Cuando finalmente quedamos agotados, dormí una siesta acostada sobre su pecho, con su pene aún en mi interior. Ninguno de nosotros parecía querer un momento de separación. Él nos cubrió con las mantas y yo me sentía a la deriva, amándolo, escuchando el latido de su corazón mientras acariciaba mi cuerpo como si no pudiera dejar de tocarme. Dios, yo estaba tan enamorada de él que era doloroso.
Esto era una locura. Yo estaba loca. En la Tierra, solíamos tener citas. Cenas y una película. Paseos por el parque. Un período para conocer al otro. Reglas sobre no acostarse con un chico en la primera cita. Incluso había varios estados de relación. Salir, juntarse, ser exclusivos, amigos con beneficios, sexo sin compromisos. Pero con Angh, había sido... ¡bam! Solo una mirada el uno al otro a través
