—¿Aimara no venía con nosotros? —le pregunté a Aaron al abordar su camioneta. —No, por medidas de seguridad ella irá con Anderson y los otros escoltas, tú conmigo —asienta firme. —¿Son ideas mías o hay más escoltas? —le pregunto extrañada de ver tantos hombres alrededor de la casa de Aaron. —Tuvimos que redoblar el anillo de seguridad, por precaución —agrega al ver la expresión de mi rostro. Después de ello hicimos el viaje hasta el Ministerio en silencio. Solo hasta llegar al estacionamiento, fui capaz de hacerle la pregunta que lleva rato pulsando en mis labios por salir. —Esa persona de la que hablaban, ¿es un familiar de ustedes? —le pregunto de pronto. —No quiero tocar ese tema —responde seco. Guardé silencio. Decidí no insistir. Si él no estaba dispuesto a decirme algo al resp

