"Ohhh... Ah, sí... Mañana son los cuartos de final, así que estaba pensando que podríamos memorizar algunas señas secretas para las jugadas que desarrollamos el otro día", respondí, aclarándome la garganta. "Kayla, ¿puedes traerme la pizarra? Debería estar en el armario..."
Ella asintió y corrió hacia el almacén. En cuanto estuvo fuera del alcance del oído, mi equipo empezó a hacer comentarios obscenos sobre ella.
"¡Buen trabajo, entrenador! ¡Trajiste a tu hermosa hija para motivarnos durante el entrenamiento!", bromeó Duane con picardía mientras observaba a Kayla, con la mirada fija en su jugoso trasero, que rebotaba con cada paso.
No sólo él, Marvin, Jake, Kyle y Winston también miraban boquiabiertos a mi ardiente hija adolescente con lujuria en sus ojos.
¡Duane! ¡Ni se te ocurra...!
