Los días siguientes al incidente del caballo trajeron una calma inesperada al Rancho Blackwell. La relación entre Tony y Marjorie parecía haber mejorado, como si el casi beso hubiera derretido algo del hielo entre ellos. Ya no se lanzaban pullas constantes, sino que compartían sonrisas cómplices y conversaciones que iban más allá de los asuntos del rancho. Una tarde, mientras Tony arreglaba una cerca, Marjorie se acercó con Lupita en brazos. La pequeña reía y balbuceaba, claramente encantada con la atención de Marjorie. — Parece que tienes una nueva admiradora, princesa —comentó Tony, limpiándose el sudor de la frente con el dorso de la mano. Marjorie sonrió, haciendo cosquillas a Lupita. — ¿Qué puedo decir? Esta pequeña tiene buen gusto. — Cuidado —advirtió Tony con una sonrisa— Si s

