EL ENGAÑO

1055 Palabras
✧BRUNO✧ Después de hacer mi rutina de ejercicios subo a la habitación y me ducho para refrescarme, mientras el agua recorre mi cuerpo, a mi mente vienen esos recuerdos de esa chica, no puedo sacármela de la cabeza bailando muy sensual. Procedo arreglarme, estoy por terminar cundo una llamada entrante llama mi atención, es el abogado, a lo mejor ya tienen buenas noticias para mí, tomo la llamada de inmediato le digo que vaya al grano, no quiero preámbulos, simplemente quiero saber si ella ya es mía. —Firmó, ella. —Si señor, la joven firmo, solamente falta usted que firme. —¿Cómo se llama? —Rosalinda. —Que precioso nombre para ese monumento de mujer. —Señor… —El abogado me quiere decir algo, pero después se arrepiente, si no es nada importante, que se lo guarde— Nada, más tarde llevo los documentos para que los firme. —Perfecto. Le espero lo más pronto para sellar este trato, después de estar con la joven proceda a cancelar la deuda del señor Pedro. Pronto tendré esa mujer solamente para mí, disfrutando de esos movimientos sexis, me sirvo un coñac, para esperar por esa documentación, que al parecer le está tomando mucho tiempo al abogado. Le confié esta tarea porque confió en él, ha trabajado para mí durante años y nunca me ha fallado. Espere como media hora, cuando hizo acto de presencia, me muestra los documentos al parecer ella firmó todo, eso significa que estuvo de acuerdo en todo. —Ella lloró a la hora de firmar. Las mujeres suelen ser sensibles al momento de no haber sentimientos involucrados. —No, solamente me pidió que le explicara el documento, al parecer no lo comprendía, esa joven no se veía como usted la describe, señor. Era muy humilde, además se ve que tiene poca educación. —En qué sentido. Será que fingió para hacerme perder interés, explícame cuál fue tu perspectiva de ella. —Ella se ve recatada, no pareciera que fuera una mujer de ese estilo. —Pamplinas lo que pasa es que estaba fingiendo, quería aparentar una chica culta y de casa. Conozco las de su clase. Firme los documentos, le dije que mañana la quería en mi habitación. Ya era hora de que ella asumiera su responsabilidad como mi esposa, el abogado de inmediato se marchó para hacerle saber mi deseo. Rosalinda pronto sabrás lo que es tener un verdadero macho en tu vida, con solo imaginarte que estarás exclusivamente para mí con esos movimientos y tu coquetería. Al caer la noche me dirigí al bar del hotel para tomarme unos tragos, mientras pienso en el momento que la tendré a mi disposición. Una mujer se me acerca con la intención de coquetearme, la dejo que se siente a la par mía, ella me sonríe de forma provocativa, lastimosamente en mi última noche de soltero. —Te acompaño, guapo. —Ella posa su mano en mi hombro. —Si es para tomar licor, adelante. —Le hago un ademán para que tome asiento. —No deseas ir algún sitio más privado. —¡Lo siento! Me acabo de casar. —Un hombre como tú ya fue cazado por alguien. —Así es la vida. —Me empino la botella, me pongo de pie y me retiro. La mujer me queda viendo con desdén porque su presa se le ha escapado de sus manos, regreso a la habitación, me arrepiento haberle dicho al abogado que la hiciera venir hasta mañana. Me estoy impacientando, pero lo hecho, hecho está. En la habitación seguí bebiendo, mientras miré una película. El sueño me venció que cuando desperté era muy tarde, en eso miro que tengo varias llamadas perdidas, tenía el celular en vibrador. Regreso la llamada, la más importante la del abogado. —Me dormí, ¿Qué pasa? —Le notifiqué a la joven que usted quería que lo viera en la noche, pero ella quiere verlo ahora mismo. —Que impaciente salió. Está bien dame una hora para alistarme. Pensé que se opondría verme, pero al parecer es todo lo contrario, me bebí un par de pastillas para los efectos después de una noche de licor, me duche y vestí adecuadamente para recibir la abejita que por su propia voluntad viene en camino. Escucho los toques en la puerta doy la orden para que entren estoy viendo el paisaje por las persianas del hotel. Escucho los pasos de ellos, el abogado saluda, es en ese momento donde me doy la vuelta y me sorprendo de ver a otra mujer parada a la par de él. —Que bromas es esta. —Mi ira aumenta al ver que la mujer que esta frente a mis ojos no es ni la sombra de la mujer que deseo. —¡Disculpe, señor! Ella... —¿Quién demonios es esta mujer? —Su esposa. —Pedazo de imbécil, no estoy para tus juegos. Acaso crees que estoy ciego, esta no es la mujer que quiero, además es la hija de Pedro por lo que sé es su única hija. Esta es una estafa. —No lo comprendo señor. —Ella no es la hija de ese hombre, ni siquiera se parecen. —Mi nombre es Rosalinda, soy la hija menor de Pedro Montalván. —Al verme descargar mi ira contra el abogado ella decide hablar, la miro de pie a cabezas, esto es una estafa, ella ni siquiera parece una mujer de clase alta. —¿Es usted la hija única de Pedro? —Tengo una hermanastra mayor, ella es Beatriz. —Entonces me han engañado, esto no se va a quedar así. Este maldito supone que se va a salir con la suya. Estoy tan molesto que la copa que tengo en mi mano la estrelle contra la pared, ella tiembla, pero se mantiene firme, su vestimenta es de pordiosera, algo aquí no encaja, investigue y sé que él solamente tiene una hija. —Señor. Le suplico que me escuche. —Ella dobla sus rodillas y agacha su cabeza ante mí, con lágrimas en sus ojos, me suplica que le escuche. Miro al abogado quien está impactado, esto no lo esperaba, pensaba correrla junto al abogado de pacotilla que tengo, pero su humillación me ha detenido no soy tan desalmado para ignorar algo como esto. 
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR