ÁGATA

MAFIA Y HOMOSEXUALIDAD

CAP. 25 - MAFIA Y HOMOSEXUALIDAD

En la Sicilia de los años 30, las reglas sociales estaban hondamente arraigadas en tradiciones patriarcales y valores relacionados con la fe. Estas normas influían directamente en las relaciones personales, definiendo patrones estrictos para hombres y mujeres, y limitando las libertades propias en áreas como el amor, el matrimonio y la declaración de la identidad.

Las relaciones estaban ceñidas por el honor familiar, un concepto fundamental en la cultura siciliana. Los matrimonios, por ejemplo, solían ser convenios estratégicos para fortalecer alianzas entre familias, más que un vínculo basado en el amor romántico. La infidelidad y el procedimiento que se considerara fuera de las normas aceptadas eran vistos como amenazas graves al honor y podían tener derivaciones rigurosas, inclusive violentas.

La expresión de emociones y muestras de cariño fuera de lo que se consideraba corriente, quedaba sujeta a la condena social. Dichas presiones sociales creaban una atmósfera de secretismo y miedo para cualquiera que se descarriara de las expectativas usuales.

Sin embargo, el espíritu humano siempre ha buscado formas de hacer cara y acomodarse. Aunque las relaciones fueran rigurosamente vigiladas, las historias de amor oculto y los desafíos a las reglas reflejan la capacidad de las personas para encontrar momentos de unión y legitimidad. Es un panorama complejo lleno de matices.

La sociedad estaba profundamente influenciada por valores tradicionales y religiosos, lo que hacía que temas como la orientación s****l fueran tratados con mucho tabú. En el contexto de las familias mafiosas, la lealtad y la imagen pública eran fundamentales, y cualquier cosa que pudiera percibirse como una amenaza a esa imagen probablemente se enfrentaría con rechazo o incluso crueldad.

La vuelta de la joven Jefa, ahora, resultó dilatada y tediosa. Usaron disfraces que los mismos monjes proveyeron e identidades falsas. No tuvieron mayores inconvenientes. Sólo un poco de tristeza al despedirse de Italia. Volvieron con el gato, que pareció no darse cuenta del cambio de zona ni horario. En una jaula lo cargaron en la bodega del avión. Nada se le negaba a una monja tan bonita y con ésos enormes ojos verdes…

Así como salió, pudo entrar a su casa, y Tono se revolvió un poco inquieto cuando al final pudo reconocerla. Un abrazo confirmador de fidelidad eterna, la contuvo un rato. Le mostró aflicción, primero y alivio después. La puso al tanto de los negocios rosarinos y le agregó que su esposo otra vez estaba en Estados Unidos, resolviendo otros entuertos. Lo que menos esperó es que dentro de sus labores mafiosas pudiera encontrarse con Vito y su dilema. Vito, un joven que conocía de una vida

Un m*****o de la mafia que había sido descubierto teniendo una relación homosexual, con todo lo que este descubrimiento conlleva, le rogaba que lo ayudara. Y ella al principio, se mostró renuente a recibirlo, pero por fin lo escuchó. Terribles tensiones entre su identidad personal y las estrictas normas de masculinidad y lealtad dentro de la organización, había provocado entre los que lo descubrieron. Tono y ella agradecían que Rosario no fuera Sicilia, aunque no se dejaban engañar. No sería fácil.

Lo increíble para Ágata, fue admitir que nunca lo hubiera sospechado. Es más, alguna vez se sintió tentada a besarlo. Tenía la boca con los labios más suculentos que recordara haber visto. Era muy guapo y con una belleza inusualmente viril. Aceptado en las filas que por entonces comandaba el Don, por su valentía y arrojo. Hoy, no podía reconocerlo detrás de aquellos ojos llorosos, que le imploraban por su vida. - Me la juraron-, le decía, mis compañeros me hicieron a un lado y Angelo, prometió que me mataría-.

Cuando su orientación s****l se hizo pública, Vito enfrentó un rechazo brutal por parte de sus compañeros, lo que lo obliga en principio a huir y buscar una vida diferente lejos de la mafia. Sin embargo, regresa cuando se entera de la vuelta de su amiga, Ágata. Su intento de reconciliar su identidad con su pasado mafioso lleva a un desenlace que pudo ser trágico. Una noche lo interceptan saliendo de una farmacia y le clavan un puñal en el bazo, abandonándolo para que se desangre. Una vez más, las normas rígidas y los prejuicios pueden destruir vidas, incluso en un mundo tan inhumano como el de la mafia.

Por fortuna enseguida llamaron a una ambulancia y pudo salvarse. Nadie supo quién lo había salvado con apenas una llamada.

Para las organizaciones mafiosas, la violencia es un instrumento, no un fin en sí mismo. Dada la imposibilidad de acudir a la justicia, las mafias han designado un conjunto de normas para controlar las tensiones que puedan provocarse en las actividades ilegales, y un control extremo de sus miembros.

Sin olvidar que en los años 20 o 30, ser homosexual se consideraba uno de los peores males que podía tener una persona, y las posiciones más progresistas en aquel momento eran las de desear una cura.

Las normas sociales en Sicilia eran extremadamente estrictas, y trasladadas a Rosario, no menores. La homosexualidad era vista como un tabú que podía poner en riesgo la notoriedad de las familias mafiosas. Si un m*****o de la mafia tenía relaciones homosexuales, probablemente se mantenían en un secreto total debido al temor de revanchas y a la repercusión en la comunidad.

La sociedad se dirigía mucho a la imagen de masculinidad tradicional, y cualquier desviación era vista como una amenaza, no solo para la persona involucrada, sino para toda la familia. A pesar de este contexto hostil, es posible que existieran casos que no llegaron a saberse debido al miedo y al control que ejercía la mafia en sus círculos más cercanos.

Ágata lo llevó a su fila más cercana, y le encomendó a Tono que lo protegiera. Ella sabía lo que era sufrir por un amor. Sabía lo que era cometer errores, también por una alocada pasión. Fue, increíblemente, su primera orden desde que ejercía como Jefa. Lo escuchó, y permitió que se quedara. En las filas de sus maleantes, la desconformidad, levantaba nubes.