CAPÍTULO3

1931 Palabras
La noche de tortura de martes había llegado, y ha Aileen no le convenció mi discurso de que el subidón de adrenalina si contaba como ejercicio efectivo. -Se te contraen los músculos y todo- Leen me miró con los ojos entrecerrados y le dio play, sin hacerme caso, a su lista de YouTube llamada pilates para destruir traseros. -Vale, vale con esto tengo suficiente…-le dije mientras acariciaba el suave y esponjoso lomo del Sr. Mendel qué estaba tendido en mi mat de segunda selección, sigo pensando que fueron los 5 dólares peor invertidos de mi vida. -Maldito delicioso suertudo holgazán- que podía vagar por la casa sin hacer pilates, su máximo ejercicio era saltar a la encimera a robar comida de la olla. -¿Qué dices?- gritó Leen entre la voz de alguna loca modelo enferma del pilates. -¡Que tengo suficiente de ejercicio por hoy! -May esto es el calentamiento, llevamos ehm…¿3 minuto y medio?- hizo una torsión de cuello que destronó a Regan del Exorcista y al mismo tiempo giró los hombros en el sentido de las manecillas del reloj, verla me hizo ganar 10 puntos de elasticidad. La tortura china duró 40 minutos en total, sin contar los 5 minutos de estiramiento los cuales los realicé con una bolsa de papas fritas en la mano y un refresco cola en la otra. Luego de tomar una ducha y comer algo más de chatarra, encendí mi computadora portátil y lo primero que comprobé fue mi correo institucional, en la bandeja de recibidos había un mail reenviado de la doctora Connor. El Sr. Mendel tocó el techo con su cabeza cuando solté la taza de Ron Weasly repleta de bebida sobre la mesa del comedor. -La Universidad de Stanford me ofreció una pasantía. ¡Stanford! ¡California! La tierra de los sueños y de los surfistas- dije en voz alta, no que digo ¿en voz alta? grité a todo pulmón. -¿Qué pasa? ¿Se te tapó un arteria? Te dije que comer chatarra después de las 20h no era bueno- Aileen salió corriendo del baño con un turbante hecho con la toalla del rey león que le regaló su abuelita en la navidad del ‘99. -Leen, me hicieron un oferta, una oferta de las grandotas- dije mientras iba por un paño para secar el desastre que había montado en el comedor. -¿Quieren tu ombligo amorfo para una serie sobre los más grandes errores y aberraciones médicas del siglo? Ya sabes, un rollo así de esto es lo que pasa cuando no te corta el cordón un experto si no un tío en práctica- pongo los ojos en blanco, pero sonrió ¿ya dije que la adoro? -Stanford quiere que vaya a realizar un pasantía por 3 meses, mi ensayo les ha encantado. Podría convertirme en candidata a alumna del doctorado si demuestro que soy capaz de hacer ciencia, ciencia de verdad. -Vaya 3 meses suenan mejor que 6 años- se acercó y me dio un fuerte abrazo, de esos que solo ella me puede dar, por que es mi único lugar seguro de entre todos los lugares del mundo, ella es mi familia. El Sr. Mendel, mi gato angora y sultán de nuestro piso, maulló insistentemente mientras hacía mi maleta. Decidí con el dolor de mi alma que no podía llevarlo, aún no sabía nada de lo que me esperaba en California, o si se acostumbraría al clima, al cambio de hemisferio, al vuelo de 11 horas en avión, en principio solo serían 3 meses y si todo salía bien vendría por él, para pasar los próximos 6 años en Stanford, me gustaba como sonaba la F en mi boca, la F qué también pertenecía a la palabra felicidad. -Recuerda que solo come comida húmeda premiun, y por favor cierra bien la puerta y las ventanas antes de salir, él no sabe andar solo en la calle podría perderse, y no saber volver a casa o peor aún podría ser adoptado por una niñita apretuja-animales y darle besos y caricias con sus manos llenas de glitter en su pelaje hermoso, por eso se le harían unas motas monstruosas y luego perdería el pelo por tanto lamérselo… -May basta, he vivido con esta bola de grasa desde que lo trajiste…eso es ¿2 años y 4 meses?- sonreí con todo y dientes al ver que recordaba la fecha exacta de su llegada, eso demostraba que algo le importaba, quizás no lo amaba tanto como yo pero le importaba… Aileen tomó en sus brazos al Sr. Mendel, y este la miró extrañado, y ambos se miraron extrañados, y todo fue muy extraño. Sonreí por que ambos estarían bien. -o-o-o-o-o-o Al llegar a Stanford, me sentí pequeña y desorientada. El campus era inmenso y los edificios, modernos y futuristas (¡y había un Starbucks dentro!). Mi laboratorio era un espacio amplio y luminoso, equipado con tecnología de última generación. Pero lo que más me impresionó fue la gente: científicos y doctorandos brillantes de todo el mundo, trabajando en proyectos innovadores. No pude evitar sentirme insignificante como una gota dentro de un vaso, en realidad una gota está hecha de agua al igual que el agua que hay dentro del vaso todos pertenecientes al mismo elemento, yo me sentí más bien como un pelo en la sopa, pequeña y diferente. Las sorpresas comenzaron de inmediato, no se como pude distraerme, sabía que algo inevitable pasaría, no por nada nací un martes 13, con una extrañísima tormenta espeluznante en pleno verano, mi vida era mi marca personal de mala suerte. Aileen suele llamarme Maya Suerte García. Mi mentora asignada, una doctora reconocida en el campo de la genética, amiga de la Dra. Connor y que además era de origen latino, lo que hacía presumir que tendría algo de compasión conmigo a la hora de evaluar mi trabajo o al menos me saludaría todos los días al entrar al laboratorio lo cuál ya era mucho pedir, había tenido que abandonar el programa de pasantía por problemas de salud (martes 13, martes 13). En su lugar, habían contratado a un nuevo mentor: Oliver Saint James, un ingeniero genético joven y ambicioso con una mirada penetrante y una sonrisa un poco arrogante. A primera vista, el Doctor Saint James parecía ser todo lo contrario a mí. Era más introvertido que yo, era más alto que yo, era más evidentemente corpulento y fuerte que yo, era más serio que yo y muchísimo menos sonriente que yo o quizás nada de sonriente o en realidad cero sonrisas en su rostro. Suspiré, mirando fijamente la pantalla de mi computadora. La imagen de Oliver Saint James, con esa no sonrisa que me helaba la sangre, aún estaba fresca en mi mente. Lamento el cambio de última hora Srta. García, la Doctora Sánchez tiene a su esposo muy enfermo y debió abandonar el programa por al menos 3 meses, en su lugar estará apoyando su trabajo y el de los otros pasantes el Doctor Oliver Saint James. No me quedó más remedio que asentir con una sonrisa nerviosa en el rostro, ¿quién era yo para exigir? una solitaria y nerviosa pasante proveniente del otro hemisferio, con conocimientos iniciales sobre hacer ciencia y muy pero muy mala suerte, sin embargo, estaba enormemente agradecida por la oportunidad, no era de las personas que mordía la mano que le daba de comer, aún que la comida fuera un plomo. -Encantada de conocerle doctor, estoy segura que podremos colaborar de forma exitosa- ¿lo que esperaba recibir? Al menos un hola o un mísero “ok”. ¿Qué recibí? Una mirada de reojo a la altura de mi frente, ni siquiera se digno a hacer contacto visual, el rascacielos que sería mi mentor estaba probablemente decepcionado por su nueva pasante, y por que fuera la única mujer del grupo. Sabía que sería duro, pero mi martes 13 se las había ingeniado para hacerlo aún peor. -¡No puedo creer que tenga que trabajar con ese tipo!-exclamé mientras engullía un grueso puñado de M&M, y miraba a Aileen con furia, a través de la videollamada. Con su risa burlona me dijo: ¡Ay, Maya! ¿Otro más a tu lista de ‘hombres a evitar’? Creo que deberías escribir un libro: “Cómo sobrevivir a un martes 13 siendo una chica con muy mala suerte y cero interés por el género masculino”. Bufé, pero no pude evitar sonreír. -¡No me hagas reír, Aileen! Este tipo es diferente. Tiene esa mirada de científico loco que me da escalofríos. ¿Y si un día amanezco muerta en el laboratorio por que no supe como usar un microscopio compuesto?. Eso sería un pasanticidio -No debe ser todo tan malo ¿no?. ¿Cómo está él? -No sé, pero ojalá haya salido a cenar a un restaurante y le ofrezcan mariscos recolectados en marea roja, quizás con algo de suerte le cueste 3 meses recuperarse del veneno diarreico, y en su lugar llegué una doctora amable a nuestro laboratorio. Percibo como Leen voltea los ojos. -¿Es guapo? -¿Qué?...no, no se. ¿Qué importa?, lo importante es que estoy 99% segura que hará un infierno mis 3 meses de pasantía. ¿Oliver Saint James era guapo? Con su línea en la cara llamada “sonrisa”, con su mirada gélida y ojos azul petróleo profundo como el fondo del océano, con su pelo a medio cortar castaño y liso cayendo por su frente, con su torso ancho que no tenía nada que envidiarle a un ropero de 3 cuerpos, ¿Saint James era guapo? Definitivamente no. -Al menos nos queda el 1%- Se encogió de hombros. En ese momento, un chico alto y delgado pasó distraídamente por detrás de Aileen. Ella lo saludó con un gesto de la mano sin apartar la vista de la pantalla. -Oye, ¿quién es ese?- dije mientras intentaba boquear para encontrar más palabras. Aileen se encogió de hombros. -Necesitaba a alguien con quien dividir los gastos, Medelpig me esta dejando en la ruina, ¿es posible que pueda prescindir de las croquetas de caviar? -¿E invitaste a vivir contigo y el Sr. Mendel al primer vagabundo que se te cruzó en la calle? Y no, es su única fuente de selenio. - Es un poco raro, pero al menos cocina bien. Pongo en duda que el Sr. Redondo necesite un mineral pesado para vivir- Arqueé una ceja. ¿Raro? ¿Cómo así de raro?. No sabes nada de la función ósea de los felines Leen -Ya sabes, el típico chico que pasa horas encerrado en su habitación programando cosas. No es muy sociable, pero es inofensivo- me respondió leyendo mi mente. Estúpida MarLeen y los sagrados huesos del Sr. Mendel -¿Estas segura que es inofensivo, no será de una espeluznante sexta caníbal come felinos y el Sr. Mendel y su espina dorsal llena de selenio corren peligro está noche? -Gracias por también preocuparte por mi integridad May- esbozó un sonrisa genuina. -¡Y que no se atreva a tocar mi colección de libros de Harry Potter!, “Protego Totalum” Al final de la llamada, me sintí un poco mejor. Saber que podía contar con Aileen para desahogarme siempre me hacía sentir más tranquila. Sin embargo, la idea de tener que trabajar con Oliver “Piedra” James seguía pasando por mi mente una y otra vez, tendría que buscar la forma de trabajar con él en paz.
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