Scarlett pasó la siguiente semana, incluido el domingo, trabajó muy duro e iba por la mitad del libro en francés. Ya ha terminado de traducir al alemán, si todo iba como quería el martes siguiente, quizás, iría a la editorial por otro libro y por su cheque. Aunque se le había quitado la regla, decidió que descansaría unos tres días, el viernes por la mañana la llamó Mike, para invitarla a cenar. —Hola. —Hola, ¿cómo estás? —Recibir la llamada de un amigo como lo era Mike, le causaba gran felicidad. —Y ese milagro que me hablas. —Estoy en la ciudad, ando haciendo unas diligencias. —Qué bueno, me alegra escuchar una voz familiar. —Quiere salir un momento. De esa manera hablamos más tranquilos. Ella le dijo que encantada de verlo de nuevo. Tenía ganas de verlo y contarle todo lo que l

