MAFIA Y AMOR

1042 Palabras
CAP.20 - MAFIA Y AMOR A pesar de su personalidad ruda, Ágata quería brindarle todo su amor a Alfonso. En ocasiones no sabía muy bien cómo, porque era implacable con sus celos. Ella era muy segura en lo cotidiano, acostumbrada a tomar decisiones y dar órdenes, flaqueaba a la hora de reverenciar la pareja. Sentía que lo besaba mucho y a veces, muy poco. Había oído por ahí que el amor se construye y sentía que le faltaban herramientas, en referencia a lo amoroso. El amor es diferente de la pasión, pensaba, el primero requiere tiempo porque es de construcción, la pasión es urgente, no espera, quiere devorar ahora. Entendía que puede ser inconveniente para lograr y mantener el amor. Y sin él, ella, moría. El entorno natural de la Abadía era muy especial, y había sido elegido cuidadosamente. Ubicada en áreas remotas, rodeadas de colinas, bosques frondosos o campos verdes, ofreciendo tranquilidad y aislamiento para la vida monástica. Y para ellos. La joven lo invitaba especialmente por las mañanas a recorrer aquellos sitios donde podían hablar de todo sin temores. Nadie los había seguido hasta allá y ella tomaba las precauciones necesarias. Ambos se cuidaban, Alfonso estaba recobrando las fuerzas muy rápido y se había convertido en aquél vigoroso amante del cual ella se había enamorado. También era muy celoso. En una de ésas caminatas donde descubrían senderos apenas pisados, se acurrucaban en abrazos eternos, en besos curiosos hasta enloquecer de pasión. Nadie podía verlos. Daban rienda suelta a sus deseos, queriendo recuperar el tiempo perdido de la convalecencia. Ganándolo en promesas. Juramentos extremos de amor sinfín y muertes compartidas. La abadía estaba cerca de fuentes de agua, ríos y manantiales, que eran fundamentales tanto para las necesidades diarias como para la agricultura. Los monjes a su vez, también transformaban el paisaje con huertos, viñedos y jardines medicinales, creando un equilibrio entre lo natural y lo cultivado. Ella, enamorada, veía todo aún más bello. Era la Italia de su padre, de su madre y ahora de ellos. Alfonso también tenía raíces sicilianas. Y él, sin ella, moría. Él también sabía que ponía en peligro su relación al ser tan celoso, pero no soportaba que hubiera alguien más en la vida de ella. Deseaba ser exclusivo. Y no le temía al abogado, al marido de Ágata. Entendía que no era competencia. Sin hablar, ambos percibían que el amor se manifiesta en acciones más que en palabras, reflejando compromiso y lealtad. Si se protegían y cuidaban. Aunque los dos pudieran ser o mostrarse duros, el amor podía notarse en cómo se preocupaban por la seguridad y el bienestar del otro, siempre estando ahí en momentos importantes o difíciles. Y ellos sabían que eran incondicionales. Con gestos significativos, Su amor podría reflejarse en detalles importantes para su pareja, como preparar algo especial, recordar fechas importantes, o mostrar interés genuino en lo que le importa. Y con transparencia emocional, tal vez les cueste abrirse, el simple hecho de compartir sus pensamientos, sentimientos o vulnerabilidades puede ser una gran muestra de amor para alguien con esas personalidades. El respeto y apoyo eran valores no negociables, para ambos. Lo demostraban ofreciendo su apoyo y valorando a su pareja, incluso si lo hacían con gestos más firmes o acciones más prácticas. Entendían que los celos pueden tener un impacto significativo en las relaciones, y su efecto puede ser muy peligroso Si los celos son frecuentes y no se abordan, podían generar una falta de confianza en la pareja, lo cual era fundamental para una relación saludable., llegando a erosionar la confianza. Lo sabían. Además, los celos suelen dar lugar a discusiones o malentendidos, especialmente si una de las partes percibe una amenaza constante, real o imaginaria, hacia la relación, y aumentarían los conflictos. Si los celos no se expresan adecuadamente, se acumulen resentimientos o malos entendidos que dificultan la comunicación abierta y honesta, debilitándola. -Podemos fortalecer la relación, si los manejamos bien- se los oía concluir. -El punto clave está en cómo se muestran y manejan los celos. Si se abordan con empatía, podemos evitar que dañen la relación- otra respuesta. Ambos querían lo mismo y ponerlo en palabras no siempre era sencillo. Entonces acudían a lo que hacían mejor, enredarse en un abrazo casi siempre feroz, para darse mordisquitos y cosquillas que irremediablemente terminaba en la enorme erección que enloquecía a ella, que rápido llevaba a su boca hasta sentirlo estremecer y sacarlo para otra vez sentirlo dentro, corriéndose las bragas apenas, sin perder tiempo. Ávidos de lujuria, queriendo sentir el uno al otro, siendo sólo uno. Con voracidad, ansias locas, que aceleraban el final, deseado y odiado, hasta después de un descanso. Con el cuerpo agitado, corazones al viento y risas satisfechas y a ver quién ponía, dueño y señor, la pierna sobre el otro. Un desafío emocionante y permanente. Una relación marcada por emociones profundas, ya que ambas partes sentían con fuerza y protegían lo que valoraban. La pasión desbordante de dos personalidades intensas que tienden a expresar su amor de manera apasionada, con gestos grandiosos y un fuerte deseo de proteger y cuidar a la pareja. Con conflictos frecuentes, pero resolutivos. Donde la convivencia podía estar llena de discusiones ardientes, pero con la misma intensidad. Pareja que sabía reconciliarse, reforzando su conexión tras cada conflicto. Así eran. Un vínculo inquebrantable. A pesar de los roces, su lealtad mutua podía ser sólida como una roca. La rudeza y los celos, bien canalizados, se transformaban en una devoción feroz el uno por el otro. En permanente desafío de comunicaciones. Las relaciones entre personas de carácter fuerte, entendían, era una oportunidad para desarrollar habilidades como la paciencia, la empatía y el autocontrol. Un amor entre dos personas bravas y celosas, como una tormenta, poderoso pero hermoso, porque ambos trabajaban juntos para mantener el equilibrio entre la intensidad y la comprensión. El regreso obligado, por los animales salvajes y los salvajes que quizás los buscaran. El regreso no querido, para no manchar el recuerdo del amor que mejoraba con los días. Que lo hacía superior, con tanto escabullirse y escapar. Con el agregado de la adrenalina de nunca poder estar en paz., aún en paz. Pero aferrándose al otro, como infectados por el mismo mal. Mafia y amor.
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