ENCUENTRO

968 Palabras
Andrew David Albert Daniel Conde De Sussex Enviude, hace diez años, no tuve hijos en mi matrimonio y estoy obligado a dejarle el título a mi descendencia los problemas económicos acabaron para mí desde mi matrimonio, pero no pude ser feliz al lado de Leticia, ella era extremadamente dulce y no pude ser feliz a su lado. Estoy seguro que el amor no existe, solo estoy cansado de pasar de cama en cama, ojala pueda encontrar a alguien a quien pueda soportar y que me pueda soportar. Como viudo las mujeres me persiguen en muchas formas; casadas, viudas y hasta las debutantes, estoy harto que me busquen solo porque tengo dinero, solo quise una mujer y ella está felizmente casada y tiene cuatro hijos… Bajo del mi BMW , entrego mis llaves para que retiren el auto del frente del palacio, mi nombre es anunciado como siempre, estoy en busca de una mujer dócil que pueda amoldar a mi manera ya tengo 38 años, ¡no pienso cambiar por nadie! He vivido lo suficiente para ganarme el respeto de la gente, no voy a dejar a mis amantes tampoco. Apenas, entro soy rodeado de féminas, madres regalándome a sus hijas, esta situación me incomoda, bailo con un par de debutantes, me parecen tal insulsas ¡sin voluntad!, es lo que busco ¡pero no llegan a despertar absolutamente nada en mí! Me aburren tanto que quiero salir al jardín para no dormirme aquí adentro, estoy aburrido y solo llevo veinte minutos aquí. A lo lejos puedo ver a Damiana, ¡preciosa como siempre! De la mano de del duque de Kent, si hubiese luchado por ella ambos seriamos un par de muertos de hambre ahora, hizo un buen matrimonio contrario a lo que se esperaba Creo haber estado enamorado de ella, nadie más a ocupado un lugar en este frio corazón… —Su majestad, quisiera presentarle a mi hija Ladie Sophia. — Me dice el Barón Warwick. —Un placer. — Dice ella inclinándose de manera elegante y pulcra ante mí, es hermosa, si piel blanca es impecable y tiene una hermosa sonrisa. —Me haría el honor de bailar esta pieza conmigo. — Le pregunto ofreciéndole el brazo, era el deber, —El honor es todo, mía majestad. — Dice con ampliando su radiante sonrisa. La tomo entre mis brazos bailando el vals, ella parece estar en las nubes, se mueve de forma exquisita el problema es que ¡no siento nada! No me atrae, nada en lo absoluto… Termina la pieza, y yo la devuelvo a su padre, hay tradiciones dentro de la monarquía que no han cambiado en siglos, es tan insulso todo, tal vez mas mañana los visite para iniciar el cortejo pertinente ¡necesito un heredero! Luche demasiado, me case con una mujer en apariencias rica ¡no tenía nada importante! Trabaje duro y amase una fortuna, la descuide tanto ¡pero no logro concebir! Y es que casi no la tocaba, cuando lo hizo, todo se complico y murió en el parto junto con mi bebe. El calor dentro del salón es insoportable debido a la aglomeración, así que salgo al jardín, parece no haber nadie, pero siento olor a tabaco ¡alguien fuma! Yo detesto ese olor me resulta nauseabundo, cuando estoy por alejarme veo en un área oscura un vestido, de color claro me acerco con curiosidad y es una dama quien esta fumando —Es asqueroso, lo que hace. — Le informo con mala cara. — ¿Quién le pidió su opinión?— Se levanta dándome la cara, la copia viva de la mujer que ame… A excepción que esta tiene unos magnéticos ojos verdes ¡y es una mal hablada! —No puedo evitarlo, debes ser la vergüenza de tus padres. — Le expreso solo para molestarla ya sé quien es de verdad esta preciosa. —Lo que sea, milord no es de su incumbencia, está muy viejo para meterse en lo que no le importa. — Discute. —Tampoco deberías estar en lugares oscuros, puede ser peligroso para una dama— Le cuestiono —Yo no corro ningún peligro. — Murmura, entre dientes alterada. —Obviamente porque usted no es una dama. — Le digo burlándome de ella Se acerca con los ojos entrecerrados y me da una bofetada muy fuerte, que no me esperaba me sobo la cara, ¡Estoy furioso! —No debiste hacer eso pequeña. — Le amenazo. — ¿Qué me vas a hacer?— Me dice alzando la barbilla, siento una electricidad recorrer mi cuerpo, me siento vivo ¡no recuerdo haberme sentido así en mi vida!.. La tomo con fuerza y el beso de forma agresiva, contrario a lo que espere la joven mete sus manos en mi cabello atrayéndome más, me devuelve el beso como una experta y ¡me encanta! Gime de forma apasionada, lo que es música para mis oídos. Cuando nos separamos tiene la vista nublada por el deseo yo estoy igual jamás un simple beso me había movido tanto. —Ves porque no debes fumar. — Le digo sobre los labios sacándola de su aletargamiento. — ¿Qué?— Pregunta, con los ojos dilatados a causa del deseo. —Fue el peor beso que me han dado en mi vida, tu aliento apesta. — Me burlo de ella. —Eres un imbécil. — Chilla intentando volver a pegarme otra cachetada. —No señorita, le enseño los modales que no le enseñaron en casa, la próxima vez que te atrevas a tocar mi cara, te doy tus merecidas nalgadas. — Le prometo, estoy excitado. — ¡Vallase al demonio!— Grita empujándome con fuerza y se va con paso rápido hacia adentro. ¿Cómo será de suegro Kent? —Me pregunto con una sonrisa en los labios.
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