A la mañana siguiente
Empecé a salir del sueño poco a poco. Me daba la sensación de que me había empezado a despertar por alguna razón, pero estaba demasiado somnolienta como para descubrir el por qué. Me removí un poco sobre las sábanas, sintiendo el roce de éstas bajo mi cuerpo al tiempo que me estiraba. Desde hacía bastante tiempo me había acostumbrado a dormir desnuda, ya fuera invierno o verano, sin embargo, habitualmente siempre dormía tapada. En cambio, ahora no sentía el peso de la sábana que debería tener encima. Moví el brazo perezosamente sobre el colchón para intentar localizarla y poderme tapar con ella, pero mi mano chocó con algo duro que no debería estar aquí. Una rodilla. Una que no me pertenecía. Al mismo tiempo que hacía mi horrible descubrimiento unas manos me separaron las nalgas y sentí como algo se iba introduciendo en mi agujero trasero. Abrí los ojos al instante mientras el miedo y la adrenalina se disparaba en mi riego sanguíneo. ¿Qué estaba pasando? Por instinto apreté el culo para evitar que quién fuera consiguiera hacer lo que sea que tuviera pensado. Hice el intento de girarme para saber quién me estaba haciendo eso, pero una mano me agarró del pelo por la nuca, apretándome la cabeza contra la almohada y manteniéndomela por la fuerza en el mismo sitio, aunque de una manera extrañamente delicada, sin hacerme daño.
-No era mi intención despertarte. Pero ya que lo estás, mejor relájate, porque si no lo haces podrías llegar a hacerte daño-susurró la conocida voz de Carlos antes de sentir cómo algo se intentaba meter en mi culo de nuevo. Me relajé al escucharlo a él, pero la sensación de intromisión volvió a ponerme tensa. Me removí debajo de él con incomodidad, pero Carlos no me permitió el más mínimo movimiento, echando parte de su peso sobre mi espalda y una de sus piernas sobre las mías, impidiéndome casi totalmente cualquier movimiento que intentara hacer. La presión sobre mi culo creció hasta que noté como algo duro y un poco frío se introducía en mí. Solté un jadeo por el dolor que me provocó, sin embargo, el dolor fue diferente a cualquier sensación que hubiera tenido antes. A pesar de la ligera molestia producida por el extraño objeto que estaba insertando en mi interior, mi ano realmente no ofrecía resistencia. Al sentir algo líquido que me chorreaba por los muslos entendí que me había puesto lubricante o algo semejante para facilitar la entrada. Pero saber que había intentado que estuviera cómoda durante este trance no evitó que me sintiera indefensa. Segundos después parece que el objeto no identificado había pasado el duro anillo de músculos porque el dolor desapareció, quedando solo la incomodidad. Me removí debajo del cuerpo de Carlos, acomodando lo que, a todas luces, parecía ser uno de mis plugs. Quería sacarlo, y lo haría en cuanto el pesado cuerpo de mi compañero de piso dejara de aplastarme contra mi propia cama. Sin embargo, al hacer un ligero movimiento para intentar ganar terreno frente a Carlos una pequeña oleada de placer me recorrió, provocando que soltara un suave suspiro-. Lo llevarás puesto hasta que vuelva a casa y te desate-sentenció al tiempo que dejaba su mano sobre mi agujero, asegurándose de que el plug no salía.
-¿Me desates?-pregunté cuando Carlos al fin quitó su peso de encima de mí y pude girarme rápido mientras enganchaba la sábana y me tapaba con ella. El movimiento lo único que consiguió fue que fuera aún más consciente del cuerpo extraño que me llenaba de una manera tan chocante.
-Sí. Antes de salir voy a atarte de nuevo a la mesa para que te pongas a escribir. Y no hace falta que te tapes tanto. Te he visto muchas veces desnuda.
-Solo porque parece que no entiendes que si una puerta está cerrada, hay que llamar antes de entrar-dije mientras llevaba la mano hasta mi culo para sacarme el plug. Pero Carlos se movió rápidamente y me agarró por la muñeca, evitando que llegara siquiera a acercarme a mi objetivo. Se puso muy cerca de mí, mirándome fijamente a los ojos.
-Que ni se te pase por la cabeza sacarte el plug del culo. Se quedará ahí hasta que yo vuelva y te suelte, ¿entendido?-cuando él me miraba de ese modo tan intenso me hacía sentir tan sumamente pequeña que no pude hacer otra cosa más que asentir y aceptar lo que él demandaba-. Bien. Tienes diez minutos para hacer lo que tengas que hacer. Si necesitas sacártelo para hacer tus necesidades, me pides que te lo saque. Cuando pasen esos diez minutos, estés lista o no, te llevaré hasta tu despacho y te ataré. Estés como estés. Así que mejor date prisa y está preparada para entonces.
Una vez que terminó de hablar salió de mi habitación. A estas alturas, no dudaba en que si siguiera desnuda una vez que hubieran pasado esos diez minutos, me pondría los grilletes tal cual estaba y me haría escribir con las tetas al aire, así que me quité el sueño de encima rápidamente y salí disparada de la cama para ir al baño. Me lavé la cara e hice mis necesidades. Por suerte no era muy mañanera con respecto a ciertas necesidades, así que no tuve que pasar por la vergüenza de pedirle que me sacara el plug. Salí y me vestí con algo cómodo y fresco para estar en casa. Apenas había terminado de ponerme la camiseta cuando Carlos volvió a entrar en mi habitación. Me agarró por la cintura, acercándome a él y llevó su mano entre mis nalgas, apretando el plug dentro de mí. Me sentí pasmada por su desfachatez, pero al oírlo hablar con tono de aprobación se me pasó el momentáneo enfado.
-Bien, sigue en su sitio. Perfecto-me puso las manos sobre los hombros y me encaminó hacia mi despacho. Me sentó en la silla con fuerza, haciéndome sentir aún más el plug en mi interior y el dolor por los azotes que recibí el día anterior. Aún me estaba intentando acostumbrar al escozor que tenía en mis nalgas cuando agarró mis pies y me puso los grilletes sin darme la más mínima tregua-. Esta vez serán unas cinco horas. Aquí te dejo un zumo y un sándwich, por si te entra hambre. Solo en caso de emergencia dejaré tu móvil aquí, y espero que no lo vayas a usar para perder el tiempo. Hasta luego-y sin más dilación ni ceremonia, salió del piso.
No me gustaba nada cómo me estaba tratando, casi como si fuera su juguete personal, pero primero debía comprobar si su método funcionaba, aunque solo fuera de momento. Y la verdad, es que sí que lo hacía. Me pasé las siguientes dos horas escribiendo sin parar. Ya llevaba cinco hojas escritas, y parecía que iba bien la cosa. Las palabras surgían con absoluta fluidez, una tras otra y había tenido que abrir un nuevo documento donde apuntarme algunas ideas que se me habían ido ocurriendo para libros secundarios mientras trabajaba. Habría estado muy contenta si no fuera porque el plug me estaba incomodando demasiado. La primera hora había pasado más o menos bien, pero ahora apenas podía escribir una palabra sin removerme en mi asiento. Realmente no podía mas, así que decidí sacármelo. Cuando volviera Carlos, simplemente le diría que no había podido soportarlo por más tiempo. Seguro que entendería mi posición. Además, lo de los plugs no tenía nada que ver con lo de escribir, así que no creía que pudiera quejarse demasiado por eso.
Me levanté con cuidado de no separarme mucho de la mesa, porque las cadenas no eran lo suficientemente largas y no me dejaban mucho espacio de maniobra. Me bajé los pantalones cortos y las bragas y agarré la base del plug. Empecé a tirar hacia fuera, pero sentí como mi propio culo estaba en mi contra al agarrarse al objeto y no querer dejarlo salir. De hecho, parecía que lo succionaba cada vez más hacia mi interior, pero no podía soportarlo más, así que tiré más fuerte, y en un solo movimiento lo logré sacar. La sensación de alivio fue enorme e instantánea en cuanto estuvo fuera. Noté como si me hubieran puesto un bálsamo en la zona y la sensación de ardor fue mitigándose tenuemente. Miré el objeto que se había pasado las últimas dos horas de mi vida torturando mi agujero trasero y por fin pude ver qué tamaño me había puesto Carlos. No era ni grande, ni pequeño, sino de tamaño estándar. Estaba completamente limpio. Una cosa menos en la que pensar. Lo dejé al otro lado de mi escritorio y me olvidé de él.
Me volví a sentar y continué escribiendo, pero al poco tiempo volví a parar. Me removí inquieta. Ahora, la sensación que imperaba no era la de alivio, sino la de vacío. ¿Se puede saber qué pasaba conmigo? Si lo llevaba puesto, porque lo llevaba puesto. Si no lo llevaba, porque no lo llevaba. El caso era estar descontenta en todo momento. Solté un suspiro desganado, pero la realidad era que no me gustaba para nada esta nueva percepción de estar desocupada en mi trasero, sin embargo no creía que pudiera llenarme de nuevo. Mi culo no estaba acostumbrado y lo tenía un poco dolorido. Decidí concentrarme en lo que tenía entre manos y olvidar todo lo secundario. Sin apenas darme cuenta, terminó el tiempo que me había dicho Carlos y a lo lejos escuché como él entraba en el piso. Estaba terminando de escribir una escena, así que simplemente lo ignoré cuando sentí que estaba a mi espalda. Solo al acabar me giré hacia él, sonriendo.
-He escrito diez hojas-le informé orgullosa. Carlos me miró sin decir nada, completamente serio. ¿Qué le pasaba? ¿Es que no estaba feliz por haber conseguido que escribiera de nuevo? Me sorprendió cuando me agarró de la cintura y me acercó bruscamente a él. Al tener los pies atados bajo la mesa, me tropecé y acabé cayendo con fuerza contra su pecho. Me sujetó con más seguridad por la cintura para darme un punto de apoyo y al instante bajó las manos hasta mi culo, metiendo una de ellas entre mis cachas.
-¿Por qué el plug no está metido en tu culo?-dijo con un tono de voz amenazante. Entonces recordé que había dejado ese objeto tan incómodo y desconcertante sobre la mesa, y que posiblemente era lo primero que había visto al entrar en mi despacho. Supongo que esa era la razón del enfado que me había resultado tan fuera de lugar.
-Hace un poco más de dos horas que me lo saqué, porque me estaba molestando demasiado. Ya no pude aguantar más y me lo quité-lo miré a los ojos, separándome de él y haciendo que las cadenas de mis pies tintinearan en el proceso. Entendía que él me había avisado de que solo él podía sacármelo, pero después de explicarle la situación no podría continuar molesto, ¿verdad?. Carlos me seguía mirando, sin quitarme los ojos de encima, lo que me incomodó sobremanera. Me encogí de hombros, un poco nerviosa por su mirada-. Lo del plug no tiene nada que ver con lo de la escritura, y ya te he dicho que me estaba molestando mucho.
-Ya veo-respondió mirándome de una manera extraña. Se agachó y me desató los pies-. Muy bien. Mañana seguiremos-salió de la habitación rápido y el resto del día se la pasó en la calle. No solía estar tanto tiempo fuera, pero la verdad es que, después de lo que había pasado prefería tener cierta distancia con él. ¿Por qué se comportaba de una manera tan insólita? Ni que fuera un sacrilegio lo que yo había hecho...