4. Amigos.

2195 Palabras
Amelia POV Cojo un vestido de verano de mi bolso y unas sandalias para estar lista cuando llegue Lily. Me siento en el sofá y una hora después llaman a la puerta. Primero miro por la mirilla, pero no es Lily. Tampoco es Atlas, así que abro la puerta.   —Hola, Amelia, ¿verdad? —dice el joven.   —Sí, ¿cómo sabes mi nombre? —Lo siento, soy John. Lily me ha pedido que te traiga algo de cenar y que te avise de que subirá en cuanto pueda. Tuvimos unos invitados revoltosos con los que ella está lidiando.   Empuja el carrito que no me había dado cuenta que tenía. Esta vez sólo tiene un plato cubierto. —Gracias, John. —De nada, llama a recepción si necesitas algo más.   —Lo haré —digo antes de cerrar la puerta echándole el pestillo. John es humano, así que no tengo motivos para pensar que sabe quién soy o quién es Atlas. Además, me muero de hambre y la comida huele bien. Ya siempre me muero de hambre. Me preocupaba que, con todo lo que ha pasado, no pudiera comer, pero por suerte aún tengo apetito. Me pongo la mano en el vientre. ¿Le estás dando hambre a mamá?   Tomo asiento y destapo el plato. Dios mío, es pollo Alfredo. Me encanta la pasta y la salsa blanca es mi favorita. Empiezo a comer con gusto. Casi he terminado cuando vuelven a llamar a la puerta.   Voy y miro por la mirilla y esta vez es Lily. Entra y ve mi plato comido.   —Me alegro de que te haya gustado la comida. —Sí, espero que tú también hayas comido algo.   —No te preocupes por mí, no estoy creciendo como persona. Comeré cuando lleguemos a mi apartamento. ¿Estás lista para ir a ver el apartamento? —Absolutamente —digo y nos dirigimos a su coche.   —En realidad hay un apartamento abierto a tres puertas del mío. —Eso es genial, conoceré a mi vecino —me río. Entramos en un aparcamiento anexo al edificio de apartamentos—. Tendrás una tarjeta para entrar en el aparcamiento.   —Este complejo de apartamentos es bastante seguro. El dueño se preocupa de verdad por la gente. ¿Recuerdas que dije que la gente me ayudaba cuando no conocía a nadie? —Sí, lo recuerdo —digo.   —El dueño del edificio era una de esas personas. Es maravilloso que realmente se preocupe por la gente que le alquila. —Estoy segura de que eso no es algo común. Entramos y nos dirigimos a un mostrador. —Hola Mark, esta es Amelia, la chica de la que te hablé. Un hombre que supongo que es el responsable está detrás del mostrador. —Encantado de conocerte, Amelia —le estrecho la mano y él sale alrededor del escritorio con un juego de llaves—. Sígueme y le enseñaré el apartamento.   Entramos en un ascensor y nos llevaron a la tercera planta. Pasamos dos puertas y nos detenemos ante la tercera. En la puerta pone 315. —Mi apartamento es el 317—dice Lily.   Sonrío porque me alegro mucho de haber conocido a Lily. Abre la puerta y entramos. Echo un vistazo y, sinceramente, me encanta. No es lujoso, pero no necesito lujos. Tiene dos habitaciones, lo que es perfecto para mí y mi cachorro. Tiene una cocina pequeña y un salón de buen tamaño. —¿Qué te parece, Amelia? —me pregunta Mark. —Me lo quedo, es genial —Lily salta arriba y abajo como una adolescente—. ¿Cuándo podré mudarme? —En cuanto estés lista. Necesitaré el primer y el último mes de alquiler y luego las llaves son tuyas —saco el dinero del bolso y se lo doy—. Aquí tienes querida, tienes un nuevo apartamento.   Con la tormenta de mierda que ha sido mi vida en los últimos días, estoy realmente feliz en este momento. Mark se va y Lily me lleva a su apartamento. Es exactamente igual que el mío, pero el suyo, por supuesto, tiene muebles. Me siento en su sofá y me trae un vaso de agua.   —Mañana… si quieres podemos ir de compras si tienes dinero. Pienso en mi cuñado y la tristeza me invade un poco. Elías era tan amable y no puedo imaginar por lo que está pasando ahora mismo.   —Lo siento, si no quieres no pasa nada —dice Lily. Ella debe haber visto la tristeza en mi cara. —No, estaba pensando en otra cosa. Me encantaría ir de compras contigo. —No voy a presionarte para que hables conmigo, pero que sepas que puedes hacerlo si alguna vez quieres.   —No puedo agradecerte lo suficiente toda la amabilidad y tu amistad. —Entonces, es una cita, mañana de compras —dice Lily.   Conducimos de vuelta al hotel ya que realmente no puedo quedarme en mi apartamento hasta que consiga una cama. Salgo del coche y me inclino por la ventana.   —Gracias, otra vez Lily. ¿A qué hora debo estar lista para mañana? —Te recogeré y podremos desayunar. —Entonces sobre las nueve. Me despido con la mano y me dirijo al hotel. Mientras camino, tengo la extraña sensación de que me observan. Al pasar por la recepción, el chico de antes, John, me saluda. —Buenas noches, Amelia —me dice.   —Buenas noches —le digo, y subo al ascensor.   Hay algo extraño en él, pero no me asusta. No es extraño como un trepador. Es simplemente extraño. Llego a mi piso y saco la tarjeta-llave del bolso. Una vez dentro, decido darme una ducha. Mientras me ducho, pienso en las cosas de las que he podido olvidarme por un rato hoy. Miro mi creciente barriga. No puedo creer lo que Atlas nos ha hecho. No, no voy a seguir dándole el poder de molestarme. —Eres fuerte, Amelia —dice Star.   —Las dos lo somos —sonrío.   Una vez seca y en pijama, vuelvo a sentarme en el sofá. Miro el teléfono que he dejado sobre la mesa. Pienso en la última conversación que tuve con mi madre. Pienso en no verlas y en tener este cachorro sin ellas.   —¿Por qué no les llamas Amelia?. Ellos no son los que te hicieron daño —dice Star. —Van a querer que vuelva a casa y eso no puede pasar. Sé que mi madre piensa que estoy equivocada porque ninguno de nosotros pensó que Atlas pudiera hacer algo así.   —Amelia, tus padres te quieren. Si entendieran lo que hizo te apoyarían. Puedes hacerles entender que no te equivocas. Me lo pienso unos minutos antes de descolgar el teléfono.  Marco el número y mi madre contesta al cuarto timbrazo.   —Amelia, ¿eres tú?   Tomo aire. —Sí mamá soy yo.   —Amelia, ¿dónde estás? Por favor, deja que vayamos a buscarte.   —Mamá, no puedo. Ya te conté lo que pasó. Me traicionó y pudo haber lastimado a mi cachorro. No quiero hablar de él. Sólo quiero que sepas que estoy a salvo.— —Amelia realmente no puedes creer a Freya después de todo lo que ha hecho.   Ahora estoy definitivamente confundida. Atlas es tan culpable como Freya. —Freya no tiene la culpa de las acciones de Atlas. —Fue un participante voluntario en la aventura. —Amelia, no estoy hablando de las mentiras que te dijo. Freya mató a Elias a sangre fría. Mató a su propia pareja porque quería a la tuya. Siento como si la habitación se cerrara sobre mí y se me revuelve el estómago. No puedo haber oído bien a mi madre. —Mamá… —digo antes de que una voz que nunca quise oír esté al teléfono.   —Amor, por favor, puedo explicártelo todo.   Ha llamado a ese imbécil después de todo lo que le he contado.   —Que te jodan Atlas, te he oído con ella. —Te juro Amelia que nunca tocaría a otra mujer.   —Puede que hayas engañado a mis padres, pero sé lo que he oído. Olvídate de mí y de mi cachorro. Tengo la intención de olvidarme de ti, gilipollas infiel. Cuelgo y corro al baño. No he vomitado desde el principio de mi embarazo, pero pensar que Elías está muerto me pone enferma. Atlas POV Estoy en el despacho cuando recibo un aviso de la madre de Amelia de que está al teléfono. Ni siquiera respondo, me dirijo a la casa. Cuando llego, su padre me deja entrar.  La madre de Amelia me pasa el teléfono. La oí decirle a Amelia que Freya mató a Elias antes de verme. No puedo preocuparme por eso ahora. Le suplico que me crea pero no me escucha. Cuando dice que piensa olvidarme, Silas sale a la superficie. La línea se corta y tiro el teléfono, rompiéndolo contra la pared. Miro a mi suegra y parece sorprendida y aterrorizada. Obligo a Silas a calmarse.   —Lo siento —les digo a ella y a mi suegro—. Repondré el teléfono.   Me pone la mano en el brazo.   —Dale unos días y espero que vuelva a llamar.   —Estoy perdiendo la cabeza, no puedo perderla a ella y a mi cachorro —me abraza.   —Todo va a salir bien, Atlas. —Gracias, no sé qué haría sin tu apoyo. Vuelvo a la casa de la manada. Le digo a Neal que venga a mi oficina. Unos minutos más tarde llaman a la puerta.   —Entra Neal —hice de Neal mi Beta desde que era jefe guerrero y me ha apoyado desde la muerte de Elias—. Neal, Amelia llamó a sus padres de nuevo. Necesitamos encontrarla. ¿Los rastreadores han podido averiguar algo?   —Los rastreadores fueron a todas las ciudades y manadas humanas en un radio de dos horas de la manada y no han encontrado nada —golpeo mi escritorio con el puño. —¡Entonces diles que vayan a tres horas! —grito.   —Alfa, por favor, cálmate. La encontraremos pero tienes que tener fe. Dijiste que llamó a sus padres, deberíamos poder conseguir el número de su teléfono. Podemos ver si alguno de los contactos de la manada puede rastrear el teléfono. —Gracias, Neal. Lo siento, por gritar. —Alfa no puedo imaginar que mi compañera desaparezca, especialmente mi compañera embarazada —le digo arreglar el teléfono de mis suegros y se va.   —Ella nunca te va a perdonar por follarte a esa puta. —Cállate Silas, sí lo hará. Lincoln POV —Alfa Lincoln, ella se muda a tu complejo de apartamentos. Pagó dos meses de alquiler. —Bueno, sabemos que planea quedarse por un tiempo. ¿Averiguaste algo más sobre por qué dejó su manada mientras está con el cachorro? —No Alfa, tengo la sensación de que algo malo le pasó.   —Iré a la ciudad para ver cómo están las cosas. Todavía me gustaría conocerla y tener mi propio sentimiento sobre ella. No quiero que se sienta amenazada pero necesito asegurarme de que sea lo que sea de lo que huye no afectará a mi manada.   —Por supuesto, Alfa. No se mudará hasta dentro de unos días. —Bien, estaré en la ciudad en tres días.   Cuelgo y empiezo a trabajar en mi papeleo. Michael me avisa de que la patrulla nos necesita en la frontera. Bajo las escaleras y salgo del establo. Me muevo y Talon despierta.  Félix, el lobo de Michael, se une a mí mientras corremos. Llegamos a la frontera y los guardias nos están esperando. Nos cambiamos y nos ponemos los pantalones cortos. Me miran a los ojos. —¿Qué está pasando?   —Alfa, hemos captado el olor de lobos cerca de la frontera de la manada. —¿De cuántos pícaros estamos hablando?.   —No, alfa, no de lobos desertores. Tenían el olor de los lobos de la manada. Si tuviera que adivinar diría que de tres a cinco por lo menos basándome en la fuerza de su olor.   Enlazo a los guerreros de la manada. Quince guerreros llegan a la frontera.   —Quiero que todos busquen sobre la frontera de la manada y quiero un informe inmediatamente si encuentran algún lobo que no pertenezca aquí. —Sí Alfa —dicen al unísono.   Se mueven y despegan sobre la frontera.   —Michael sígueme a mi oficina ahora —cuando llegamos a mi oficina, le cuento a Michael sobre la loba embarazada que vino a la ciudad humana. Estos lobos tienen que estar conectados con ella. Por qué si no, no estarían los lobos de otra manada cerca de nuestra frontera. —Estoy seguro de que saben que podría comenzar la guerra si invaden sin permiso.   —Michael, si tu compañera, que estaba embarazada de tu cachorro, desapareciera, ¿tendrías miedo de enfadar a otro Alfa? —No, probablemente no, pero estoy tan confundido como tú. ¿Por qué una loba embarazada dejaría a su compañero y manada? A menos que algo realmente malo esté pasando. —Eso es lo que temo Michael.
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