Reed me llevó de la mano a los establos. Desde que salí y recorrimos el camino, no dejaba de estar nerviosa. Ese hombre, si estaba ese hombre ahí… —Ya no estará ahí nunca más —me dice Reed, leyendo mi mente—Además vas conmigo, así que no tengas miedo. Tenía razón estando con Reed sé que nadie se atrevería hacerme algo. —¿Quién es? Sentía demasiada curiosidad. Reed se puso tenso. —No es nadie. Se que eso era mentira. Verlo tan callado me hizo pensar que me gustaría que se abriera a mí y me contara su vida, pero presionando no iba a conseguir nada. Así que lo dejé por el momento. Además, tampoco es que no crea que no sea nadie ya que se parece demasiado. Debe ser un hermano o algún familiar. Cuando llegamos a los establos, Reed se volvió a mí y me susurro: —Cierra los ojos. Me

