1. Nuestra Nueva Vida

1287 Words
  [MATEO]   1 mes después: 15 de Julio Ha pasado ya un mes desde el día que Julieta y yo nos sentamos en aquel sofá con Maia y siendo sumamente cautelosos, le explicamos a Maia que yo era su papá. Fue difícil hacerle entender la complejidad del asunto y no es para menos, ni siquiera tiene cuatro años aun, y si a eso le sumamos todos los vacíos que hay en su historia, todo es aun peor. No pude darle una explicación de porque su madre nunca me hablo de ella, y mentirle no era una opción, tal vez se debió a que no sabia mi apellido y por eso no pudo encontrarme, o quizás porque simplemente no quiso hacerlo, la verdad eso sigue siendo un misterio aún.   Por otro lado, su abuela la dejo sin más tal y como ella fuera un paquete sin importancia y queramos o no, esto le ha afectado. Sé que Julieta esta haciendo lo que más puede para que ella no sufra, pero las pesadillas o “sueños feos” que ella tiene muchas noches parecieran decir que no todo esta bien con mi hija, y tal y como me lo ha recomendado mi psicólogo, aquí estamos entrando a la oficina de una psicóloga infantil para que vea a Maia y así poder saber como continuar este nuevo camino. Julieta es la valiente que se atreve a decirle a la niña que la doctora Bianca quiere hablar con ella un momento y que nosotros la esperaremos afuera mientras conversan. La veo asentir con un poco de dudas y después de darle un beso en la frente, Julieta se acerca a mi y me toma de la mano —ven, esperémosla afuera, la doctora jugara con ella mientras hablan, todo estará bien— me explica sabiendo que desde hace algunas semanas me esta costando mucho trabajo dejarla con alguien porque tengo miedo de que ella tome cada separación como un nuevo abandono.   —Solo porque la podremos ver a través del cristal— explico y sigo sus pasos hasta que salimos a la pequeña sala de espera para los padres que cuenta con un cómodo sofá y un cristal que permite ver hacia el consultorio, pero no del consultorio para afuera. —Amor, todo esto es necesario— me repite mientras nos vamos sentando y como siempre, extiendo mi brazo para que ella se acomode sobre mi hombro y así poder abrazarla. —Lo sé, es que si tan solo su abuela hubiera hecho todo esto de otra manera…— comento aun frustrado con la situación. —Pero lo hizo y ya no hay nada más que hacer que intentar que ella este lo mejor posible— me dice y me mira —hablando de todo eso, ¿Qué te dijo el abogado? ¿los exámenes de ADN bastaran para que puedas ejercer tus derechos como padre? — me pregunta un tanto preocupada. —Me explico que debía registrar una petición de paternidad, y una vez que hagamos eso, el juez nos dirá que prosigue, pero mientras tanto no tengo ningún tipo de documento que legalmente me permita registrarla en un jardín de infantes o todo eso… solo espero que se solucione pronto— le informo. —Ya veras como pronto solucionan todo y hacen que hasta lleve tu apellido— me alienta y hay una cosa que ella sabes hacer, es trasmitirme esa paz que muchas veces yo doy perdida mientras me ahogo en mi propio mar de dudas y temores. —No sé que haría sin ti a mi lado, has creado un vinculo tan hermoso con la niña, que siento que, si hay una razón por la cual ella sonríe todos los días a pesar de esas pesadillas que parecen atormentarla, eres tú, no sé como lo haces todavía— le digo siendo completamente sincero con ella.  Mi prometida se separa un poco de mi y me mira a los ojos —es imposible no tener una buena relación con ella, es sumamente adorable, tierna, y con esos ojitos puede derretirte completamente, eso sin mencionar su sonrisa— responde y amo la manera en la que habla de ella, cada día que pasa me enamoró más de esta mujer que definitivamente ha llegado a mi vida para transformarlo todo. Quisiera añadir algo a esas hermosas palabras que dijo de Maia, pero mi celular comienza a sonar, rápidamente lo saco del bolsillo de mi pantalón y al ver la palabra “mamá” en la pantalla resoplo —¿Qué pasa? — me pregunta ella al ver mi reacción. —Es mi madre— explico y me da una media sonrisa. —Supongo que se preguntara porque nuestra cena para conocernos ha quedado frustrada durante semanas— explica y asiento. —Lo sé… tendré que presentarlas a ti y a Maia todo de una sola vez, solo espero que no se descompense— bromeo. —Atiéndela— me dice cuando el celular sigue sonando y con mi corazón latiendo fuertemente, contesto la llamada y por si acaso se me puede oír del otro lado, salgo de la sala de espera hacia el lobby de la oficina y luego al pasillo. —Hola madre, ¿Cómo estás? — pregunto apenas respondo. —Esperando conocer a tu novia, así por varias semanas ya…— se queja y no sé si por los nervios o por su manera de decirlo, rio intentando que ella no me escuche. —Mamá, han ocurrido muchas cosas de las que tengo que hablarles, pero obviamente prefiero que sea en persona— explico sin querer dar muchos detalles. —Hijo, me preocupas— responde y sabiendo como es, probablemente ya se está formando una película en la cabeza. Respiro profundo, intento mantener la calma —no te preocupes madre, todo está bien, solo ha habido algunos cambios en mi vida, pero les contare todo a ti y a papá cuando los vea— le dejo saber. —Está bien, pero ¿Cuándo vendrás? — insiste. Sé que no puedo darles más excusas para ir, que, si no voy a ellos, ellos llegaran a mi casa sin decirme nada como lo han hecho anteriormente y eso sí que será un problema —el sábado estaremos allí— sentencio. —Perfecto, ¿les preparo el cuarto de visita? — cuestiona. —No es necesario, si se nos hace tarde me quedare en la casa de la playa, ustedes no se preocupen— le digo y dicho esto consigo que su conversación se centre en cosas menos importantes hasta que encuentro una excusa perfecta para terminar la llamada y así poder regresar con Julieta. —¿Todo bien? — me pregunta una vez que entro a la sala de espera. —No pude postponer más el ir a verlos y arregle para que el sábado vayamos a su casa— explico. —Que miedo, conoceré a mi suegra finalmente— bromea mientras me vuelvo a sentar a su lado y rio. —Le caerás de maravilla, ya verás— le aliento y sonríe. —Igual creo que le impactara más la noticia de que es abuela— comenta y sé que tiene razón. —Lo sé, eso me preocupa, solo espero que mis padres acepten a Maia— digo un tanto nervioso, pero ella como siempre tiene ese don de acariciarme donde hace falta para tranquilizarme. —Es una niña adorable, ya veras que todo irá bien— —Sabes, quizás pasemos el sábado a la noche y el domingo en la casa de playa que tengo cerca de donde viven mis padres— le comento y me mira sorprendida. —No sabía que tenias una casa en la playa— —Si, pero hace bastante que no voy…— —A Maia le encantara— murmura. —¿Tu crees? — cuestiono con ilusión y asiente. —Claro que si— me asegura, y nuestra conversación se ve interrumpida cuando la doctora Insua nos hace una señal para que volvamos a entrar al consultorio, y lo único que puedo pedir en estos momentos es que todo esté bien con mi hija y que pueda ser una niña feliz, solo eso… —vamos amor, veamos que nos dice la doctora— me alienta mi prometida haciendo que nos levantemos del sofá y entiendo que si estamos juntos, todo ira bien. 
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