terminar de hacer lo que debí hacer. Me interrumpió y en ese momento estábamos yendo por un café. Bajamos el elevador en silencio, no sabía cómo o que hacer, sentía vértigo porque en ese instante en vez de bajar el elevador quizá estaría bajando a algún otro lugar donde ni siquiera tendría pulso. Caminamos hasta la cafetería que estaba a dos cuadras, al parecer era honesto ya que no estaba tan lejos, aunque en silencio si parecía mucho, entramos, el nombre era "Donde los sueños suceden" nunca había oído sobre esa cafetería, pero olía delicioso a café, estábamos esperando un pastel de fresa con un smoothie de galleta y unas galletitas de chispas acompañadas de un cappuccino. -Ahora dime bien todo -dijo mirándome fijamente- quiero saber porque ibas a saltar de esa manera, quizá pudiste haber quedado viva, aunque inmóvil. Si tú tuvieras unos análisis de sangre justo como los míos obviamente estarías queriendo quitarte la vida, bueno, acabar con dos vidas. -Yo... lee esto -dije tendiéndole un papel- es esa la razón, mi familia me asesinaría si lo leyera y ni siquiera sé quién es su padre, recuerdo un poco su cara, pero no del todo ¿seguro que no nos conocemos? tenía y tengo tanto miedo que volvería a subir a ese edificio.   Espero que no sea de la clase de moralistas que piensa meterse en las vidas ajenas. -Pero estas embarazada -dijo mirándome- pensabas matar a alguien que posiblemente ya esté creciendo ahí, en esa panza a la que le pondrás unas galletas y un cappuccino en unos minutos. -Lo sé -dije- pero ¿qué otra cosa puedo hacer? Diecisiete son la edad menos indicada para pensar en una familia, a todo esto ¿cómo te llamas? -Mi nombre es Nicholas -dijo mirándome- solo Nicholas, pero mis amigos me dicen Nick ¿y tú? ¿cuál es tu nombre? -April Williams, mis padres nunca han sido buenos con los nombres -dije echando una mirada melancólica- espero ser buena con eso de los nombres. -Lo serás April -dijo dándome una mirada que reconforta, estaba medio raro- yo estaba en ese edificio esperando el atardecer que me toca verlo desde este café, lo estaba esperando porque era un trabajo de la universidad, quiero ser fotógrafo, aunque a mi padre no le encanta mucho que digamos, desde niño me he dedicado a la fotografía y él esta indispuesto. -Nick, perdón, Nicholas -dije mirándolo y levantándome de la mesa- me tengo que ir, vivo muy lejos de aquí y debo volver temprano a casa, es muy importante estar ahí para cuando llegue papá, gracias por salvarme y nos vemos luego, te pagaré la comida. Iba caminando a casa, no sabía que iba a hacer, papá me asesinaría, en realidad tenía que atravesar media ciudad para llegar a mi casa, la atravesaría a pie, necesitaba con urgencia reunir toda mi fuerza necesaria porque papá me golpearía y quizá me echaría de casa. Nicholas no me parecía tan mala persona, le estaba altamente agradecida por haberme salvado, aunque en realidad no me salvo de nada porque me ponía en algo peor. Iba llegando a casa, en realidad era justo la hora en la que venía llegando papá porque estaba segura de que él me haría algo, en ese momento no estábamos aptos para un bebe y mucho menos uno mío. -Buenas noches mamá y papá -dije saludándolos- tenemos algo que hablar, sin más preámbulo... estoy embarazada. Sentí muchas cosas en ese instante, pero primeramente fue un golpe enorme que me atravesaba el rostro y después de un rato librándome de mi aturdimiento vi a papá aventándome ropa y sacándome a rastras de casa. No sabía qué hacer, mi madre no había hecho nada para defenderme y mi padre me tiró de todas partes insultos y maldiciones. Habían renegado de mí, pude haber hecho muchas cosas y solo necesitaba el apoyo de ellos, pude haber trabajado, necesitaba algo que me alentara a seguir, ellos no se habían enterado que estaba a punto de morir, que quise suicidarme y que me salvo un desconocido. Caminé por muchas calles, volví a la cafetería y si obtuve algo, era un muffin medio mordido y un vaso medio lleno de smoothie de fresa, a lado de él había galletitas con chispas de chocolate y un cappuccino con una nota que decía "A quien lo encuentre: espero y esto te sirva para sentir un poco menos el hambre que seguramente estas pasando, quizá fue una buena acción de parte de una linda chica y su futuro hijx. Buenas noches o días... lo que sea y buen provecho" Era increíble, la nota parecía hecha para mí, pero no era para mí, era para alguien en esta enorme ciudad, alguien con demasiada hambre, pero eso no me serviría para siempre, aunque podría estar un día fuera de esta cafetería intentando averiguar qué haría, supuse que a diario las personas desechaban periódicos y en ellos habría clasificados los cuales podía utilizar para buscar algún empleo. Por lo pronto dormiría ahí en la acera de la cafetería o en algún otro lugar donde no sintiera tanto el frio. Ni siquiera dormí algo, dormí muy poco, a decir verdad, demasiado poco. Quería que volviera mi cómodo colchón y mi habitación llena de cosas que me encantaban. Extrañaba tanto mis cosas, mi vida la extrañaba, me senté cuatro horas desde las seis de la mañana hasta las diez, recibí unos pedazos pequeños, pero nada que me llenara. De repente vi pasar un rostro conocido, quizá lo había visto en algún lado, no podía hablar mucho, tenía la garganta muy seca y estaba mareada. Solo logré gritar un débil "Nick" después vi todo demasiado oscuro para que fueran las diez de la mañana. -Al fin despiertas -dijo Nick mirándome asustado- me asustaste, yo voy seguido a esa cafetería con mis amigos, pero verte ahí en esa situación me asusto muchísimo ¿qué estabas haciendo ahí? ¡¡Contéstame!! Perdón por gritarte, pero tu situación es muy extraña, te quieres suicidar y al día siguiente mendigas comida para vivir. -Lo lamento -dije tartamudeando- perdóname, pero no tengo lugar a donde ir, necesitaba comer porque tenía mucha hambre y no sabía que hacer además... - ¿Qué es ese moretón? -dijo señalando mi ojo izquierdo- ¿te golpeaste? -Eh... si -dije mirando a una esquina vacía- sí, me caí, muy fuerte - ¿Y esta caída tenía dedos y pies? -dijo mirándome- eres una mentirosa muy mala, te golpearon ¿por qué lo permitiste? -Porque no morí -dije mirándolo- y creía que ellos me comprenderían. -Estas en mi casa, supongo que puedes quedarte aquí un tiempo, mis papás no notaran que estas aquí, ellos viven muy lejos de aquí pero no pasara nada, aquí dormirás porque es horrible dormir en la calle, cuídate mucho, eh... yo estaré saliendo a la universidad, podría decirse que, a diario, pero el refrigerador siempre tiene comida. -En realidad muchas gracias por todo lo que estás haciendo por mí, no me conoces ni nada y haces todo por mí, al menos brindarme techo, mira con todo respeto tienes todo desordenado y podría ponerle orden en lo que tú no estás. -Por lo pronto me voy, tengo cosas que hacer, nos vemos al regreso, no me robes, fue un chiste, lo lamento. Me quedé ahí en ese departamento, sola, sin saber que hacer o por donde comenzar, no sabía que tocar y que no tocar, no tenía reglas, solo me habían dejado ahí, como si supiera que hacer, como una visita más. Comencé ordenando todas las fotografías encima de una mesita que tenía en la sala y poco a poco fui terminando, después los trastes, el baño y su habitación. Al terminar me percate de que solo había una habitación, sin duda alguna no podía dormir ahí, esa habitación era para una sola persona, no era para mí, era para Nick. Yo sobraba en la casa de Nick, no tenía nada que hacer ahí. Espere varias horas, me dieron las once de la noche, doce y decidí dormirme, me quede en un sillón de la sala de Nick, eran muy cómodos, además supuse que él volvería cansado así que no pensaba molestarlo. Hasta que por fin me dormí. -Nena -dijo Nick mirándome- eres muy delgada, pude cargarte sin dificultad ¿hey? Despierta, necesito que estés despierta para esto: tú dormirás de un lado de la cama y yo del otro ¿entendido? -Si -dije tallándome los ojos- dormiré de un lado de la cama ahora bien ¿ya puedo dormirme? Me pesan los ojos muchísimo y tengo mucho sueño, podría dormir una eternidad. -Si, buenas noches princesa -dijo besándome la frente. En realidad, nunca había tenido novio, pero consideraba esa situación la situación más incómoda del mundo, nadie puede enamorarse de ti estando embarazada y si pasa al menos no será algo serio ¿o sí? Menos con un día de conocerte, no es una película bonita de amor.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD