Era tarde, y Holly apenas podía contenerse cuando oyó llegar a varios hombres a su apartamento. Supuso que era la policía, y esperaba, sin mucha convicción, que el agente que había llegado supiera algo de su anterior secuestro y agresión. No quería repetir su historia delante de Teddy y su pandilla. No quería contarles por qué la llegada de la muñeca la había aterrorizado ni por qué se había quedado escondida en su habitación, fingiendo dormir. Aunque el Ativan que había tomado antes la había ayudado a calmarse y a aliviar la histeria que sintió al ver la muñeca, aún se sentía ansiosa y con la sensación de que podía saltar del susto si algo más sucedía esa noche. Carter entró y se sentó en la cama, acariciándole el pelo. —Sé que estás despierta —dijo en voz baja—. Teddy hizo algunas llam

