A la mañana siguiente, estuve a primera hora en mi empresa. Ayer al llegar a casa, mi madre y Aimara ya descansaban. Al salir de casa en la mañana tampoco las vi.
Al ver la hora, pude verificar que llegué con bastante tiempo de anticipación. En la empresa solo estaban los guardias de seguridad y mi persona. Opté por llamar a Anderson para que supiese que ya me encontraba a la espera de él y el resto de los chicos que nos acompañarán en la entrega. La ansiedad por acabar con Enrique me tiene nervioso, anhelante de la llegada de ese momento.
—Hermano, buenos días —me saluda Anderson al contestar mi llamada—, ya voy saliendo para la empresa.
—Buenos días —le respondo—, ya estoy aquí a la espera.
—Madrugaste —aduce.
—Desperté temprano, no veo la hora de ponerlo en su lugar —le contesto da
