—Señores su atención por favor —habla Albert —señora Elizabeth, me honra y alegra poder conocerla y quiero darle las gracias por traer el mundo a una hermosa mujer que desde que la conocí me impresionó su mirada, su sencillez e inteligencia. Es por eso que el día de hoy aprovechando su presencia delante de mi padre, familia y amigos quiero pedirle si están amable de concederme la mano de su bella hija para convertirla en mi esposa —le dice Albert unas bellas palabras de agradecimiento a la señora Elizabeth, quien con lágrimas abrazó a su hija besando sus mejillas. —Mi señor, ¡oh Dios, no sé qué decir! Usted ya se dio cuenta de nuestro origen, no tenemos nada que ofrecer, mi niña se vino muy jovencita a este país por un futuro mejor. Su vida no ha sido fácil, gracias señora Laura, usted y

