Ella se detiene abruptamente, como si una fuerza invisible la hubiera frenado en seco. Sus ojos, abiertos de par en par, reflejan una mezcla de incredulidad y temor. La posibilidad de que su amigo haya descubierto lo sucedido mientras dormía le golpea de lleno, como un trueno que sacude la quietud de la madrugada. Su respiración se torna errática, fragmentada, mientras su mente corre en círculos, aparentemente intentando encontrar una explicación que aún no llega y dudo que llegue. Su boca se entreabre, pero ninguna palabra se forma en sus labios. En su lugar, deja escapar una risa nerviosa, entrecortada y vacilante, un sonido débil que se extingue antes de cobrar verdadera forma. Es como si intentara disipar el peso de la revelación con aquella risa quebrada, como si el gesto pudiera re

