Fui despertada pro un ruido, al abrir los ojos me sorprendió la luz del día colándose por las rendijas de las cortinas que fueron pasadas al descuido, y como una forma de castigo, por una rendija una luz pegaba directo a mis ojos. Tiré una parte de la cobija sobre mi rostro con intención de seguir durmiendo, pero una voz me sacó del adormecimiento que aún me abruma. —No creo que sea recomendable que hagas lo que pretendes, ya estás pasada de la hora —la voz de Aaron me recordó que pasamos la noche juntos. —¿Aún sigues aquí? —fue lo que le pregunté con la cobija cubriendo mi rostro. —Y aquí seguiré, ya te lo dije —me recuerda—, apresúrate a tomar una ducha o si gustas te ayudo, ya te demostré que soy bueno enjuagando tu cuerpo. De solo recordarlo y escucharlo de sus labios, un leve est

