Aidan se encontraba paralizado, incapaz de reaccionar ante la cantidad de preguntas que invadían su mente en un corto período de tiempo. Las incertidumbres se agolpaban en su cabeza, formando un torbellino imparable que lo dejaba inmóvil. Intentó recuperar la claridad; trató de recordar el propósito por el que había salido del salón y qué era lo que realmente estaba buscando. Pero el deseo de bajar las escaleras y enfrentarse cara a cara con los dos individuos que estaban abajo lo seducía de manera inquietante. ¿Qué reacción tendrían al verlo ahí, justo frente a ellos? La idea lo tentaba, pero sabía bien que sería una decisión contraproducente. Si se exponía de esa forma, quedaría totalmente vulnerable, dejando abierta la posibilidad de ser nuevamente atacado. No podía permitirse semejante

