FLASHBACK Marisa no podía dejar de llorar, porque su habitación sin esa pequeña era realmente dolorosa, así que, sintiendo que no podía soportarlo más, la joven decidió volver a la cocina, aunque ya no quería agua. Entonces, cuando Marisa regresaba a su habitación tras un largo rato de estar en sentada en una silla de ese pequeño comedor en la oscuridad, mirando a la nada, la joven pasó por el frente de la habitación de Maximiliano y se sorprendió en serio al verlo abrir la puerta. —¿Estás bien? —preguntó el hombre, medio alarmado por verla comenzando a llorar—. ¿Qué pasó? —Shhh —hizo Marisa, poniendo su dedo índice sobre sus propios labios—, todas están dormidas. —¿Y Mía? —cuestionó el hombre, provocando a Marisa llorar un poco más. —Dormirá con Olga —explicó Marisa tras un montó

