I

2560 Words
Yo era lo que se considera, una chica descarrilada, no me gustaba la escuela ¿Por qué tenía que obedecer a esas personas solo por ser "adultos"? ¿Eso significa que como era menor no podía opinar? ¿Por qué tenía que hacer tareas, estudiar cosas que probablemente nunca volveré a utilizar en mi vida y escuchar consejos de personas que creen conocerme, pero no saben una mierda sobre mí? A mí me gustaba jugar, reír y bailar, sobre todo bailar. Cuando lo hacía, mi cabeza se desconectaba de la tierra, era feliz, y libre, un sentimiento que también conseguí, eventualmente, con las drogas. Recuerdo que la primera vez que llegué a casa intoxicada, mamá lloraba, mi papá se veía decepcionado, y eso era una mierda. Peor fue cuando llegué de esa manera una segunda y tercera vez. Creo que desde ese momento se dieron cuenta que eso seria constante. Les hacía daño, estaba siendo una malagradecida, una maldita malagradecida que solo le daba dolores de cabeza a los padres más pacientes que pudo haber en este planeta de mierda. Y lo intente, juro que lo intente, pero no podía evitarlo, no podía dejarlas, dolía, mi cuerpo dolía, sentía como que mi cabeza podría explotar en algún momento, y yo era débil, entonces decía que, después de unas pastillas, iba a olvidar como mi mamá sollozaba aferrándose a mi cuerpo aquel día que me consiguieron con una sobredosis. No funcionó. Así como tampoco lo hizo ese campamento de mierda en donde se supone que iba a rehabilitarme. Aun así, luego de mis habituales caramelos, podía acordarme de esa penosa escena con gracia y no con el dolor y vergüenza que normalmente me traía. Otro día, otra fiesta, otra vez amanecí en la cama de alguien que no conozco, desnuda y con dolor de cabeza, me dolía más que nunca, tanto que creí que había algo mal, así que llamé a mis padres. Sabía que ellos son los únicos que, aunque me regañaran y dijeran lo mucho que estoy desperdiciando mi vida, me llevarían a un hospital, me cuidarían y se preocuparían por mí. No los merecía, yo era una mierda, y ellos, unos ángeles, debí valorarlos, escucharlos y hacerlos sentir orgullosos de su hija, pero me di cuenta de ello tarde, muy tarde. Murieron en un accidente de tránsito mientras iban por mí, los chocó un tipo que iba drogado hasta las bolas. Vaya ironía, los mató un bastardo que tenía el mismo problema de su hija. Quisiera decir que después de eso me rehabilite, fui mejor persona, termine mis estudios y ahora soy una maldita doctora, abogada o agente de policía, lo que sea que los hiciera sentir orgullosos, quizás pude haber sido astronauta o piloto, después de todo, amaba sentirme por las nubes. Lo siento, fue un chiste de mierda. Lo que pasó en realidad fue que caí mucho más profundo de lo que ya lo estaba, pensé que no podía, pero siempre estoy superándome a mí misma. Jaja. Creí que no podría, pero siempre se puede caer más bajo. No tenía dinero, odiaba estar en casa, y no sabía hacer una mierda, pero necesitaba un techo y drogas, las necesitaba más que el aire, quizás podría morirme de una vez. Entonces me esforcé en coquetear con todo el que me garantizará dinero y un techo. Si mis padres estuvieran vivos, este sería otro motivo más para tirar la toalla, pero no importa, porque solo intento sobrevivir, y triste o no, lo único que he aprendido en la vida ha sido follar. Después de todo, el estudio si es importante y de algo pudieron haberme servido las clases, bueno, que mierda, las tenía que haber terminado, pero ya no hay manera que pueda hacerlo. Siempre supe que era una maldita idiota. No me preocupaba realmente lo que decía la gente de mí, tampoco sentía el sexo como algo especial, creo que fui tan usada mientras estaba inconsciente que dañaron algo dentro de mi cuerpo, incluso a veces, cuando despertaba, conseguía sangre y dolía, esa era una señal para buscar otro proveedor. Odio el dolor. En conclusión, no tuve una buena vida, pero para comenzar, yo no quería vivir, hace mucho que dejé de añorar y de soñar con un futuro, simplemente quería dejar de sufrir y de sentirme de esta manera, de sentir que era una basura. Recapacité sobre ello cuando me quedé en una plaza luego de haber huido de mi último benefactor. Estaba acostada en una banca, viendo el cielo, y me di cuenta que yo hacía todo eso no por liberarme de algo, o porque lo disfrutara, sino porque ya estoy cansada, pero soy demasiado cobarde como para lanzarme de algún lugar alto, tampoco podría cortarme, odio el dolor, también odio la sangre. Lo ideal, sería morir sin dolor, pero después de haber sobrevivido dos sobredosis, no creo que pueda morir a la tercera y odio el lavado estomacal y toda esa mierda médica que hacen cuando sufro una, así que, mientras consiga otro método, seguiré viviendo. No tengo otra opción. O eso creí antes de que, al terminar nuevamente en un hospital, me enterará que estoy embarazada, y nunca me penetraron tanto unas palabras como cuando esa enfermera me dijo que mi hijo morirá si sigo así, luego me dio una mirada que todavía me persigue en sueños, y rectificó diciendo que tal vez sea lo mejor, que no tendría una buena vida, yo no se la daría. Sinceramente, pensé lo mismo ¿Yo tener un hijo? ¿Hacer sufrir a alguien más? Quizás lo mejor que podría hacer por esa criatura seria abortarlo, le ahorraría toda mi mierda. Luego imaginé que, si mis padres estuvieran aquí, probablemente mamá lloraría y papá me daría una bofetada, para después abrazarme y garantizar que ellos me ayudarían con él, que juntos saldríamos adelante. No pude evitar llorar al recordarlos, tenía meses que no pensaba en ellos, porque tenía meses estando permanentemente ebria o drogada. Entonces fue cuando decidí que nadie más tenía que sufrir por mis decisiones. Robé algo de dinero del último niño rico con el que jugué y esa misma noche partí lejos de todo, hacía una nueva vida, una que no implicaba todo este pasado de mierda. Es difícil, una patada en el culo, pero solo tengo que ver esos ojitos azules, iguales a los de mi madre, para sonreír, levantarme y seguir adelante. – Mami – estoy agotada, mi cuerpo tan sudado que no veo el momento de tomar una ducha y quiero un trago. Pero no he tomado una gota de alcohol en casi cuatro años, no comenzaré ahora. Ni que mencionar de drogas. La ultima que obtuve fue después del parto y fue un jodido calmante porque el dolor estaba matándome. Sacar un niño de más de tres kilos por la v****a no es un paseo por el parque, y una mierda, pensé que moriría del dolor. Pero solo bastó tenerlo en mis brazos para que todo se quedara en el olvido. Y, hey, no todo es tan malo, al contrario, debería estar agradecida, porque sí, estoy agotada, pero desde hace un año que cambiaron a la jefa, y ya no estoy siendo tan cruelmente explotada como en ese entonces. Estoy agradecida que se hayan llevado a esa perra, y si me preguntan, espero que la hayan matado o la hayan hecho sufrir al menos. Una mujer que se presta para los abusos que había en el local, no merece ni siquiera ser tratada como una. – Mami, otra vez estás hacieno así – veo como mi hijo arruga la nariz y frunce fuertemente su ceño, incluso infla más sus cachetes. No puedo evitar reír al verlo de ese modo. No sé quién sea su padre, pero todos los días le agradezco por haberme regalado a este pedacito de cielo. – Oh ¿me veo tan horrible? – lo levanto en brazos para poder pasar al pequeño estudio en donde estamos viviendo y dejo las cosas tiradas por ahí. Anoche se me hizo tarde y casi que hasta dejo la cocina encendida, por suerte, Millicent, la adolescente que me ayuda cuidando a mi hijo, arregló un poco el desorden que dejé. Si pudiera, le daría un aumento, pero apenas me queda para nosotros y no pienso reducir la cantidad de dinero que va para la cuenta de ahorros de Lyon. Ese dinero irá destinado a su universidad y no pienso reducir costos de ahí. Mi bebé no pasará por lo mismo que yo ni de chiste, no lo permitiré. Y si cuando sea un adolescente me dice que no quiere estudiar, pues le daré la cachetada de su vida y se irá a estudiar porque sí. No, él no será como yo, no lo permitiré, él será un profesional. – No, mami es hemosa – escucharlo hace que todo el cansancio se esfume de mis hombros, pero por más que quiera mimarlo y adorarlo un poquito más, tiene que ir a la escuela. Y mi niño no faltará a menos que esté enfermito. – Tu eres más hermoso todavía, mi amor ¿quieres desayunar? – ¡Shi! – dejo otro beso en su frente antes de dejarlo en el piso e ir a la cocina. No soy la mejor, pero mi hijo adora cuando le hago emparedados y otros desayunos, así que con eso me siento satisfecha. >> Mami, ayer vi tomiquita con Milly y había un héroe… – escucho como mi hijo comienza a hablar sin parar sobre los capítulos de su programa favorito, amando como hace soniditos imitando las explosiones y batallas. Es mi príncipe adorable. – Suena a que fue un gran capítulo – pongo el plato frente a él junto con su vaso especial para que no derrame nada y su jugo de frutas. – ¡Shi! Samurái es muy bueno – Samurai es un yakuza y su programa favorito no es sobre un héroe sino sobre un hombre de la mafia japonesa buscando venganza, pero si mi hijo dice que es bueno, él es bueno y se acabó. – Eso es asombroso, ahora, a comer, se hace tarde – lo dejo sentado en su pequeña silla y mesa mientras comienzo a arreglar un poco, también me cambio por algo mas cómodo. Ya podré bañarme después. No me siento cómoda dejando a Lyon solo, la última vez que me di vuelta por un minuto se me cayó. Una vez termina, lo limpio, le pongo su uniforme y sin más, salgo con él en brazos hacia su escuela. – Mami la sora dice que tienes que venir ñana – asiento lentamente. – Tu profesora dice que tengo que venir mañana – repito lentamente para que vaya acostumbrándose a las palabras y vaya corrigiendo de a poco sus errores. – Shi – suelto una pequeña risa al verlo boquear un poco antes de simplemente asentir. Descubrí que le da coraje equivocarse y se desespera, es por eso que intento corregirlo sutilmente. No necesito que mi hijo de tres años empiece a estresarse por cosas como esas. – ¿Y te dijo por qué tengo que venir? – niega con la cabeza. – Renión o algo así – asiento y me detengo una vez estamos en la entrada de su escuelita. Saludo a lo lejos a la encargada y me concentro en mi hijo. – Te amo, haz caso, también haz tu tarea, y por nada del mundo vayas a irte con alguien que no sea yo ¿bien? – todos los días le repito lo mismo y todos los días mi niño obedece. – Shi, ti amo – no puedo evitar sonreír y dejo un beso enorme en su mejilla, lo que lo hace reír. Finalmente lo dejo en el piso y me despido un par de veces más antes de ver como entra a la escuela. Me quedo ahí un par de minutos más, hasta que finalmente doy media vuelta y me devuelvo a mi pequeño hogar. Limpio todo lo que ensucié mientras hacia el desayuno, arreglo la casa, recojo los juguetes y finalmente, tomo un baño. Este es el único momento que tengo para mí, por lo que me tomo mi tiempo bajo el agua caliente, pensando en cómo todo ha cambiado tanto. Al inicio, cuando comencé a trabajar en el club Mistery, todo parecía una maravilla. Sí, era bailarina exótica, pero era un buen horario y solo teníamos que bailar. Luego, todo fue pesadilla vuelta realidad. Brianna, la antigua jefa, nos explotaba, nos vendía como si fuéramos ganado y solo nos daba un pequeño porcentaje, alegando que eso era lo que valíamos. A mi realmente no me importaban sus palabras, pero sí me afectaba el poco dinero que nos pagaba. Tenía un niño de meses en casa que mantener, servicios que pagar, comida que comprar y una niñera que me cobraba semanal. Sin embargo, a veces me sentía un poco mal al ver como alguna de las chicas se deprimían tanto por estar siendo vendidas de esa manera, de hecho, creo que fui una de las pocas que aceptó ese trabajo por voluntad propia. El problema es que yo no esperaba ese trato ni ese sueldo tan reducido. Estuve a nada de dejarlo, pensando en que otro club trabajar. Por suerte, un hombre que parecía tan feroz como un oso, fue a visitarnos un día al club, y vio como Roxy, una de las más jóvenes y vulnerables, se quebraba, llorando por haber sido obligada a estar con un viejo asqueroso. Después de eso se llevaron a Brianna como si fuera una criminal y nunca más la volvimos a ver, luego llegó Sandra, una mujer mayor, mucho más amable y con nuevas reglas que nos hicieron sentir mejor y mucho más cómodas. Solo estaremos con clientes si así lo deseamos, de resto, nuestro único deber es bailar y entretener, podemos defendernos si intentan tocarnos sin nuestro consentimiento y ganamos mucho mejor que antes. Sí, no sé qué habrá pasado con Brianna, sinceramente, espero que esté pudriéndose donde sea que este. Tampoco tengo idea de quién es ese hombre, pero definitivamente estoy agradecida por todo lo que hizo por nosotras. Gracias a ese cambio pude mudarme y ahora vivimos en un lugar mucho mejor que el anterior, sigue siendo pequeño, pero ya no están esos horribles olores a humedad y moho, también inscribí a mi hijo a una buena guardería, y pude aumentar la cantidad de dinero que depositaba en la cuenta destinada a sus estudios. Puede que no tenga buena vida, es seguro que no la tuve antes, pero ahora tengo a Lyon y un buen ingreso para mantenerlo como se lo merece, y eso es todo lo que necesito para ser feliz. Creo que mis padres murieron avergonzados de tener una hija como yo, de igual forma, creo que, si estuviesen vivos, se sentirían decepcionados del trabajo que tengo, pero quiero creer que también estarían orgullosos del tipo de madre que soy. Porque sé que no soy una buena mujer, no fui una buena hija, ni siquiera soy una buena persona, pero si hay algo que no discuto y de lo que estoy segura, es que soy una buena madre, quizás no la mejor, pero amo a mi hijo con mi vida, y yo pienso hacer lo necesario para que no le falte nada.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD