Me desperté sintiendo mi cuerpo pesado y dolorido, pero a la vez satisfecho. Muy pesado, muy dolorido y muy satisfecho. Recordé lo que había pasado anoche, y noté como me volvía a subir la excitación. Le había pedido sexo a Carlos y él me había dado uno de los mejores orgasmos de toda mi vida. No entró en mis planes tener sexo anal por primera vez esta noche pasada, pero tampoco es que me pudiera quejar. Apenas podía creerme que yo hubiera llegado a hacer eso. Me puse a recordar todo lo que había pasado anoche cuando caí en la cuenta de que tenía un brazo extraño sobre mis caderas, rodeándolas. Abrí los ojos y miré a mi alrededor. Esta no era mi habitación. Tardé unos segundos en reconocer el armario y la ropa de Carlos. Anoche, después de correrme debí haberme quedado dormida en su cama e

