—No hagas ruido, que nos van a oír en la cocina.
—Nena, es que me pones… —Mientras la embestía una y otra vez. Ella lo besaba para ahogar sus gemidos, y cuando acabaron, se besaron largamente y se enjabonaron ella a él y viceversa— No podía aguantar hasta después de la cena.
—¡Qué raro!…
—¿No te ha gustado?
—Sabes que sí. Eres irresistible para mí. —Él besó sus pezones y la apretó a su cuerpo.
—Vamos a vestirnos o no bajaremos nunca.
—Sí, vistámonos, no quiero que seamos los últimos en bajar, se verá feo eso. —Él le palmeo el trasero cuando ella salió. La seguía al cuarto mientras la toqueteaba por todos lados.
—¡Estate quieto tonto!
—Me encanta tocarte. —Se alistaron entre coqueteo, hasta que lograron bajar, todos los miraban atentos al verlos juntos y destilando coqueteo entre el
