Capítulo ciento uno:Herencia

1778 Palabras

La lámpara de aceite junto al lecho parpadeaba como si ya no tuviera fuerzas para resistir la noche, como si también ella supiera que la muerte rondaba. El reloj de pie marcaba las tres de la madrugada, y el conde aún respiraba, apenas. Silas permanecía sentado en la butaca que había arrastrado junto a la cama. No había hablado en más de una hora. Tampoco el médico, que se mantenía de pie, imperturbable, con las manos cruzadas tras la espalda. En la penumbra, sus lentes brillaban como ojos de animal nocturno. El cuerpo del conde era ahora solo hueso bajo las sábanas. Su rostro, antes afilado y orgulloso, estaba consumido por la enfermedad: las mejillas hundidas, la piel de un amarillo opaco, los labios secos. La boca se abría ligeramente a cada inhalación, como la de un pez atrapado fu

Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR