Así que, se levantó y caminó de nuevo de puntitas hasta salir de la habitación. Le puso la correa a Simba y salió del apartamento. Se subió al ascensor y al momento de bajar para ir hasta la calle, de repente, se topó con aquel hombre de piel gris y de ojos verdes saltones color pantano. El pequeño cachorro comenzó a ladrarle y el corazón de Ivanka latía a gran velocidad.
—¡Señorita! —exclamó con mucha alegría al verla con la escoba en la mano.
—Ho-hola, señor. Contestó ella alejándose un poco hacía atrás.
—Muy bien—respondió sonriendo con sus dientes amarillos— y ahora más porque la veo. ¿Cómo ha estado señorita?
El pequeño Simba continuaba ladrándole, tratando de defender a Ivanka.
—¡Guau, guau, guau!
—¡Bien—caminaba hacia atrás— pero… ya me voy. Adiós, nos vemos!
El hombre estan
