Recibir la invitación a la boda de Ximena fue emocionante, habíamos estado hablando de eso durante mucho tiempo. Era su sueño y el mío era estar a su lado. Me encontraba muy feliz por todo lo bueno que estaba viviendo, por lo menos una de nosotras estaba triunfando en el amor. Pero luego un pensamiento nubló por completo mi mente e hizo que todo lo emocionante se fuera a la basura.
Jesse. ¿Cómo es que no lo había pensado antes? Había olvidado por completo, él al ser hermano del novio también vendría y después de mucho tiempo lo vería nuevamente. No estaba lista, finalmente lo había superado, finalmente había recuperado la tranquilidad a mi vida. ¡Diablos! Mi estabilidad emocional se estaba yendo al mismísimo infierno.
— Amiga ¿Estás bien? Te estoy notando un poco más alterada
¡Mierda! Si es que me conocía tan bien.
— No te preocupes, es solo que... — ¿A quién engaño? No podía mentirle.
— Es por Jesse ¿No?
Asiento.
— Tranquila todo estará bien, no te preocupes. No creo que sea tan idiota y esté molestándote luego de lo que hizo. Sería colmo y si lo hace no lo dudes en contarme porque le daré mi mejor golpe.
— ¿Cómo que lo golpearás? Es tu cuñado.
— Pero tú eres mi amiga, como una hermana. Eres más importante que él. — Ximena me abraza y no puedo evitarlo, derramo unas lágrimas por culpa del hombre que arruinó el amor para mi. — Lamento haberte presentado al idiota, patán del mundo.
— No lo lamentes — digo, la miro directamente no quiero que se sienta culpable por algo que nada tiene que ver con ella — Escucha, el que él lo haya arruinado no es culpa tuya, es culpa suya. Además, gracias a eso pude saber lo que se siente enamorarse porque estoy segura que jamás volveré a sentir esto por nadie.
Ximena vuelve a abrazarme pero esta vez no soy la única que está hecha un mar de lágrimas. Odio las bodas, las mujeres siempre terminamos llorando no importa quien se case nos pone sentimentales y somos un asco.
— Tengo una sorpresa que darte.
— ¿Qué? — pregunto super curiosa, podía ver en sus ojos que sería algo asombroso.
¡Ay por favor! No quiero que me presente a ningún amigo más, me niego rotundamente a tener una cita en su boda.
— Hablé con Julia, vendrá.
Ok, aquello no lo esperaba. Me quedé helada en mi lugar, mi mente no procesaba tan rápido la información o ¿Si? pero no comprendía del todo aún. ¿Mi amiga vendría? Luego de cinco largos años vendría, no lo podía creer. Volví a llorar, malditas hormonas de mujer, sonreí como una tonta y luego me puse en pie saltando de la felicidad.
— ¿Cómo has conseguido que eso pasara?
— Ya sabes que la gente no puede negarse ante mi además, fui muy persuasiva y le pedí por favor que me acompañara en mi día especial. Sabes que no puedo hacerlo si no estamos las tres en esto.
— Me imagino que casi le da un infarto cuando le dijiste que tenía que venir para dentro de nada.
Ximena sonríe victoriosa y muy feliz consigo misma.
— Puso el grito en el cielo pero no pudo negarse cuando le dije que incluso ya tenía su vestido de dama de honor, su única condición fue que no fuera horrible.
— Por suerte no lo es. — contesto viendo como me mira entrecerrando los ojos. — ¿Qué? Si hubiera sido algo espantoso, olvídalo no me lo hubiera puesto pero ni aunque me llores por días.
— Eres mala. Bueno tengo que marcharme, debo viajar a San Luís y terminar de cuadrar todo para comenzar a recibir a los invitados, te espero cuando termines el reportaje. Por favor, no te escapes. Te necesito.
Asiento nuevamente, su advertencia me dio risa. No pensaba escapar ¡Por favor! Es mi amiga y se va casar cómo podía dejarla sola. Eso nunca. Además, ahora que me ponía a pensar Julia vendría y le plantaría la cara al mayor de los estúpidos, Esteban Reyes, si ella podía hacerlo entonces yo también. Ella la pasó peor que yo y finalmente le haría frente a todos, quedarse plantada frente al altar no es para nada cualquier cosa. Sin embargo pensaba volver y mirarlo nuevamente a la cara y no solo a él, sino también a quien ahora es su mujer y la madre del niño que tuvieron. La admiraba, la verdad eso si será doloroso, yo no podía ser una niña llorona lo mío es nada en comparación podría con eso solo serán una semana y luego cada quien volverá su vida normal.
¡Que ilusa podía ser!
Estancia Reyes, San Luís.
Unos días después...
¿Es que se puede ser idiota? Mi falta de voluntad es nula, bastante. No puede ser que haya vuelto a caer tan fácil, pero es que no me resistí. ¿Quién podría culparme?
Cuando lo vi esa mañana con los ánimos decaídos y además verlo tan abatido como estaba sin poder verme directamente a la cara, todo eso hizo que se me ablandara el corazón. No pude resistirme a esos ojos tristes y que me demostraban que enserio lo lamentaba, pude ver como temblaba mientras me hablaba e intentaba decir muchas cosas a la vez pero no podía. No lo aguanté.
Pero no me sentía una estúpida por haberlo visto tan mal como estaba y haber sentido lástima por él y creerle, me siento una verdadera perdedora por haber caído en sus encantos otra vez, que nuevamente terminé en la cama con el maldito patán que me fue infiel y me rompió el corazón.
¡Ni siquiera pude aguantar a que pasen 24 horas de mi llegada!
— Esto fue un maldito error — digo colocándome rápidamente la ropa interior nuevamente. — No debimos hacer esto, no debí caer en tus mentiras otra vez.
— ¿De qué estás hablando? No te mentí y esto no fue un error. Está claro que sigues sintiendo lo mismo por mi y creo que te quedó muy claro que me tienes en tus manos mujer.
— Sí, como aquella vez en Nueva York que estabas tan enamorado de mi que no pudiste aguantarte las ganas y te buscaste una perra desesperada para llevártela a la cama.
— ¡No fue así! ¡Mierda Daniela! Ha pasado ¿Cuánto? Dos años o tres y te amo aún más que antes. Fui un maldito estúpido, un... no sé como más decirme porque no he parado de insultarme desde ese día que te perdí. Fui todo lo más bajo que un hombre puede ser porque no supe valorarte, te perdí porque fui un tonto que no sabía lo que tenía, me lamenté cuando fue ya muy tarde. Y entendí que debía darte el espacio y todo el tiempo del mundo para que pudieras aliviar tu dolor, ese dolor que yo te causé. Me fui lejos, me fui a ser un mejor hombre para así poder demostrarte a ti y a mi mismo que el mismo hombre que perdió al amor de su vida, podía cambiar y podía ser alguien diferente. Ahora lo soy, pero con un hueco gigante en el corazón porque me faltas tú.
Y ahora ¿Cómo respondo a eso?
Me he quedado a medio vestir mirando su hermoso rostro, viendo la sinceridad de sus palabras y sería una tonta si no admitiera que sus palabras no me estaban afectando, porque si lo hacían. Mi corazón latía tan fuerte que estaba por salirse de mi pecho y es que me decía que creyera en lo que me estaba diciendo, que creyera en él. Pero luego estaba mi mente que me rememoraba una y otra vez esos días en los que lloré una infinita cantidad de lágrimas y luego lo que me costó no hacerlo más. Imágenes de como fui levantándome como mujer nuevamente aparecieron y las tantas sonrisas falsas que tuve que dar cuando me preguntaban por cómo estaba y les contestaba que estaba bien.
Lágrimas caían por mi mejilla y es que no sabía que hacer, ¿Lo amaba? Nunca había dejado de hacerlo ¿Podría perdonarlo? Aún no puedo responder esa pregunta ¿Lo odiaba? Ahora comprendo cuando me habían dicho que del amor al odio hay una fina línea porque no sé exactamente en que parte de esa línea estaba.
Luego de un largo rato sin que ninguno de los dos emitiera palabra alguna, sentí sus dedos en mi barbilla que levantaban mi mirada hacia la de él. Sus ojos estaban brillantes y me miraban con tal intensidad que me sentía pequeña ante él. Hacía tanto tiempo que no me sentía así ante la mirada de un hombre.
— Daniela, decidas lo que decidas será definitivo esta vez. Sé que soy el causante de tu dolor, sé que por mi culpa has pasado mil infiernos, pero vengo a pedirte una oportunidad ahora, luego de mucho tiempo porque sé que hoy soy un hombre que vale la pena que apuesten por mi. Estoy dispuesto a pagar todos mis pecados todos los días de mi vida y prometo recompensarte tanto dolor hasta que seamos viejitos. Te enamoraré todos los días sin importar cuanto tiempo pase, pero por favor permíteme estar a tu lado nuevamente.
Una voz pequeñita que provenía de mi corazón me susurró en ese momento. Es tu oportunidad de volver a amar y sentirte amada. Sabes que lo amas y que nunca amarás a nadie como lo amas a él. ¿Qué perderías? ¿Tu corazón? Ya lo has perdido y lo has hecho con el hombre que tienes adelante. ¿Quién dice que no sea tu oportunidad de triunfar ahora en el amor?
¿Por qué mi corazón jugaba conmigo de esta forma? No podía evitar pensar que todo lo que acaba de oír de mi interior era verdad. Perdí el corazón con este mismo hombre, quizás ahora lo pueda recuperar nuevamente. También es verdad que lo amo como loca y jamás dejaré de hacerlo, probablemente tenga razón y esta sea mi oportunidad de triunfar y poder vivir mi propia historia de amor.
— Bien. — digo muy bajito. — Intentémoslo otra vez, pero esta será la última vez Jesse. No podré resistir otro engaño.
— Por supuesto que no hermosa, esta vez haré las cosas bien.
Jesse lentamente baja la cabeza uniendo nuestros labios en un beso puro, real y auténtico sellando nuestro pacto y mis condiciones de esta forma. No pude evitar sentir que perdía el aire, no solo por el beso es que con tenerlo tan cerca había olvidado respirar. Tal era el efecto que tenía en mi que no podía evitarlo, me tenía atrapada por completo hechizada. Lo amaba.