Escuché las palabras de William decir que todo lo que hay en línea no es verdad, me mordí el labio y pensé en lo que yo estaba haciendo: mintiendo. ¿Pero el "match" no lo hará para proteger su identidad? "Olivia, eres un caso"
— ¿Qué pasa?—preguntó William sacándome de mi distracción.
—Nada, es solo eso último que dijiste, me quedé pensando.
— ¿Lo de que no es verdad?—preguntó. —Bueno, hay gente que se harta de las citas a ciegas y prefiere lo online, mi hermano hubo un tiempo que hizo lo mismo, buscó a alguien en línea, se conocieron y salieron un tiempo, luego se casaron. Puede haber excepciones. Quizás ese con el que conversas, sea real. —suspiré discretamente.
—Bueno, solo me divierto un rato. —intenté restarle importancia al tema, solo tenía un par de días conversando, ¿Por qué imaginaría que podría ser real? Quizás y si es un pervertido.
—Por tu gesto, debes de imaginar que podría ser un pervertido.
— ¿Tan fácil soy de leer para ti?—realmente me había dejado sorprendida a su comentario.
—Te conozco hace cuatro años, te veo casi todos los días, puede que haya aprendido a leerte sin querer. —Quería saber más de eso, pero llegó el mesero a entregarnos las bebidas, cuando se retiró me atrevía a preguntar.
— ¿Por qué harías eso? —él arrugó su ceño y se quedó pensativo un momento.
— ¿Por qué me haces una pregunta cuando no tengo una respuesta, Taylor?
— ¿Por qué me llamas por mi apellido si no estamos en el trabajo?—sonrió.
—Lo siento, —tomó su bebida y dio un sorbo largo, hasta pensé que estaba haciendo tiempo, cuando terminó y dejó su bebida a un lado me miró. —La costumbre.
—Bueno, tienes razón. —él arqueó la ceja.
—Primera vez que concordamos en algo. Siempre tengo la razón. —me removí en mi lugar.
—No te acostumbres. —hice una pausa para dar un sorbo a mi bebida cuando terminé lo miré con curiosidad.
— ¿Qué es lo que quieres preguntar? —alcé mis cejas con total sorpresa.
— ¿Ves a lo que me refiero? ¿Cómo lo sabes? —William soltó una risa, pareció que se divertía.
—Ahora sé que te gustan las margaritas.
—Y mucho.
— ¿Por qué? ¿Te recuerda a un evento en especial? —me tensé, no solía hablar de mi vida privada y mucho menos con mi jefe. —Bueno, eso te ha incomodado, lo siento no era mi intención hacerlo.
—No, no es eso. —di otro trago al sentir mi garganta seca, cuando terminé lo miré. —Es solo que no suelo abrir esa parte de mi vida.
—Y creo que menos a mí que soy tu jefe. —se hizo un breve silencio antes de que continuara. —Realmente solo era curiosidad.
— ¿Qué me cuentas de ti? Al parecer sabes más de mí que yo de ti. —él se recargó en su silla y se cruzó de brazos.
—Contratacas. —sonreí a su sarcasmo. —Bueno, sabes que me encanta trabajar en el restaurante, que apenas tengo tiempo para una vida social, pero cuando la tengo…puedo aprovecharla. La vez que nos vimos en el restaurante, era la primera cita con ella desde que la conocí, a veces antes de dormir…—detiene sus palabras. —Bueno, esa parte debería de omitir es triple equis... —solté una risita.
—Bien, es lo que quieras contarme. —levanté mis manos de manera divertida.
—La conocí hace meses pero por mi falta de tiempo para socializar…usamos la mensajería de vez en cuando y hacemos videollamada para... —lo interrumpí, no necesitaba más detalles íntimo y él entendió.
—Bueno, lo que sé es que te gusta la chica. —él arqueó la ceja.
—Es solo carnal nuestra media relación.
—Pero si tienes algo carnal es porque te gusta. —él torció sus labios de una manera ¿Sexy? —Además lo has llamado... ¿Media relación? ¿Qué es eso? Nunca lo he escuchado.
—Mitad salir y mitad…—se cubrió la boca de manera sarcástica y luego la retiró. — ¿Nunca la has escuchado?
—Búrlate. —le saqué la lengua.
—Bien, yo lo he inventado. —me sacó la lengua de regreso. —Eres simpática fuera del trabajo. Creo que me quedaré contigo. —sonrió divertido.
—Oh, gracias, solo te faltó acariciar mi cabello como buena mascota. —soltó una carcajada, al mismo tiempo que llegaron nuestro platos de comida, detuvo su risa y cuando se fue el mesero se inclinó hacia a mí, pegó su pecho contra la orilla de la mesa.
—Hablo en serio.
— ¿Qué parte es esa? —sonrió pero no mostró su dentadura perfecta.
—Solo la que tú quieras. —dejé la papa frita en el plato de regreso y entrecerré mis ojos sin dejar de mirarlo, él hizo lo mismo.
— ¿Estás acaso coqueteando conmigo? —William no se sorprendió o se ofendió por mi pregunta. Abrí mis ojos más con sorpresa, me incliné de igual manera que él, — ¿Lo haces?
— ¿Y qué si lo hago? —se enderezó y comenzó a comer una papa frita de su plato, habíamos pedido hamburguesas, pero eran demasiado pequeñas para mi gusto, ¿En qué momento se ha encogido todo? Retomé mi atención cuando terminó de masticar. —Imposible. —me senté bien en mi lugar y comencé a comer, pero noté que se desestabilizó a mi única palabra, nuestras miradas se cruzaron y noté algo en él.
—Para un Wallace, nunca hay un imposible.
—Define imposible.