prólogo

1094 Words
Levanta ese sombrero y álzalo en alto, tus esfuerzos han de estar ya finalizados, falta recoger lo que uno ha sembrado. Mis padres están muy orgullosos de mí, una de sus hijas ha terminado sus estudios y tiene una carrera, para la mayoría de padres ese es el mayor logro que se puede obtener de un hijo.  Siempre soñé con ser la directora de una gran empresa y que mi trabajo se viera recompensado. Todo parecía ser muy prometedor. Pero uno nunca sabe las oportunidades que te da la vida. “Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado.” - Napoleón Bonaparte. “Yo creo que nada sucede por casualidad. ¿Sabes qué? En el fondo las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos”. -Carlos Ruiz Zafón.     Marta tiene 25 años, estudió un grado superior en turismo, aunque también tenía la carrera de económicas, se colocó en una pequeña empresa en un puesto de atención al cliente. No ganaba gran cosa, pero ella se conformaba con eso, nunca fue muy exigente con ella misma ni pensaba que podría llegar lejos. No confiaba en sí misma.   Nunca pensó en cambiar su vida ni su forma de actuar. Ella se levantaba todos los días iba a su trabajo, volvía y se acostaba hasta el día siguiente. Esa era su rutina y no quería que cambiará, no quería cambiar nada. Así era su mundo. Su pequeño mundo. Se puso una de sus sudaderas favoritas, unas mallas negras push-up y sus zapatillas Nike. Cualquiera que la viera se pensaba que iba a hacer footing, pero no, iba a trabajar. Se sujetó el pelo en una cola y se preparó unas tostadas con un vaso de leche. El desayuno de todos los días. Da igual si un día le apetecía otra cosa, ella desayunaba eso siempre. Aun iba con tiempo de sobra para llegar puntual al trabajo, pero no tenía que hacer nada así que se montó en su coche y puso rumba a su trabajo. *** Llego al trabajo y aún no había nadie. La oficina no era de grandes dimensiones ni tampoco tenían las últimas tecnologías, la mesa de trabajo es como una gran línea vertical con sillas y separadas por pantallas. Ella era la primera como de costumbre se acomodó su auricular y se puso a revisar sus papales y las llamadas que tenía pendiente hacer. Esas llamadas tenían que ser las primeras en realizarse. Intenta siempre ser la primera y era la que más se esforzaba.   Poco a poco fue llegando la gente, había unos cinco o seis trabajadores contándola, entre ellos un chico rubio de ojos verdes que a veces intentaba quedar con ella. No estaba mal ni bien porque no se fijaba tampoco, no quería fijarse en nadie. Solo trabajar y terminar el día para empezar otro. No le gustaba cotillear en la empresa. Ella no siempre fue así, pero por circunstancias de la vida la gente cambia.   -Buenos días cariño, ¿de qué humor te has levantado hoy? -Buenos días Noelia, ya veo que al menos una de las dos ha dormido bien. Noelia era mi mejor amiga, cuando empecé en esta empresa y cuando me mude aquí, ella fue la que me explico cómo funcionaba todo tanto fuera como dentro de la empresa, también ha sido mi máximo apoyo al terminar mi relación. Ella era bastante más vivaracha y dicharachera que yo. -Esta noche nos vamos a ir a dar una vuelta a un sitio nuevo, tiene muy buenas críticas en las redes social y ya de paso a ver si encontramos algún buenorro y lo que surja. ¿Te ánimas?  - Ya sabes que a mí con Eko me basta. Me acuesto con él a ver una película y no necesito nada más y me ahorro el maquillaje y tener que elegir la ropa que solo de pensarlo me da una pereza. (mire hacia el cielo) -Marta, Eko es un perro, no una persona, no es lo mismo. Necesitas salir, que te del aire, que la gente vea que sigues viva, cambiar tu foto de f******k o **, por ejemplo. Eko no puede ser tu centro del mundo. Tienes que arreglarte y pensar ‘’hoy me voy a comer el mundo’’, no puedes dejar que el mundo te siga comiendo así. Te echo de menos. -Me puso pucheros. - Eko es mi fiel amigo, él nunca falla. Y tienes que reconocer que posa muy bien. Tiene muchos amigos y seguidores. No necesito demostrar que sigo viva.  -Bueno, tu piénsatelo, algún día tienes que pasar página, lo de Arturo no se lo esperaba nadie. -Ya...pero no significa que no duela o que no me acuerde. De momento me va bien así   Ella me miro, se le entristeció la cara y se fue a su puesto de trabajo. *** El día transcurrió sin problemas, Noelia no me volvió a decir nada y yo lo agradecí. ¿No podía pensar en volver a todo como si nada, cada día me sentía como si hubiese desperdiciado media vida y que había obtenido? Nada. No hice el descanso para comer, no tenía ganas. Cada vez que me acordaba de Arturo se me revolvían las tripas. Había perdido unos cinco kilos desde aquello y ya me animo para hacer más deporte con Eko. Acabé el día y estaba deseando volver a casa, con tantas llamadas me iba a explotar la cabeza. No podía aguantar una más. Trabajar en atención al cliente era duro y mal pagado. Lo único bueno de todo era que podía vestir como quisiese porque solo me veían mis compañeros y mi jefe. Había días que no sabía porque había aceptado el trabajo, otros días me acordaba de que necesito dinero para comer y no podía permitirme seguir estudiando así que se me pasaba y seguía en el trabajo. Eran ya las 20.00 pm me aseguré de haber recogido mis cosas y me dirigí a mi auto. *vibra el móvil Era un mensaje de Noelia recordándome que iban a salir en breve que aún tenía tiempo de apuntarme y de que me echaban de menos.  Lo deje en visto. No tenía ganas de contestarle. Ya le había dicho que no iba a cambiar de opinión. No hacía falta insistir. Me sentía sola y muy alejada de ellas. Aunque en realidad la única que se había alejado de la realidad era yo. *** Cogí mi auto, arranqué el coche y me fui para mi casa. Hogar dulce hogar.    
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