Estamos recostados en la cama con nuestras piernas entrelazadas, las yemas de mis dedos dibujan círculos sobre su pecho mientras sus dedos acarician mi espalda, nuestras respiraciones acompasadas y nuestros cuerpos desnudos yacen lánguidos envueltos en las finas sábanas de satén azul cobalto; suspiro inhalando su aroma, acabamos de tener un momento perfecto
—George
—¿Sí?
—Te amo
—Y yo a ti, dulzura, estoy pensando en no ir a la cena en casa de mi sobrina mañana, quiero pasar tiempo contigo, aunque me tenga que quedar toda la noche en la mesa de póker del casino
Sonrío y levanto mi cabeza para luego besar su mejilla, está dejando todo de lado con tal de estar conmigo, es un hombre encantador, lo tiene todo, buen confidente, excelente profesor, un cómico por excelencia, un romántico
