Tony, sintiéndose más atrapado que un conejo en una madriguera de coyotes, intentó intervenir. — Eh, Vanessa, creo que hay un pequeño malentendido aquí...Pero Vanessa, con la determinación de una yegua en pleno galope, continuó: — Oh, Tony, cariño, no seas modesto. Sé que querías mantener nuestra relación en secreto, pero ya no puedo contenerme. ¡Estoy tan enamorada! Guadalupe, recuperándose de la sorpresa inicial, habló con voz calmada pero firme. — Antonio Treviño, ¿Hay algo que quieras contarme? Porque parece que me he perdido más capítulos que una telenovela a medias. Tony, sudando más que un pecador en misa, balbuceó. — Amá, te juro por todos los santos del corral que esto es un malentendido más enredado que los cuernos de un toro bravo. Marjorie, viendo la oportunidad perfecta

