Una sonrisa, pícara, curva, sus labios y bate sus pestañas de manera provocativa, tentándome, seduciéndome y poniéndome duro. — Qué hermosa corbata — Mencionó con la voz ronca, meto las manos dentro de lo vacío de mi pantalón, cruzó mi pierna sobre la otra y apoyo mi espalda contra la puerta. Adoptó una apariencia relajada, pero lo cierto es que estoy ardiendo, como las brasas. Deseándola con todas las fuerzas de mi alma. — Se te ve mucho mejor a ti que a mí. Sonrió al examinarla de pies a cabeza. Se ve deslumbrante, caliente y sexi. Baja sus piernas de la cama, se sienta al borde y la separa de par en par, tragó grueso, la corbata atraviesa la separación de sus pechos y cae entre sus piernas ocultando ese lugar pecaminoso en el que pronto voy a darme un festín. Mi erección se mueve, inqu

