Capítulo 1: Hace cinco años

2080 Words
Por fin Adam había aceptado salir conmigo, es decir, todo había sido muy rápido, el día de ayer no me había siquiera mirado y hoy quería salir conmigo. No puedo negar que la emoción se había apoderado de mí, era lo que había estado esperando casi toda mi vida. La sonrisa de mi cara no había desaparecido en toda la tarde, literal ya me dolían las mejillas. Adam me había dicho que en la noche pasaría por mí para ir a una fiesta. Hoy había sido el último día de clases, las vacaciones de verano comenzaban y después de tanto esfuerzo el próximo año iría a la universidad de mis sueños, y con la invitación de Adam parecía que todo me estaba saliendo bien. Cuando llegué a casa mi mamá me miró sorprendida, y yo no podía estar más feliz. —¿Por qué sonríes tanto Juli? —me preguntó, yo suspiré y me acerqué a abrazarla. —¡Adam me invitó a salir! —digo, ella me sonríe. —Por fin se dio cuenta de lo hermosa que eres —dice, yo asiento y suspiro, de esos suspiros que se llevan casi todo el aire de los pulmones, el típico suspiro de enamorada. —Eso creo madre, me pasará a buscar a las ocho —le cuento. Son las cinco de la tarde, a pesar de que era el último día, en el colegio no nos habían dejado salir temprano. —Ve a ponerte más hermosa, bebé —me indica dándome un beso en las mejillas. Muevo la cabeza en afirmación y subo a mi habitación. Mi madre era doctora, y pocas veces podía estar en la casa un día completo, pero daba gracias que hoy hubiera estado porque tenía que contarle. Me miré en el espejo, aún sonreía, me toqué las mejillas; yo sabía que era bella, los hombres jamás me habían faltado, pero era tímida, y solo tenía ojos para uno; Adam Rosales. Hace cuatro años que mi corazón era de él. Su pelo n***o, sus ojos verdes y su figura musculosa, claro sin agregar aquellas margaritas que se formaban en sus mejillas cada vez que sonreía, me habían cautivado. Y a pesar de que él nunca me miraba, yo no había podido olvidarlo. Nuestras rutinas eran diferentes, yo era un ratón de biblioteca y él un jugador de fútbol, era el popular, yo era la estudiosa, pero eso nunca me importo. Siempre quise que me mirara, pero nunca me atreví a hacer nada para acercarme, anhelaba chocarme con él en los pasillos al igual que pasaba en los libros, pero eso nunca paso, claro hasta ahora. Busqué mi mejor ropa; tenía buen cuerpo, me gustaba cuidar mi alimentación y de vez en cuando hacer ejercicio. Pero mi madre era hermosa y me había heredado su figura. Una vez que tuve lista la ropa me metí a la ducha, me tomé todo el tiempo del mundo, normalmente no me tomaba más de veinte minutos, pero esta vez puse música y mientras me enjabonaba el cuerpo y aplicaba la crema capilar, movía mi cuerpo al ritmo de la canción. El baile siempre me había gustado, tenía talento, había estado dos años en una academia de baile urbano, pero luego me di cuenta de que me ocupaba demasiado tiempo y estaba dejando mis estudios de lado. Cuando terminé, apliqué crema en todo mi cuerpo, tenía una pequeña obsesión con los productos para la cara, capilares y cremas. Sequé un poco mi pelo, y apliqué el aceite para el frizz, ya que a veces o más bien dependiendo de la época del año acostumbraba a ponerse bastante rebelde. Mi pelo me llegaba a las caderas y brillaba; sencillamente me encantaba. Cuando veo la hora son las siete de la tarde, me maquillo un poco; lo de siempre, mi delineador, un poco de sombra café e iluminador. Los tutoriales de internet habían ayudado a perfeccionar mucho mi maquillaje; un poco de perfume y ya siendo las siete y media estoy lista. Mis manos sudan mirando el reloj de la pared, me miro a cada rato en el espejo, me quiero ver linda, quiero que hoy todo salga perfecto, quizás este es el principio de mi historia de amor. Cuando el timbre suena, bajo corriendo con mi bolso cruzado, mi mamá me sonríe y me guarda dinero en la cartera pequeña en mi bolso. —¡Adiós mamá, deséame suerte! —digo, ella asiente. —¡Suerte, Juli! —dice. Abro la puerta y ahí esta Adam, guapísimo en una camisa blanca y unos pantalones n***o. —Hola preciosa —dice, el sonrojo hace entrada. —Hola Adam —digo como puedo, esta tan bello que la voz no me sale. Caminamos hacia su auto, lo miro y pienso que no puedo creer que esto esté pasando, soñé tantas veces con este momento. —Lo pasaremos muy bien hoy —dice cuando llegamos a la fiesta. —Estoy segura que sí —respondo sonriendo grande. Nos bajamos de su auto, la casa está llena de autos, es muy grande, y me asombro de que haya tanta gente, es decir, me imagino que adentro está lleno porque hay muchas personas afuera bebiendo. Adam da vuelta y llega a mi lado, coge mi mano tomándome por sorpresa y comienza a caminar conmigo hacia el interior de la casa, debe ser la casa de alguno de sus amigos, no los conozco, la verdad no veía nada más que a Adam. Tenía razón, adentro está lleno, voy caminando detrás de Adam, que se hace espacio entre todos los que bailan en la pista improvisada, y de algunos cuantos borrachos que chocan con nosotros. Llegamos hasta la barra improvisada, hay varios chicos bebiendo cerveza de un barril, algunos chicos que apenas pueden afirmarse de la barra de la cocina, varias chicas riendo con poca ropa, y en ese momento siento que estoy muy tapada. —¡Hasta que llegaste Cabrón! —dice un chico que apenas puede mantenerse de pie—. Tuve que comenzar con el barril, yo —dice, Adam mueve la cabeza y sonríe. —Habrías empezado con él aunque hubiera estado aquí —dice, el chico asiente riendo. —Es verdad —afirma. Una chica se acerca a nosotros, no sé su nombre pero la he visto con el traje de porrista, me mira de arriba abajo y me apunta con una uña bastante larga, lo primero que pienso es, ¿cómo va al baño con eso? —¿A quién traes Adam? —le pregunta. Me siento bastante tímida, así que solo sonrío, Adam me acerca a él. —Juliette —dice, yo saludo con la mano, y varios asienten, recibo miradas raras, pero no le doy importancia, miro Adam que me sonríe—. Te ves muy hermosa —alaga, deja un beso en mi mejilla, muy cerca de mis labios. —Gracias, tú también te ves guapo —respondo tímidamente, él sonríe. —Lo sé —dice, yo rio, es bastante vanidoso. —Vamos a bailar, ¿quieres tomar algo? —pregunta. Niego, me gustaba la cerveza, pero tomaba muy poco, y ahora quería estar muy sobria. —Bailemos —digo, Adam me dirige hacia la pista improvisada, me toma de la cintura y me acerca a él. Una canción lenta suena de fondo. Apoyo mis manos en sus hombros, nos miramos, mi corazón salta en mi pecho, y ruego porque las manos no me comiencen a sudar y él me las tome. Bailamos un buen rato, Adam se acerca a mi oído para que le pueda escuchar. —¿Te puedo llevar a un lugar más privado? —pregunta, accedo, quizás un lugar más apartado será bueno para comenzar a conocernos—. ¿Tienes sed? —me pregunta, yo asiento, Adam toma mi mano y me lleva hacia la cocina. —Bebida, por favor —le pido, él asiente, me da un vaso con bebida y él se sirve cerveza, vuelve a tomar mi mano dirigiéndonos hacia las escaleras, subimos a la planta de arriba y entramos a una de las tantas habitaciones, el nerviosismo se apodera de mí, la verdad creí que iríamos afuera o algo, pero no a una habitación. Adam cierra la puerta con llave, yo me quedo parada en medio de la habitación muy nerviosa y sin entender nada. —¡Bienvenida a mi habitación! —dice, abriendo las manos, se acerca a mí, me agarra de la cintura y se acerca a mí para besarme. Su beso es un poco tosco, pero no niego que me siento en el cielo, las manos de Adam comienzan a recorrer mi cuerpo, siento un pequeño deje de incomodidad pero trato de alejarlo de mí, quiero hacerlo con Adam, quizás de esta forma nos acerquemos más. Y la verdad es que lo estaba esperando a él. Adam se aleja de mí para sacarse la camisa, luego me saca la mía, y quedo en sujetador. Mis mejillas se tiñen de rojo, no lo puedo evitar, ningún hombre me había visto desnuda antes y estaba feliz de que fuera Adam. —Eres muy hermosa —susurra, comienza a besarme el cuello mientras me guía hacia la cama, me acuesta y comienza a bajar sus besos hasta mis pechos, pasa su mano por detrás de mi espalda y desabrocha el sujetador, miro hacia el techo porque no quiero mirarlo. Imaginé este momento muchas veces, pero por alguna razón no estoy completamente segura, y Adam parece desesperado desabrochando mi pantalón y bajándolo junto con mi ropa interior. Con sus manos comienza a tocarme, se siente bien, aunque no como imagine. Intento quitar todos esos pensamientos de mi cabeza y trato de relajarme. —Te juro que no olvidarás este día —dice sonriendo. Y pasa, dejo que Adam sea el primer hombre, le entrego lo único que es realmente mío, pero qué equivocada estaba. Cuando Adam se corre, se saca el condón y lo bota en la basura, luego me mira con suficiencia y ríe. —¿Acaso esperas que te abrace? —pregunta riendo, lo miro confundida y dolida por la forma en que se expresa, él mueve la cabeza—. Fuiste bastante fácil de engatusar, Juliette, sabía que no me costaría nada follarte, sé que has estado enamorada de mí por años —dice, me levanto rápidamente de la cama y busco mi ropa, tengo un nudo en la garganta y solo quiero salir de aquí. —¡Eres un imbécil! —le grito con los ojos llenos de lágrimas, él se encoge de hombros. —Me hiciste ganar bastante dinero nena —dice sonriendo. No puedo aguantar y las lágrimas caen de mis ojos sin parar, ¡me usó! Me pongo la ropa rápidamente y salgo, pero al abrir la puerta todos aquellos chicos que estaban anteriormente en la cocina se ríen de mí. —Si hubiera sabido que caías tan fácil, habría pedido yo la apuesta —dice uno de los chicos, aquello me cae como una puñalada. —Y pensé que yo era fácil —dice una de las chicas. La lágrimas no paran de salir de mis ojos, no puedo creer que todos se hayan burlado de mí. Adam aparece detrás. —Quiero mi dinero, ahora —exige, el chico que había hablado antes le da el dinero. Salgo corriendo bajo las risas de ellos, me limpio un poco los ojos porque veo todo borroso, nadie me ve llorar, cada uno está absorto en su mundo. Me han ridiculizado como nunca nadie lo había hecho, ¿por qué yo?, no le hacía daño a nadie, es más, ayudaba a quién podía. Adam se convirtió en mi peor sentimiento, el dolor en mi pecho era algo que nunca había sentido, cuando ya estuve alejada de la casa, un sollozo fuerte salió de mi pecho, las imágenes de aquella burla se repetían en mi cabeza una y otra vez. Me habían usado, me habían roto, se habían burlado de mí como si yo no fuera nada, ¿quién era tan enfermo como para disfrutar del sufrimiento ajeno? Adam era una mierda de persona, no sé cómo pude estar enamorada de él, pero ahora lo único que sentía era odio, hacia él, hacia los chicos por jugar con nuestros sentimientos. Esta noche no solo había cambiado mi vida, sino también mi personalidad. Juré mientras lloraba que nunca más volvería a enamorarme ni a confiar en un hombre.
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