Faltando nada para su salida, Yoelis empezó a recoger sus pertenencias personales. Tan solo era el primer día y ya no aguantaba la pesadez de su cuerpo. Sin comer en todo el día, y sin parar de trabajar había agotado todas las energías acumuladas que trajo consigo esa mañana. Su jefe se las consumió por completo, no se quería imaginar cómo serían los días venideros. Pero era inevitable aguantar el ritmo de trabajo, su nana lo valía.
Al ponerse en pie con bolso en mano encamina sus pasos hasta la puerta, pero antes de que Yoelis pudiera salir el teléfono comenzó a sonar haciendo que la sangre de la joven comenzara a hervir.
—¡Santo cielos! ¿Y ahora qué? —Se devuelve fastidiada mirando que era línea privada de Theo, la cual se dispuso a contestar rápido —Dígame señor D´Lukas.
—Venga a mi oficina —Colgó antes de que ella pudiera decir algo más.
—¡Dios mío! —Exclama suspirando.
Theo seguía sentado en su escritorio trabajando sin parar, la puerta de su oficina se abre dejando pasar a su secretaria. Volvió la mirada al ordenador para continuar con lo que estaba haciendo.
—Señorita, necesito que me traiga los documentos de la compañía con la que tendré una junta mañana.
—Señor D´Lukas…
—Los necesito en estos momentos —Demanda.
—Pero…
—¿Hay algún problema? — Levanta la mirada nuevamente pero aquella vez con irritación.
—No —Contesta con temor.
—¡Entonces vaya por esos documentos!
Ella asiente perdiéndose detrás de la puerta. Mientras buscaba la m@ldita carpeta que no recordaba donde la había dejado, pensaba en su ingrato jefe ¿Acaso no tenía sentido del tiempo? era tan exasperante no comprendía porque se portaba como un energúmeno. Se preguntó si de ese modo trataba a la señora Lester… de mala gana encontró los benditos papeles, fue directo hasta la oficina de él y al ingresar a la misma por un instante ella se detuvo en la puerta observando aquel hombre de facciones tan elegantes y sofisticadas pero tan gruñón y con muy mal genio.
En esos momentos se mordía el labio inferior mientras tecleaba sin parar en el ordenador, la oficina carecía de mucha luz así que le daba un aspecto intrigante al sujeto de traje oscuro sentado en su escritorio. De pronto se hizo una pregunta extraña, ¿no tenía una vida fuera de esas cuatro paredes? Le encantaba estar metido en la empresa, no como ella que ya estaba loca por regresar a casa y allí estaba trabajando horas extrañas que estaba segura que no le pagarían.
—¿Encontró los documentos o se piensa quedar toda la tarde allí parada? —Ella escucha la voz de su jefe quien termino por sacarla de su estupefacción.
—Eh si, aquí están señor. ¿Ahora si me puedo retirar? —Pregunta con cautela.
—¿Irte? ¿Acaso no piensas seguir trabajando? —En esa oportunidad la joven recibe una mirada acusatoria de su jefe, ¿Estaba de broma? ¿No había visto la hora?
—Pero señor es que…—Habla en voz baja.
—¿Qué? Puede hablar con claridad sin tener que balbucear.
—Mi hora de salida fue hace una hora señor.
Theo observa la mirada brillosa de su secretaria. Luego miro la hora en su reloj de mano dándose cuenta que ya había pasado la hora de salida de todo el personal. Se sintió un poco mal por haberla retenido, pero es que ella tampoco le menciono nada de su salida no podía ser adivino, por lo general las horas pasaban volando en su oficina y él ni cuenta de ellas. Además, la señora Lester era más astuta en ese aspecto.
—¡Si, puede irse!
—Hasta mañana —Contesta dándose la vuelta.
El empresario suspira reclinándose de su sillón, se pica el puente de la nariz notando que estaba un poco cansado. Y pensar que esa noche tenía una cita con una bella mujer. Decidió que el trabajo podía esperar para el día siguiente. Apago todo, tomó las llaves de su coche y se dispuso a salir de la oficina.
[…]
—Prende muñeco, por favor no me falles ahora… necesito que prendas, mami quiere irse a casa —Yoelis le suplicaba al coche que se había apagado en la salida del estacionamiento.
—Señorita, será mejor que lo empujemos y lo quitemos del camino —El vigilante se inclinó por la ventanilla para hablarle.
—No espere, creo que ya prenderá. Deme unos minutos por favor.
—¡Agradezca que casi todos se han ido!
Y así era… sino ya existiría una enorme cola detrás de ella. Prosiguió intentando encender el coche pero nada que funcionaba, el m@ldito la había dejado varada después de todo el dinero que tuvo que invertirle para que sirviera… de pronto el estridente sonido de un claxon la hizo dar un respingo de muerte. Miro por el retrovisor siendo una muy mala idea ya que la potente luz blanca de unas luces la dejaron ciega de la nada.
—¡Demonios! —Exclama cubriéndose los ojos con las manos.
—Señorita, debemos mover el coche ahora mismo.
—Puede decirle al sujeto de atrás que espere un momento.
—¡No lo creo! —La fuerte voz de Theo resonó detrás de los empleados dejándolos fríos —.¿Qué está pasando aquí? ¿Qué está haciendo atravesada?
Yoelis observa a su jefe parado detrás del vigilante con los brazos cruzados, ¿Por qué siempre le tenían que tocar esos incidentes con él? ¿No había más empleados en ese edificio?
—Me quede varada, lo siento mucho.
—Señor D´Lukas en seguida moveremos el coche para que avance —Habla rápidamente el vigilante.
A la secretaria no le quedó más remedio que salir del coche y ver como algunos vigilantes movían su viejo auto. Mientras que su jefe permanecía sin inmutarse a su lado lo que la ponía más nerviosa y no entendía porque demonios… cuando el camino estuvo libre ella vio a Theo encaminarse hasta su coche para ponerlo en marcha sin siquiera despedirse. ¡Eso sí que la irrito! Era tan exasperante y hasta podría decir que mal educado, al menos se hubiera tomado la molestia de ofrecerle llevarla a su casa. Después de todo salió tarde del trabajo por su causa. Pero dejando a un lado que su jefe era un completo idiota diviso su propio carro ¿Qué demonios iba hacer?
—Bueno señorita, ¿quiere que llame a una grúa? —El vigilante comenta llegado a su lado.
—No —Contesta desanimada, ya que no tenía dinero para pagar una, todos sus ahorros los invirtió en ese automóvil solo para poder llegar puntual al trabajo y mira como le había pagado el muy mal agradecido —.Intentare encenderlo—Sonríe esperanzada.
—Muy bien, veamos si le puedo echar una mano.