Prologo

3057 Palabras
Desde muy pequeños nos meten la idea en las películas, en la televisión de que el amor es algo bonito, que es una de las cosas más bonitas del mundo, de esas cosas que te quitan la respiración, las películas estaban hechas para eso, decirnos lo que debíamos tener, que nos haría completos, por mucho que las películas cuenten otra cosa, no hay historia sin amor, no hay vida sin amar, pero casi siempre nos venden el amor de hombre y mujer, antes todo lo que estaba destinado a niños tenía un hombre heroico que salvaba a todo el mundo, Blancanieves era una princesa ingenua que se fiaba de todos y creía que solo servía para limpiar, Cenicienta dejaba que la maltratasen porque era familia de su padre, Aurora, la protagonista de su cuento se pasó casi todo esta dormida, si avanzamos en los años las princesas comienzan a tener carácter, Tiana, una princesa con carácter y sueños, pero aun así le dieron pareja porque una mujer no se puede quedar sola y cuando hacen a las princesas fuertes y solas, Mérida, Moana, o Elsa, son mal vistas o lesbianas, una mujer no puede amar a un hombre, y ser fuerte. Estereotipos. Las niñas de rosa. Los niños de azul. Las niñas deben ser delicadas. Los niños pueden ser un desastre. Las niñas bailé. Los niños a futbol. Para que el mundo te quiera debes entrar en lo que la sociedad espera de ti, si sales de esas cosas, te rechazan, por suerte no es como antes que nos encerraban para ocultarnos, pero los golpes y lanzar piedras a los que son diferentes es algo que se sigue llevando en gran parte del mundo. Amo el color rosa, y el baile, odio con todo mi ser el futbol, es un deporte que disfruto de ver pero no de jugar, aunque decirlo es algo que tengo prohibido. Ser diferente da miedo. Antes a los diferentes se les mataba, eran creaciones del demonio que venían a corrompernos, con el tiempo comenzamos a solo encerrar lejos a esas personas, y ahora cualquiera de esas cosas van en contra de la humanidad aunque hacemos cosas mucho peores, para que mentir, prefiero vivir encerrado a sin alas. No únicamente temes la gente al ver las diferencias fuera, las personas diferentes temen ser vistas por miedo a ser golpeados, por miedo a que las personas les lacen piedras, miedo a que sus padres que antes les amaban, ahora les odien, todo da miedo cuando eres diferente y no importaría si la diferencia es en el color de pelo, pero cuando es una diferencia notable, que no se puede dejar de lado, todo es demasiado horrible. Lesbianas Gays Bisexuales Transexuales No importa lo que seas, si es diferente, das miedo y hace que la gente no quiera que estés con ellos. Puede que el mundo haya avanzado, Estados Unidos tuvo un presidente n***o, pero nunca uno que ama a los hombres o una mujer, avanzamos mucho, avanzamos tanto en la vida, hace diez años que encarcelarán a las personas por ser diferentes era lo más normal del mundo, no en todo el mundo, pero a nada que un lugar lo hacía, era una guerra perdida. Hace poco que las parejas del mismo sexo pueden casarse, o adoptar, y creo que es muy pronto para que la gente acepte alguien de nuestra comunidad que les mande. Ser diferente es una mierda. Desearía con todo mi ser amar a una mujer, ver a una de los miles chicas que tontean conmigo como posible pareja, pero no puedo porque vivo soñando y respirando por quien no debo. —¿Sobre qué escribes la redacción?—pregunto mi hermano entrando a mi habitación. Cerré el portátil y me giré. —Nada importante—me limité a responder. Miré a mi hermano gemelo, éramos iguales, los dos teníamos un intenso pelo rubio y ojos azules, todo gracias a nuestra madre que nos dio buena genética, con la diferencia que mi hermano amaba a las mujeres y yo a los hombres, desearía ser igual a él en todo para que mi vida fuera más fácil. Mi hermano se tiró en mi cama y le miré. —¿De qué la has hecho tú?—le pregunté. Mi hermano me miro. —¿El que?—preguntó sin entender nada. Me sorprendí. Era demasiado sorprendente esa capacidad que tenía de olvidar las cosas, cuando era él quien había empezado el tema, era así, mi hermano era como si nada le importara como si nada tuviera la suficiente importancia para que se quedaran en su mente. —La redacción—le contesté algo sorprendido. Me miro. —No la voy a hacer—me aviso. Le miré. —¿Hablar de amor? Perdona, pero me humillo demasiado a diario—comento. Reí. Era verdad, mi hermano llevaba enamorada de la misma chica desde que supimos que era el amor, no creo que para él existiera amor sin esa chica, pero eso era un amor completamente imposible. La chica en cuestión era Elizabeth Henderson, la hermosa y perfecta hija de dos grandes músicos y nieta de los que revolucionaron la industria musical, su padre tenía Bromance, su madre Good 4 You, eran dos grandes bandas con grandes éxitos sin hablar de sus abuelos que tenían la banda más exitosa del mundo, Rush, y sus tíos tenían Versaice Rock, una banda demasiado exitosa, pero ninguno acudió a que tenían familias ricas o poderosas para hacer la banda, sino que lucharon por su sueño y se hicieron valer por su talento, un ejemplo a seguir. —Es anónimo—le dejé claro. Mi hermano me miro. —Por muy anónimo que sea, todos sabrán quien escribe que—comento. Le miré bastante aterrado. —¿Ethan?—me pregunto asustado—¿Has escrito algo que no se deba saber?—me pregunto. Mire a mi hermano. Connor ante todo era mi hermano y mi mejor amigo, esa persona con la que compartí todo, desde el inicio, fuimos una misma cosa que se separó, estuvimos juntos desde el minuto uno, y siempre estamos juntos, siempre lo hemos estado, es algo que no podemos evitar, tenemos los mismos gustos, tenemos los mismos amigos, lo único que nos diferencia es que él es muy hetero y yo sigo en el armario. —Si—le confesé. Me miro decepcionado, era quizás uno de los pocos secretos que nos teníamos entre nosotros, de lo normal no tendría un solo problema en contarle nada, se lo diría sin vergüenza, sé que pase lo que pase y haga lo que haga, Connor me va a querer, va a estar conmigo toda la vida, pero el miedo no se va, me da pánico que me mire diferente a como lo hace ahora, sé que no le importara que me desnude o se desnude juntos, somos hermanos, no nos sentimos atraídos uno por el otro, pero conozco a mi hermano, sé que nada más saberlo evitara que hagan comentarios molestos, será capaz de pelearse con todos porque no me sienta mal, no quiero que cambie toda su vida por mí. —Déjame leerlo y te digo que tan malo es—me dijo acercándose al ordenador. Puse mi mano sobre el portátil. —No—le dejé claro. Mi hermano me miro sorprendido, era uno de pocos secretos que tenía con él, sé que le dolía, pero era para protegerle. —Lo siento—le dije. Connor se sentó en mi cama no muy convencido. —Mientras que no sea una forma de matarme—comento tranquilo. —De momento no tengo razones para matarte—. Río por mi respuesta. —Tampoco prometas mucho—comento. Se tumbó en la cama mirando su móvil haciendo que sea imposible seguir escribiendo, mi hermano puede ser muchas cosas, pero lo que más le caracteriza es sus ganas de saber todo y que es muy cotilla, es la persona más cotilla que conozco, si quieres saber algo, solo debes preguntárselo, lo sabrá casi seguro y si no solo necesita unos llamados o dos y sabrá todo. —Puedes seguir, yo no molesto—comento mi hermano. —Pero eres muy cotilla—. Connor me lanzo un cojín bastante molesto, que no me hizo apenas daño, los cojines no eran algo que hicieran daño por lo que no me daba mucho miedo, podía lanzar todos los que quisiera. —Es la verdad, te guste o no—le deje claro. —Soy una persona curiosa—se intentó defender. Me acomode en mi silla y le mire tumbado en mi cama mirando su móvil, siempre me pregunte que pasaría si mi hermano supiera que me gustan los chicos, pero no cualquier chico sino Ryder, nuestro amigo, sé que mientras no me fije en su chica, él no tendrá problema quien me guste, pero creo que no es para nadie agradable que tengas una persona de la comunidad en casa, no porque debas cambiar con él sino porque es como con las mujeres, se te activan más alarmas al temer que una noche no pueda volver a casa, y es un peso que no se lo quiero dar a nadie. Respiré hondo. Ryder Thonson. Un inglés de ojos verdes y pelo castaño, metro noventa y un gran jugador de baloncesto, es quizás el mejor que he conocido, pero lo que mejor se le da en este mundo sin duda es la batería. Si hay una forma de definir a este chico es tranquilo, es una persona que vive y deja vivir, va siempre con su ropa cómoda y sin alterarse, la gente le puede decir lo que sea o incluso intentar golpearle que él va a jugar desde un punto tranquilo en el que siempre termina bien parado, es una capacidad que envido demasiado de él, pero sin duda lo que más envidio de mi amigo es su libertad de amar a quien desee, no tuvo miedo de salir del armario, lo dijo como si nada, salió del armario y ahora vive la vida como quiere sin importarle lo que nadie dice. —¿Sabes como esta Ryder?—me pregunto mi hermano. Le miré sorprendido. —¿De qué?—pregunte. —Ha roto con Cameron—respondió tranquilo. Cameron Díaz es un chico mexicano y novio de Ryder, se conocieron en una competición de baloncesto, son de colegios rivales por lo que su amor era una historia de amor prohibido, una de esas historias que todos quieren conocer, llevaban casi un año juntos y se veían demasiado enamorados, jamás hubiera apostado a que rompieran, pero no niego que en cierta forma me alegro, me moría de celos al verles besándose o simplemente interactuando, eran la pareja perfecta y eso me volvía loco. Estaba haciendo enormes esfuerzos para ocultar el dolor de que mi mejor amigo no me hubiera contado que había roto con su novio, en mi caso, si me hubiera pasado algo así, hubiera llamado rápidamente a mi mejor amigo, o si no lo digo, me voy de fiesta, pido ayuda para dejar eso atrás, pero está claro que Ryder es muy diferente a mí, me duele demasiado que no me lo haya contado y que mi hermano se haya enterado antes, pero supongo que Cameron cambio su foto de perfil o cualquier cosa que mi hermano ama cotillear. —Es una pena, se veían bien juntos—. Mi hermano me miro mientras decía esas palabras. —Una mierda pena—comento mi hermano haciendo que me sorprendiera bastante—Ese Cameron nunca me gusto—. Me quede blanco, sin saber donde meterme o que hacer, Connor no es una persona de odiar a la gente, quizás es la persona más insoportablemente feliz del mundo, no le da importancia a nada, deja que las cosas pasen y se divierte con ellas, cuando algo malo le pasa, simplemente sonríe para seguir adelante, nada parece poder con él y que ahora se ponga así con Cameron, con quien hasta la última vez que nos vimos fue amable, no era algo que pudiera entender. —¿No te cae bien?—. Connor me miro. —No—respondió tajante. —¿Ha engañado a Ryder?—. Era la única cosa que tendría sentido para que mi hermano odiara de la noche a la mañana a una persona con la que hace dos días estuvo como si nada y con gran amabilidad, si hubiera visto un solo indició de que no le cae bien, esta conversación nos la estaríamos ahorrando, me hubiera importado bien poco si le decía algo malo, quizás incluso me vendría bien para no sentirme tan mal por estar feliz de que rompan. —No, han terminado en buenos términos—. Le miré sorprendido. —Siempre has sido amable con él—. —Si—dijo tranquilo. —¿Entonces?—le pregunté sorprendido. Agarré mi móvil para ver el mensaje de Ryder o cualquier cosa sobre el tema en nuestro grupo. —No ha dicho nada—me dijo y le miré. Era verdad, ni un únicamente mensaje. —¿Cómo sabes todo esto entonces?—le pregunte. —Me lo ha dicho Dylan—me aclaró. Dylan, el cuarto de nuestro grupo de amigos, era el mejor amigo de mi hermano con diferencia, eran de esas personas que se entendían con una sola mirada, no necesitaban muchas palabras, hablaban el mismo idioma, los dos tocaban la guitarra por lo que se entendían demasiado bien, compartían tantas cosas que para ellos no era complicado hablar de cualquier cosa. —Y Dylan lo sabe ¿Por qué?—le pregunte. Me miro. —Se lo ha contado Ryder—me dijo. Dolía. Pensaba que mi relación con Ryder superaba la que tenía con Dylan o mi hermano y que si algo de esto le pasaba sería el primero en saberlo, o al menos no el último, siempre pensé que me enviaría un mensaje, no es solamente que mi enamoramiento de niño pequeño era imposible, sino que mi amistad con él se estaba rompiendo y no comprendía por qué, que podía haber hecho mal o como le podía haber ofendido. —No le des vuelta al tema—. Mire a mi hermano, demasiado bien me conocía, pero los pensamientos negativos ya se habían apoderado de mí, no comprendía que podía haber hecho mal para perder esa confianza con Ryder, sé que en ocasiones cuando somos idiotas enamorados hay señales que no ves, sé perfectamente que en ocasiones soy un ciego que no ve las cosas, pero estaba seguro de que estaba viendo bien todo lo que pasaba, todas las señales que nos mandábamos. —Si no te lo ha contado tendrá sus motivos—añadió al ver que no respondía. Le miré desesperado. —¿Cuáles?—le pregunte. Me dolía demasiado que Ryder hubiera confiado más en Dylan que en mí, no porque no se lo pudiera contar a él, ni porque yo fuera más amigo de él que Dylan, no es esa la cosa, sino que siempre era la segunda opción para todo el mundo, la opción que la gente tenía si la primera le fallaba, desde mis padres a todo el mundo. Mis padres siempre contaban primero con Connor y si por alguna razón este faltaba, me hacían mi hacerlo sin darme opción a decir que no, Connor podía opinar, pero yo no, era como el hijo no deseado que llevaban como una marioneta, Dylan si puede elige a mi hermano para todo, incluso mi hermano prefiere hablar con Dylan de las cosas que conmigo, es verdad que de chicas no sé, y me incomoda hablar, pero le escucho y desde hace un tiempo dejo de hablar conmigo, Ryder era el único que me prefería a mí antes que a Connor, pero ahora, estaba eligiendo a Dylan antes que a mí. —A Dylan se lo ha contado porque se han encontrado en el parque—me aviso mi hermano. —¿Cuándo?—pregunte. Silencio, mi hermano no respondió por lo que supe que no me iba a gustar la respuesta y el dolor solo se pudo hacer más grande. —Connor—. —Ethan—me llamo en respuesta. Le miré sería. —Una semana—confeso en un susurro. Sin poder evitarlo pegué un puñetazo a la pared, habíamos estado esa misma mañana hablando por teléfono, y ayer nos pasamos el día juntos, no tenía excusas para no contármelo, tuvo mil formas de contármelo, mil oportunidades y no lo hizo, pero decírselo a Dylan pudo, encima al momento siguiente. —Creía que él te lo iba a decir—se quejó mi hermano. —Pues está claro que no—le dije molesto. —No te pases que yo no te he hecho nada—me regaño mi hermano. Le miré. —Cállate Connor—le avisé—Tengo suficiente con que la única persona que me elegía antes que a ti me haya dejado en segundo plano como para que te pongas a darme sermones de comportamiento—. —Ethan, tendrá sus razones—se quejó mi hermano. Le miré. —¿Cuáles? Dime que he hecho mal para que me haga esto, dime en que me he equivocado ¿Le amo mal? ¿No sé escuchar? ¿Soy demasiado celoso? Que mierdas he hecho mal para qué la persona más importante de mi vida se esté yendo de esta sin que pueda controlarlo—me queje. ¡Mierda! El discurso muy bonito, pero había dicho algunas palabras que no debía, es mucho mejor que me calle o piense un poco antes de hablar porque soy demasiado idiota cuando no pienso. Mire la cara de mi hermano con pánico para ver que sentía, pero estaba tranquilo, como si nada. —Lo único que has hecho mal es no decirle que te gusta—comento mi hermano. Le miré. —Sé que te gusta, y estoy bien con ello—me dejo claro, y aunque una parte de mí seguía con mucho dolor, otra se relajó demasiado, saber que mi hermano estaría siempre conmigo, era algo gratificante, pero sabía que lo que ahora se venía era mucho más complicado.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR