El cuerpo de Mattias se estremeció ligeramente y sus manos se volvieron puños sobre la cama mientras sentía los labios de Devak descendiendo por su cuello, succionando con dulzura antes de raspar sus dientes, dejando un camino de marcas a su paso. —Tu piel es tan suave y pálida —murmuró el alfa, arrastrando su nariz mientras bajaba hasta el centro entre sus clavículas, donde planto un beso—. Solo una simple succión y dejo una bonita marca roja en ella —expresó, descendiendo hasta su pezón izquierdo. —Devak —gimió el omega, alzando sus manos para colocarlas sobre la cabeza del alfa cuando este capturó la pequeña protuberancia con su boca. —Solo mira, tu cuerpo ya está comenzando a reaccionar a mí —exclamó, atrapando entre sus dientes el pequeño botón rojo pálido. —P-pensé que no ibas a

