20- Mi día empeora aún más

1930 Palabras
LIA Algo cambio entre Nero y yo en la cabaña. O tal vez simplemente volvió a ser como eran las cosas cuando me lo presentaron por primera vez, cuando era tan frio y enojado, con la venganza ardiendo en sus ojos. Pensé que tal vez habíamos empezado a superar eso. No habría dicho que éramos amigos, sino compañeros a regañadientes, como mínimo. Ahora, todo es un silencio gélido en el apartamento. No había a menos que sea absolutamente necesario, e incluso entonces, es cortante y confrontativo. Probablemente sea estúpido de mi parte sorprendente por eso, pero no puedo mentirme a mí misma. después de que las cosas se calentaran en la cabaña, una pequeña parte de mi esperaba que eso volviera a suceder. Que al menos pudiéramos encontrar un punto en común en esta química entre nosotros. Rascarme la picazón que me está volviendo loca, solo estar cerca de ese hombre. Pero eso sería un error monumental. Así que tal vez sea mejor que irradie desdén y furia cada vez que nos cruzamos en el pasillo. Pero a medida que pasa la semana, mi inquietud crece. Estoy atrapada aquí con él, y la tensión solo aumenta. No puedo ignorar su presencia en este apartamento, lo que me deja plagada de un deseo sin salida. Y sin nada en la agenda social de los McComark que pueda encontrar, me deja sin nada en mente excepto Nero. Su cuerpo. Sus asuntos. El FBI. Cuando mi teléfono suena el viernes, estoy tan desesperada por una distracción que lo tomo de inmediato, a pesar del número desconocido. —¿Lia? ¡Hola! Soy Jessa— —¿Jessa? — busco en mi cerebro una cara que combine con el nombre. Entonces, lo recuerdo. La mujer del ballet, esa con la que Nero fue realmente amable. —Oh, hola— digo, sin saber cómo reaccionar ante de este acontecimiento inesperado. —Me preguntaba si te gustaría almorzar conmigo hoy— dice Jessa, amablemente. —¿Solo un bocado informal, Francines, alrededor del mediodía? — —¡Si! — espeto. Cualquier cosa con tal de salir de aquí por unas horas. Y alejarme de él. —Quiero decir, eso suena genial— añado, más informal. —Nos vemos allí— Cuelgo, preguntándome como consiguió mi número. Y por que querría conocer a alguien del brazo de Nero. Parecían amigables, pero, aún así, el apellido Morelli suele ser radiactivo, y los Rosberg…Bueno, son de la alta sociedad ms alta que existe. De cualquier manera, será una distracción de mi cautiverio, así que me visto felizmente y dejo que mi conductor/guardia de la prisión de rostro impasible, Kilian, me lleve al restaurante. Cuando entro, Jessa ya está en la mejor mesa. Se acerca y me saluda con un genuino entusiasmo. Lo que solo aumenta mi curiosidad. —Tengo que preguntar— digo, cuando nos hemos acomodado y hecho nuestros pedidos. —¿Cómo conseguiste mi número? — —¿Le pregunté a Nero? — dice Jessa con una sonrisa. Parpadeo. —Entonces, ¿ustedes son…amigos? — pregunto, confundida. Porque no hay nada de esto que tenga sentido. Jessa es dulce e inteligente, y no parece el tipo de mujer que se junta con un violento jefe de la mafia. —Yo no diría eso— sonríe con ironía. —Pero hemos llegado a un entendimiento. Después de todo, somos familia— —¿Familia? — repito, aún mas confundida. Los ojos de Jessa se abren de par en par. —¿No te lo dijo? — Mi expresión claramente responde por mí. —Tal vez no debería decir nada…— retrocede. —Pero, ya que están comprometidos… Nero y mi esposo Trace, son hermanos— confiesa. —Medios hermanos, por parte del padre de Nero— —Román— Digo, alucinada. —Se enteraron hace poco— añade Jessa. —Y es un tema un poco delicado. No se llevan muy bien. Todavía— Dice, con voz decidida. —Pero estoy en ello— Niego con la cabeza, asimilando la noticia. —Vaya. Eso es…Vaya— —Espero que no te importe decírtelo— Jessa hace una pausa. —Ya que tu también te unes a la familia— —Bien— suelto. El falso compromiso. La mirada de Jessa se dirige a mi mano y frunce el ceño al ver que no llevo ningún anillo en el dedo. —¿No te dio un anillo? Lo juro por Dios, que algunos hombres…— —No, está bien— interrumpo, pensando que si esta farsa continúa demasiado tiempo, tendré que conseguir que Nero me compre una piedra. Aunque, por alguna razón que no puedo explicar, no me gusta la idea. Lo hace sentir demasiado real. —Está en la joyería, lo están ajustando— —Ah, vale— sonríe, —Soy una gran aficionada a las joyas. Viene de pasar todo ese tiempo en Rosberg Cross. Pero deberíamos hablar de la verdadera razón por la que te invité aquí— Aparta su plato y me mira con seriedad. Mierda. Se me encoge el corazón. No más segundas intenciones. —Necesito saberlo todo sobre ti y Nero— dice Jessa con una sonrisa ligera. —¿Cómo surgió esto? Pensé que nadie escalaria esos muros de piedra suyos— Chismes. Eso es todo. Quiere charla de chicas y efusividad. Exhalo aliviada. —¿Cómo se conocieron? — Jessa me incita con entusiasmo. —De hecho, tuvimos algo hace años— digo lentamente, pensando que una versión de la verdad es lo mejor. Jessa parece tan agradable que no quiero contarle una historia descabellada. —Me mudé por un tiempo, pero desde que regresé, hemos reavivado las cosas— —Que romántico— sonríe. No puedo evitar lanzar una mirada irónica. —Bueno, eso no quiere decir que las cosa no sean…complicadas— Jessa sonríe. —Se algunas cosas sobre lo complicado— —¿En serio? — Mi escepticismo debe notarse, porque hace una pausa, evaluándome de nuevo. —Lia, sé que solo soy una extraña, pero me gustaría ser tu amiga. Y si alguna vez necesitas hablar…— Asiento y le dedico una sonrisa con los labios cerrados. —Gracias— Agradezco su oferta, pero sé que nunca podre revelar la verdad. Además, ¿Qué podría decir? “¿El hombre que amaba me amenaza de muerte en venganza por la traición de mi padre, así que ahora tengo que fingir ante el mundo que soy feliz con el solo para pasar la semana?” No es exactamente una charla de chicas para el almuerzo y las burbujas, ¿verdad? Ya no quiero hablar de Nero, así que cambio de tema a películas y programas de televisión. Últimamente he tendió más tiempo libre, ya que estoy atrapada en el apartamento de Nero el noventa por ciento del tiempo. Lo único que me salva es que el hombre tiene todos los servicios de streaming disponibles. He perdido demasiadas horas viendo series, pero al menos estoy al día con los últimos reality shows, y pronto estaremos cotilleando sobre programas de citas alocados y libros nuevos. —Esto fue muy divertido— dice Jessa, después de que discutimos sobre quién paga la cuenta y nos dirigimos a la salida. —Hagámoslo de nuevo pronto— dice. —Claro— miento. Podría ver a Jessa convirtiéndose en una amiga si las cosas fueran diferentes. Si me quedara. Si realmente estuviera con Nero. Estamos saliendo cuando nos cruzamos con un grupo de mujeres que acababan de entrar al restaurante. Reconozco a una de ellas, es Bianca, la pelirroja del retiro de caza. La que tiene un problema con Fiorella McComark. —¿Bianca? — hago una pausa para saludarla, esbozando una gran sonrisa. —¿Lia? Dios mío, ¿Cuáles son las posibilidades de encontrarnos? — dice, abrazándome como si fuéramos hermanas en lugar de mujeres que pasaron solo un día juntas en el fin de semana pasado. —Estas son algunas de mis antiguas compañeras de hermandad— Recita nombres, y no recuerdo ni un solo. No importa. Le presento a Jessa. —Es un collar hermoso— la felicita Jessa. —Reconozco la línea de primavera— —Tienes muchísima suerte de tener toda la tienda a tu disposición— suspira Bianca. —De hecho, tengo una cuenta allí. simplemente elijo lo que quiero y mi persona especial paga la cuenta— Me guiñe un ojo, y me pregunto si su persona especial es su marido o alguien más. —Bianca, ¿Vamos a comer o qué? — interrumpe una de sus compañeras de hermandad. —Mejor me voy— dice Bianca. —Te veo luego. Y te veré pronto en la tienda, sin duda— añade dirigiéndose a Jessa con una sonrisa. Salimos del restaurante. —¿Amiga tuya? — pregunta Jessa. —Si, no— respondo. —Aunque claramente es amiga de Rosberg Cross— Entones salta un pensamiento. —¿Nero también tiene una cuenta allí? — Jessa hace una pausa, luciendo reticente. —Si— No debería sorprenderme. Por supuesto que compra joyas caras, para derrocharlas en sus citas. —¿Alguien en particular las compra? — Jessa hace una pausa de nuevo. —Está bien— miento. —Solo quiero saber con qué estoy lidiando— Suspira. —Hay una mujer— admite. —Amina, creo que se llama. Siempre elige cosas— Frunzo el ceño, recordando a Amina de ese primer encuentro que escuché por casualidad. Es leal y hermosa. Ah, y una de las amigas más antiguas de Nero. Al menos, eso fue lo que me dijo de ella, anteriormente. Los celos me atraviesan. —No te preocupes— dice Jessa, y puedo decir que se siente culpable por haber dicho algo. —Estoy segura de que no significa nada. Es decir, muchos hombres hacen que sus secretarias vengan a elegir regalos y joyas para ellos. realmente necesitan ayuda— —Bien— coincido con una ligera risa. —Debería estar agradeciéndole— Excepto por una cosa. Amina no es la secretaria de Nero. Nos despedimos y Jessa regresa a la tienda. Se que debería llamar a Kilian para que venga a buscarme, pero todavía no estoy lista para hacerlo. Necesito tiempo para pensar y necesito caminar porque estoy ardiendo de celos, y no creo que pueda quedarme quieta mientras me siento así. Así que me dirijo al centro, preguntándome sobre la relación entre Nero y Amina y tratando de decirme a mí misma que no debería importarme. No importa. Él no me pertenece. ¿Por qué debería importarme para quién está comprando joyas caras? Excepto que sí. Doblo una esquina, solo para sentir una mano agarrándome del brazo. Dejo escapar un pequeño grito cuando un hombre comienza a arrastrarme, con una fuerza que no puedo combatir, hacia una camioneta blanca estacionada en la acera. ¿Qué demonios? Intento gritar, pero una mano me cubre la boca mientras soy arrojada dentro del vehículo. Todo se pone boca abajo, y para cuando me oriento, la puerta se cierra de golpe detrás de mí. Mierda. Me giro en el suelo metálico de la furgoneta. Todavía estoy desorientada por el ataque repentino, cuando siento una mano en mi brazo, grito: —¡No! — —Lia, cálmate— Es la calma de la voz lo que me hace detenerme y prestar atención. Esta tan fuera de lugar en una situación como esta. Además, sabe mi nombre. Parpadeo un par de veces y veo al agente George sentado frente a mí. Y así, mi día empeora aún más.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR