Cecilia, con los labios ligeramente entreabiertos, asintió. Mike la besó de nuevo, recorriendo su espalda y sus nalgas con las manos. Separándose, dejó que sus labios exploraran la suave parte inferior de su cuello, pequeños besos que la arrancaban jadeos mientras descendía hasta su clavícula. Los dedos de Cecilia se deslizaron por la base de la camisa de Mike, recorriendo su vientre. Las chispas que emanaban de sus dedos le hicieron cosquillas en un par de zonas, pero contuvo la risa, temeroso de romper el hechizo. La dejó explorar, con cada roce inseguro. Ella ladeó la cabeza, permitiéndole avanzar aún más. Su piel pálida brillaba, literalmente, en la oscuridad. Mike volvió a subir por su cuello, besándola justo debajo de la oreja. "Me gusta esto", dijo Cecilia, quitándole la camisa a

